lunes, 27 de octubre de 2025

José Gregorio





 A propósito de la canonización de San José Gregorio Hernández, el médico de los pobres.


El pequeño pueblo de Isnotu (estado Trujillo, Venezuela) es sencillo.Tanto, como la fe.

La fe sólo tiene dos vertientes, viene por defecto de fábrica. Es un regalo. No todos la reciben y su carencia la sienten tan cruda como escalar inalcansable montaña.  Ella, en sí misma, es una vibración potente, siempre encendida, nutrida por trascendencia; por la trashumancia del ser.

Las paredes de las casas de Isnotu tienen colores de pinturas diluidas en agua de río.

Allí, hace muchos años cuando fui a conocer el pueblo donde nació José Gregorio, encontré un columpio.  Me mecí.

Le pedí  a mi amante  -de turno- que empujara con mayor fuerza para aproximarme al cielo.

Cada quien interpretará lo que tenga dentro.

Fue entonces cuando palpé a la alegria, caliente y fresca; rubia, como mi sed.

Mecerme  me hacía crecer y sentir vértigo en el estómago, tan estrecho como la tabla y las cadenas que sujetaban ese juguete al viento,  con olor limpio, a sudor y hierro.

Siempre he jugado. Lo hago constantemente.

Pero no te equivoques. Aún vivo en casas transparentes.

Isnotu ya olía a Santo. Incadenable. 

miércoles, 24 de septiembre de 2025

Shade

 
El metro de Madrid, lectura del mundo


Todos los días a las seis y media de la mañana llego a una estación de metro. Ya a esa hora hay un músico tocando melodías.

He recordado que en  primavera le  gustaba iniciar el día con la interpretacion agridulce de Shade of my heart, de Sting.

Llevo ya varios días subiendo al vagón con esa melodía en mi cabeza. Una canción que si mi memoria no falla fue tema y/o compuesta para la pelicula The professional, un asesino a sueldo que tenía una relación maternal con una planta, y paternal con una adolescente que quedó huérfana, por acciones identificas a las que el perpetraba; en un inusitado acto de compasión.

Antes de llegar a mi destino veo a muchas personas leer en el metro. No solo hay móviles y cascos como le dicen aquí a los auriculares. También hay libros físicos, gruesos y pesados.

Se descubre además  que entre las caras de aceptación  del destino, del ir a trabajar con suerte para satisfacer necesidades basicas, hay rostros de entretenimiento y risas por las banalidades de las redes; y está la gente que reza.

Mujeres u hombres, mayores y hasta más jóvenes, que tienen sus ceremonias con discreción,  sentados en el metro.

Pensamientos, meditaciones y ritos  de trascendencia.

Y como Madrid es un paraíso de identidades, el otro día me encontré a una mujer de rasgos asiáticos que en sus manos cargaba un libro, ya sin tapa, que enrollada como  un pergamino, escrito en coreano, de papel suave y ligero, como el de las biblias. Leía y cerraba los ojos, y bajo la mascarilla, se podía advertir el susurro de sus deseos.

Ligera, vestida con colores neutros, contrastaba  con  los otros viajeros.

Había en ella la profunda reverencia que seguramente lleva cumpliendo en muchas vidas.

Todo ello vino  a contrastar meses después  cuando irrumpió  un rapero venezolano cantando sobre el desarraigo y el gran deseo de poder abrazar a su mamá,  mientras sobrevive en Madrid,  como nunca se lo imaginó, cantando en el metro, bajando y subiendo, todo el dia, para comer y poder dormir bajo un techo.

Leer, rezar y cantar. Combinación humana para vencer el desaliento.

jueves, 18 de septiembre de 2025

Despiece




España es un país  que asesina a toros desde una plaza, especie de escenario hueco para celebrar un acontecimiento en las que hay vestimentas coloridas, musica, mucho postureo y alcohol.  Cuatro cosas habituales por estas tierras al momento de salir de las cuatro paredes del hogar.

La semana pasada se despertó  un debate en la televisión, dada la postura aventajada e inmisericorde  de una invitada en un programa de la televisión nacional.

La conciencia es superficial en algunos: la revisten de arte, pero se cuidan mucho de exhibir las fotos de cómo es el despiece final, de este maravilloso animal, que no merece ni la forma en que muere, mucho menos imponerlo, en las preparadas y penosas condiciones al duelo.

