El barro, la arcilla de Villa de Cura, es de color rojo carne. Polvo sangre de la tierra que al unirse con el agua conforma la masa que luego los artistas moldean, para dar forma, para convertir lo amorfo en vida, en representación. Pero todo ello sería en vano si el artista no transmite sesgo de alma. Los ojos de una escultura son huecos pero un buen artista sabe cómo brindar a la mirada el poder que tuvo en vida y devolver así al mundo la verdadera interpretación de quien tuvo ese cuerpo y esa dimensión.
Ese fue justamente el reto que tuvo el artista plástico Rolando Quero a quien le encargaron realizar una escultura de tamaño natural de Elías David Polo, fundador del Ymca Valencia, con motivo de cumplir esta institución, y en esta ciudad, cincuenta años de actividades educativas, culturales y deportivas.
- Ha sido todo un reto en mi carrera como escultor, dijo Quero, observando la pieza todavía en barro que muestra con orgullo. Así lo definí aquella mañana en la entrevista que mantuve con Elías Alejandro, hijo de Elías David Polo, fundador de Ymca Valencia. Habían pasado tantos años desde mi culminación en aquella tan recordada Escuela Massana en Barcelona, España, cuatro años en los que estuvimos realizando trabajo de modelado con tantos cuerpos de jóvenes y menos jóvenes, de reencuentros a diario para hacer los estudios del volumen y las formas, que ciertamente esta proposición me atrajo y la quise asumir como un reto, que ahora me llena de gozo. Retomé de esta manera la escultura para tan hermoso proyecto.
- En una visita a mi hogar de Villa de Cura, en una amena charla donde estuvieron presentes Hernán Antonio (al que se me honra con haberme dado la oportunidad de inmortalizarlo en un hermoso relieve), José Napoleón Oropeza, ese gran escritor venezolano; la esposa e hijos de Elías David, fue donde me propusieron ese gran reto de diseñar y realizar una plazoleta para homenajear a su fundador. Mis primeras palabras fueron de inmediato... "me gustan los retos y lo acepto". Sin titubear llegaron a mi mente en cuestión de segundos cómo estaría representado tan relevante personaje de nuestra querida Valencia, levantado con su 1.85 cms de alto, su pie derecho tomando la delantera y su mano izquierda tocando su silla de ruedas, motor impulsor de sus veintiocho años de su vida. Toda una luz dorada pasó por mi mente. Entre palabras, frases y anécdotas se fueron perfilando detalles.
- ¡¿Cómo decir "no" después de escuchar todas esas bellas historias de Elías David Polo, un ser tan especial, tan humilde y lleno de bondad como sus familiares y amigos me trasmitían?! Fue todo un reto y eso es la vida: un desafío. Pasaron seis meses para ver los resultados de aquella tertulia, hacer la estructura de hierro, cabillas, tela metálica, y lo más importante: el barro, ese material tan noble que nos da la tierra que yo llamo el alma de la escultura para luego pasarlo a ese otro material imperecedero: el bronce.
- Así pasaban los días desde las cinco de la mañana con una taza de café en mis manos reflexionando sobre tan majestuoso proyecto hasta las seis de la tarde llenándome de todas sus vivencias que cada fin de semana me contaban sus hijos, nueras, esposa y amigos de Elías David, en mi casa taller de Villa de Cura.
- Confieso que no fue fácil inmortalizar a un ser con tantas cualidades. Darle esa expresión atemporal que hoy en día podemos sentir, una tarea que he tenido la oportunidad como artista de sentir. Sólo me acompañaron unas fotografías de su cotidianidad ya que no estaba prevista su partida cuando {esta ocurrió. Ahora, mirando hacia atrás, solo recuerdos tal vez nostálgicos, de su traje, su corbata, sus zapatos, y ese cumulo de relatos que sin duda me acompañaron en su creación, como artista plástico siento que son parte de mi todas esas sensaciones de bondad y humildad que solo Elías David Polo y su energía trasmitían. Viendo el proyecto hecho realidad un gran orgullo me embarga: el haberle dado vida a ese gran ser humano, sin limitaciones, que brindó amor, vitalidad y jamás descansó para lograr sus sueños.
La dimensión de la obra habla por sí sola. Es la primera que realiza Quero para el gran público. De ahora en adelante el trabajo de Polo estará aún más visible así como el temple de Quero al momento de dejar plasmada esta obra en una plazoleta con dimensiones históricas para la institución y para Valencia.
Como hemos seguido muy de cerca la realización de este trabajo podemos certificar los esfuerzos, los meses dedicados a su culminación, que serán mostrados a todos el domingo 4 de noviembre. Manos, barro, agua y mucha destreza se conjugaron para dejar a un hombre erguido en su mejor memoria: la del logro (Notitarde, 21/10/2012, LECTURA TANGENTE).-
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