Tres reyes magos de tamaño
natural, montados sobre sus dromedarios, risueños y hospitalarios, dan la
bienvenida a los visitantes del pesebre artesanal que se encuentra en una zona
que todos llaman La Polvorosa, en el municipio Antolín del Campo, de la Perla
del Caribe, Isla de Margarita.
Meses de preparación para
la llegada del Niño Jesús que es colocado religiosamente, todos los años, a la
medianoche, para que amanezca justo el día que fue anunciada su llegada, para
recordar hoy por hoy, más allá de los registros históricos inexistentes, las
verdades o las mentiras, que la Navidad es una oportunidad para entender las
mejores congruencias que podemos brindar los seres humanos si conectamos con el
lado positivo de nuestra caleidoscópica existencia.
Así como diferentes aves
son capaces de seducir reuniendo piedras o semillas (del mismo color, casi del
mismo tamaño) para colocarlas en diversas posiciones, ejecutando atrayentes
formas y emplazar así la atención del sexo opuesto, convirtiéndose en
verdaderos artistas; en todos o en casi la inmensa mayoría de hombres y
mujeres, vive un creador que va especializándose con el tiempo en lo que más le
gusta.
Los trabajos artesanales,
despreciados buena mayoría de veces, son de lo más hermosos cuando están hechos
con el corazón y realmente se visitan casas donde las manos de las personas que
la habitan, e inclusive, todos los seres que allí moran, impregnan con una
sutil energía toda la armonía que se siente y se respira. Cuanta mayor la sencillez
mayor la belleza; cuanto mejor resueltos todos los rincones con elegancia más
que con lujo, se alcanza verdaderamente un clima difícil de olvidar.
Así ocurre con este
nacimiento hermoso que se encuentra en una esquina, muy cerca de La Fuente,
iluminado con lámparas de kerosene, realizado por la familia Aular, como hace
más de quince años, completamente artesanal, es decir , ni uno solo de los
materiales que lo hicieron posible contienen plásticos y sus múltiples
derivados. Todo es hecho allí con cuerdas, mopas, papel y cartones reciclados,
después de muchos años de práctica y de especializarse en estructuras de tres
dimensiones, capaces además de soportar las ventiscas que se presentan sin
anuncio en el mes de diciembre en Margarita.
Los visitantes pueden
caminar a través del pesebre. Van encontrar artesanos trabajando, jornaleros
descansando, un pozo de la fortuna, niños y ovejos blancos. En un rincón muy
especial por supuesto están las figuras principales de todo Belén, con sus
animales humanizados en la bondad de esta historia que busca enternecer hasta
el corazón más duro.
El camino por todo el
nacimiento es suave, como si se pisara una arena más suave como de las playas.
Inciensos colocados por el recorrido parecieran estar bendiciendo y llamando a
la paz que debe reinar en los corazones. Se siente una brisa suave, bañada por
el mar, que aunque lejos en el horizonte, en toda isla está cercana, regalando
la humildad de estar en este lugar consagrado a esta historia que llena el alma
de niños y grandes por igual.
En este pesebre nada falta
ni nada sobra. Ha sido pensado con mucha paciencia la misma con la que
comienzan a trabajar dos meses antes limpiando el monte del terreno y
comenzando a levantar todas las estructuras. Durante el año se ha pensado y
mucho. Los artesanos nunca dejan de trabajar y cada cosa que van consiguiendo o
comprando por el camino, en la cotidianidad más próspera o la más adversa, les
permite al final tener un resultado cónsono con sus ideas.
El sol margariteño no
permite disfrutar esta obra artesanal de día pero es que es justo de noche,
después de las cinco y media, cuando la luz se inunda de anochecer, se disfruta
el encanto de esta familia artista que pone todo su empeño en hacerla realidad,
sin que nadie les apague el entusiasmo porque para ellos no ha nacido todavía
el que ser humano que les quebrantará la fe o el deseo de seguir haciendo cosas
tan desinteresadas como éstas.
Y el recorrido está
cargado de buenas intenciones, de mucha alegría, del talento que representa la
humildad. La suavidad de la tierra preparada ya dice mucho asó como el candor
del Ángel de la Anunciación, la mirada del buey, las figuras de José y de María
y el Niño Jesús en toda su pureza y esplendor en una de las grutas mayor
cuidadas de este encantador regalo que se entrega a la comunidad y todos
aquellos que lo visitan.
La renovación, los nuevos
votos, los deseos y todo lo que implica un movimiento hacia, en la existencia,
requiere un atreverse a observar dónde se encuentra lo que verdaderamente
importa (Notitarde, 28/12/2014, Lectura Tangente).-
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