Visito Barcelona  muy a menudo y celebro que en esta ciudad se hayan prohibido las corridas de toros desde 2010. La plaza de toros es ahora un centro comercial,  de arquitectura audaz que conservó  y levantó pilares para revestir todo el espacio. Recorrerlo  es como un triunfo que esparce hasta alegria

Pero en Madrid se celebran las fiestas de San Isidro con  carteles de las corridas. Se agotan entradas y se exhiben los que no tienen otra cosa mas que hacer que defender lo que cada vez es más incoherente defender.

Si un animal  muere por tus manos, no le llames arte.  Mucho más cuando el show está  tan bien preparado, con siglos de conocimiento para ir endureciendo aún más las condiciones del animal indefenso ante el verdadero verdugo que es el ser humano.

A lo largo  del año, en las festividades de muchos pueblos las principales atracciones  son los toros por lo que todavía es una empresa portentosa, que además recibe subsidio estatal.

Mientras en los colegios van enseñando muchos principios y códigos para vivir una mejor vida, cara a una nueva humanidad, el consumo de carne animal aumenta y el tema taurino pasa por debajo de la mesa.

La fiesta brava no es sólo uno de los tantos temas que separan a los españoles. Son muchos. Estamos en tierras resbaladizas,  con falsas ideas sembradas como estacas. Las estacas, acuérdense bien, dividen; nunca florecen, fueron sembradas muertas.

Y si bien podemos entender la admiración que despertaron en hombres como Heminway los toros de lidia, mientras disfrutaba de su vida aventurera para construir sus novelas, creemos que la efervescencia  hacia los toreros es un desprecio a la vida.

Cuando vamos paso a paso estudiando parte de la historia española para entender a nuestros ancestros, vemos que España sigue siendo dos vertientes, dos caras.

Los que luchan por construir la memoria histórica  y los que quieren desparecerla.

Si los posiciones no se reconcilian perderá la conciencia colectiva, que tanto tiene que aprender de lo que podría ser un debate nacional, buscando amor y justicia, a la par.

Pusieron a disposición de todos los españoles en la televisora nacional la pelicula El maestro que prometió  el mar, de la realizadora Patricia Font, drama histórico sobre una de las miles de almas nobles desparecidas por sus ideas,  por soñar con un mundo mejor.

El acto de reconciliar tiene mucho que ver con el despiece: hay que separar los órganos más perjudicados y emitirles las vibraciones exactas de la sanación.

Otro asunto es el toro asesinado para gloria de la ignorancia. Sus pedazos igual se venden y se comen en cualquier bacanal, por menos ostentosa que sea.

Siempre celebraré  la anécdota familiar de mi hermano mayor, que fue llevado, muy a su pesar, a la plaza de toros,  y se alegró  con toda su fuerza de niño de seis años, cuando una cornada hizo que el torero fuera asistido, abandonando  la plaza.

La inocencia es mas sabia  que la tauromaquia.

Esperemos que mas pronto de lo que esperamos, sea respetada la vida de este ser sintiente, que sólo cumple  en la naturaleza su sagrado papel como todos los animales.

A los dos días los medios de comunicacion y las redes dejaron de hablar del tema taurino. 

Así vamos por la autopista online de la superficialidad. 












lunes, 8 de septiembre de 2025

Kitty

Tierras quemadas, brotadas de quitameriendas (falso azafrán)


Durante unos días de este período vacacional me dejaron una gata negra para que la cuidase mientras sus dueñas se iban a refrescar por el mar Mediterráneo. Segundo año que repite en este hogar, ya el anterior estuvo una semana. La memoria de los gatos dicen que es frágil y el estrés que sufren cuando se les traslada a sitios desconocidos, aún mayor.

Kitty llegó escurridiza y completamente húmeda. Por el camino, se orinó. Después de ser forzada mimosamente a un baño, se metió debajo la cama y sólo salió horas después, tras escuchar los sonidos de las croquetas de pollo, distribuido al lado de la ración de comida húmeda, de acuerdo a las instrucciones de sus amas, tal y como le sirven, todas las noches.

El olfato debió también motivarla. Asimismo los atentos oídos, quizás hartos de escuchar toda la tarde, invitaciones de salir de su escondite.

Después de cenar agarró confianza.  Se quedó olfateando un poco, olió al gato de la casa, que siempre la observó con curiosidad y desdén, y se volvió  a refugiar en el ultimo rincón, debajo de la cama.

Fácil fue descubrir que en la noche y madrugada se convirtió en la reina de la sala de estar, donde se la pasaban los dos felinos jugando, ella siempre dominante y ejecutante de todas las acciones, que invitaban a correr, perseguirse, enfurruñarse y subirse a los muebles.

