Me siento incomoda desde que supe la noticia de que el
presidente electo por voluntad popular de Venezuela, Edmundo González Urrutia, ha
aterrizado en España, exilado. No porque me guste él, más o menos como
político; si no porque la pregunta que nos hacemos todos los venezolanos, los
migrantes y los que viviendo en el país no-chavistas, (porque sabemos que los seguidores
de Maduro son perfecta minoría), es qué debe suceder, qué debe pasar para
que los ahora usurpadores del poder
político-jurídico-legislativo-social del país llamado Venezuela, dejen de salirse con la suya, con su innecesaria y desvitalizada realidad
construida, en favor de unos pocos, en detrimento de la mayoría.
Entonces tenemos que hablar de la desnaturalización… que unos
cuantos hombres y mujeres en poder y los escasos seguidores de un mando, que
les permite hacer los que les venga en gana, continúen allí…
Se puede entender… a lo largo de la vida en todos los territorios,
culturales, políticos y educativos del país fuimos testigos de cómo les costaba
a los que ostentaban el poder abandonarlo… mucho más si eran acusados del mal
mayor: corrupción moral y perjuicio de la institución que estaban prestos a
defender…
Pero hablamos de la aberración de haber permitido la llegada
de inmensos grupos humanos, de
nacionalidades cubanas, nicaragüenses, rusas y cualquiera otra, prestas a
defender con armas del mismo Ejército y las tecnologías del Estado venezolano,
al gobierno… en nombre de una ideología de izquierdas que no es tal porque quienes mandan en Venezuela son delincuentes y
quienes los defienden, por antonomasia, también lo son.
Veo antiguos conocidos por las redes publicando cosas,
directas o indirectas. Los hay quienes sin rubores continúan defendiendo lo
indefendible…
Todos sabemos lo fácil que es sentirse magnánimos,
arrimaditos con los que sabemos están en el poder, capaces de todo, por matar el hambre del estómago.
El miedo es bicho grande por la sangre de la conciencia.
Los que desde ese pequeña trinchera vociferan que no hagan
guarimbas porque tienen que ir a trabajar, como si hubiese mucho trabajo para
la gran mayoría de los venezolanos; los que se ponen a publicar lo bonita que
es Venezuela, evadiendo la actual realidad, describiendo su amplia geografía,
llena de hermosura natural… capaz de desplegarse a tus pies, si tienes muchos
dólares y euros para pagar protección y seguridad, una vez más, gubernamental.
Llegado el momento, sabemos que no podemos contar con
conocidos, (está claro que amigos nunca fueron) capaces de defender a asesinos,
violadores, torturadores y verdugos.
El día que se autoproclamó Maduro de nuevo electo, falseando la
verdad, sin siquiera todavía (al día de hoy) mostrar actas de su triunfo, aquí
ya era el día siguiente (lunes, 29 de julio de 2024), y fui a un local a tomar
un café… allí trabaja una chica venezolana que ya a esa hora, antes de las
siete de la mañana, tenía los ojos hinchados de tanto llorar.
Ella llega a su trabajo muy temprano, subida en una patineta,
aún el metro no funciona antes de las seis de la mañana, para poner en marcha
toda esa maquinaria de pan, bollería y productos con que desayunan los
españoles.
Sus lágrimas de impotencia, aunque llenas de dolor, nada tienen que ver con las miles de chicas venezolanas violadas cuando cruzan la
selva de Darien, los desiertos mexicanos o los muchos territorios en la huida, muchas de ellas asistidas por médicos, ya
embarazadas. Ni las que han tenido que verter los que han perdido hijos,
esposos, familiares por el camino de duras travesías sobre todo cuando son a
pie, por las fronteras terrestres
¿Qué decir de los violados y violadas en pleno territorio venezolano
por oponerse al régimen que se mantiene usurpando todos los poderes constitucionales?
El sufrimiento de los que mantienen en cárceles como
prisioneros políticos, los que han torturado y siguen torturando…
Los desaparecidos…
¿Qué son las lágrimas y las muertes para este puñado hombres
y mujeres que defienden el actual despropósito
en Venezuela?
Con más o menos suerte, todos sabemos que el odioso dictador
que está en la presidencia de Venezuela y todos los secuaces que los apoyan, un
poco más cerca, un poco más lejos, pagarán por todos los daños tangibles e
intangibles perpetrados.
La ignorancia es tan grande, que cuando creemos que estamos
defendiendo nuestros pequeños privilegios (desde una pequeña arepa con queso para
comer, hasta un Lamborghini) lo que realmente
enviamos al universo son señales anómalas. Exactamente así serán devueltas.
¿Qué significará la palabra alma para todos los que en esta
tierra actúan de la forma como lo están haciendo las autoridades venezolanas,
acompañadas por los barbaros mercenarios
extranjeros?
Desde la hipocresía y el descaro, el gobierno de Venezuela dice que González Urrutia sale para garantizar la paz. Pareciera la de ellos.
Desde hace 25 años no se trabaja por la paz ni la integración de los
venezolanos. Los actos vandálicos, los
grandes sabotajes y todas las prácticas terroristas son y han sido elaborados
en Miraflores.
Lo que si nos deja la llegada del presidente venezolano
electo por voluntad popular es un desconcierto, la incomodidad de saber que los
venezolanos estamos solos ante el horror
de vivir esclavos del mal, mire por donde se mire.
Cuarenta y dos días después de las elecciones venezolanas
estamos nuevamente ante la incertidumbre.
¿Estarán verdaderamente ayudando a Venezuela sacando a
Edmundo, electo lícitamente en las urnas por la mayoría de los
venezolanos?
Solo nos queda este pensamiento: la grandeza del ciclo colectivo,
de aprendizaje del ser, por más duro que
esté resultando, vendrá como boomerang adornado con nácar de estrellas.
No se interprete como venganza, en el plan inteligente, amoroso y universal eso no
existe, así como tampoco la maldad.
Foto:
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