Durante el día, durmiendo y después de las 10 pm, disfrutando de la nocturnidad, a sus anchas.

Son gatos de ciudad, viviendo en apartamentos, vacunados,  esterilizados y tan consentidos  que hacen creer que nos pertenecen cuando la verdadera realidad es que somos, sus humanos, siervos y lacayos.

La novedad de Kitty en casa fue una de las atracciones poderosas de este verano. Al regresar a su hogar dejó un vacío y es que la personalidad de su raza egipcia, junto con el poder de su aterciopelado color negro, causó embrujo hasta en mi gato castrado. Para superarla, cayó en coma de sueño, alrededor de 24 horas.

Todo esto en un verano marcado por el calor, los traslados por Madrid mientras realizan obras por todas partes; jóvenes vomitando y  peleándose alrededor de bares y discotecas nocturnos.

Se propagaron incendios en muchas zonas, arrastrando desolación y responsabilidades, porque muchos fueron provocados por personas, lo cual desorienta aún más.

Ha sido un verano intenso, con muchos brotes de rabia e incorcordia por doquier, sin avances políticos porque no hay acuerdos entre quienes tienen que trabajar por el desarrollo de las gentes y los pueblos.

El asedio es la marca de la política española. En todos y cada uno de los temas que los medios de comunicación cuelan entre la población, empiezan a camuflarse mentiras y  noticias dirigidas a confundir, y obligar a pescar en rio revuelto.

Sin embargo los ciudadanos no son tan frágiles cómo algunos piensan, ni tan tontos, por mas coerciones y arrebatos que se desaten en las televisoras y emisoras nacionales, intentando manipularles.

Se asoman los cambios de temperatura, el bochorno del calor ya pasó, las tierras quemadas empiezan a brotarse de color lila, el inconfundible rastro del quitameriendas, también conocido como falso azafrán. 

Surgen hojas  en los madroños y álamos temblorosos. 

Mariposas e insectos  demuestran  que saben nutrirse hasta en la más terrible descomposición.

La rutina de anunciar si va o no a llover, si se acerca algún chubasco o alguna tormenta, añora esos días que llovía porque si y sin que lo supiéramos, empapándonos de vida y de autencidadad, sin necesidad de guarecernos, porque era maravilloso mojarse, sentir la sorpresa; la ruta marcada por la confianza en todo cuanto sucede.

La misma que tienen los animales en nosotros, con todo y nuestro comportamiento salvaje. 

domingo, 10 de agosto de 2025

Bicicleta blanca




Retomando mi deseo de dar vueltas por el barrio donde vivo, descubro que camino y voy por las mismas calles, por mas que me empeñe en cambiar rutas.

Sin embargo, lo voy consiguiendo. 

Ya he cruzado umbrales un poco mas toscos y también algunos mas sedientos, lo cual me hace entender ese regreso semiconsciente a lo conocido. Y no es que ande temerosa por las calles de Madrid, ni mucho menos, pero la confianza no traduce ligereza. La transparencia de su color es vital, en cualquier parte del mundo; lo hemos reconocido desde que cruzáramos Caracas en maravillosas madrugadas. Otros tiempos. Otros entusiasmos.

Así fue como descubrí, un poco más allá del centro de salud ubicado en una calle ancha y con semáforo,  una bicicleta pintada de blanco y en su asiento unas flores plásticas de colores, atada al poste, con una cadena.

Aunque no sabía el lugar exacto, recordé la noticia del pasado diciembre de 2024. Uno de los chicos, conocidos aquí como riders,  que a las 2 de madrugada iba o venía de repartir comida, fallecía justo en esas cuatro esquinas, arrollado por un automóvil que también a su paso arrancò el buzón de correos, arrastró contenedores de basura, un banco para sentarse y un árbol tuvo que ser podado y desenterrado.

Un suceso  violento e inverosímil como los muchos accidentes que no encuentran palabras con los que explicarse, en una zona residencial, con suficientes testigos para observar la forma como huyeron ilesos, conductor y copiloto del automóvil, aunque al día siguiente, el primero se entregara y después se le diera libertad provisional, bajo la investigación de un delito de homicidio imprudente.

El rider no llevaba identificación ni se ha informado hasta ahora nombre ni nacionalidad. Podía tener una situación irregular al estar trabajando para Glovo, porque a muchos les subarriendan el derecho a usar la plataforma,  convirtiéndose en falsos autónomos, en este cruel juego de sobrevivencia a la que están obligados muchos en esta España, tan ocupada de tantos asuntos, desocupada en tantos otros.

La regularización de los repartidores a domicilio que utilizan bicicletas, motos y hasta patinetes es algo que no esta resultando sencillo.

De origen latinoamericano seguro era este muchacho. Lo mas probable que venezolano. La gran inmensa de nuestros jóvenes han tenido que aceptar condiciones inaceptables con tal de sobrevivir en este país y buena parte de ellos vive por las propinas que reciben mas que por el salario que deberían recibir, explotación mas bien que los ha llevado a reinventarse y buscar soluciones que rozan irregularidades.

Lo cierto es que ese recordatorio que ha quedado allí, esa bicicleta pintada con prisa de blanco, revela que su muerte, anclada en un lugar para él desconocido, busca luz en la oscuridad de su noche.

Todos entendemos un poco la muerte y sabemos que el destino trazado implica la despedida que hayamos firmado. Pero conmueve este absurdo accidente y sus consecuencias para un alma joven, mientras observamos, todas las noches en la discoteca de la esquina, cómo cientos desperdician  la vida bebiendo y vomitando, en las aceras circunvecinas.

Es que además a estos riders venezolanos los vemos a diario por aquí.  Con su desparpajo “para echarle bolas”, a la faena diaria; su sudor ligero mientras pedalean, las chicas ataviadas con franelas manga largas, para no tostarse tanto por el sol “porque venezolana que se respete no pierde nunca el glamour”; sus sonrisas, su resuelve para todo. La energía de unos ancestros que han sido más que sobrevivientes.

Por ese lugar de Moscardó no pasará la indiferencia, ni siquiera en invierno.

Con tribulación, sin conocerte, te recordaremos. 

domingo, 2 de febrero de 2025

Año nuevo

 




Caminando por la acera vi a Mie Ling pasar por mi lado sin verme siquiera. Le llamé y la saqué de su ensimismamiento. Se disculpó, iba abstraída de un restaurante a otro, es encargada de los dos.

Le pregunté cómo estaba, por su padre e hijo, me respondió con la amabilidad que la caracteriza.

Seguí mi camino hacia el supermercado, al que iba buscando cilantro.

Justo esta semana pasada y hoy domingo el barrio de Usera estuvo colmado de numerosos visitantes (más que nunca), porque hubo la celebración del Año Nuevo Chino. Las cantidades de personas que se acercan el sábado al parque Pradolongo y el domingo al desfile o pasacalles impresionan, las familias abarrotan el metro, se arman filas kilométricas de coches por los accesos y hay una ilusión que realmente se vive con alma de niño.

Desde que vivo en Madrid he asistido todos los años a esta fiesta pero este año por razones ya más profundas para revelar aquí, me pregunté qué hacía en un lugar como este, tropezándome con la multitud e insatisfecha más que convencida, porque fue ver un poco más de lo mismo.

El año más raro que por estas calles experimenté fue el 2020, cuando por las razones que después descubrimos vi que los ciudadanos asiáticos no se esmeraron en la festividad y que para nada estaba reflejada la rata en sus celebraciones, portadora de epidemias, como muy bien vivimos, sin más nada que podamos agregar a ese vivencial recuerdo pandemia,

El año pasado vimos el destello del dragón con muchos bombos y platillos, y este 2025 la serpiente parece que va a vislumbrar grandes sorpresas. El desfile fue corto y sin muchos aspavientos. La cultura china es enigmática.

Las pantomimas las protagonizaron los leones y  los dragones, no vimos a nadie disfrazado de serpiente, aunque los que hablan de ella enseguida dicen que atrae la suerte. Ningún símbolo de este reptil entre los artistas que lucieron el colorido de las ropas, rojas, amarillas, verdes; la magia de los abanicos y los movimientos de las distintas disciplinas chinas y asociaciones que se unen a este encuentro

Rodeada de tantas personas, hombres y mujeres cargados con niños en coches, vimos a personas desfilando, esforzándose por dar lo mejor en el pasacalle, pero esta vez no hubo el derroche del 2024. Siempre reparten una especie de careta de cartón del animal del año, este año no la repartieron, por amigable que intentaron dibujar la serpiente en los afiches promocionales. Tampoco hubo cuando se celebró el año de la rata.

En el barrio todos los comercios estaban abiertos, incluso las cafeterías que no abren los domingos estuvieron atendiendo a los convidados y muy llenos desde temprano, con clientes deseosos de apreciar la experiencia en el Chinatown madrileño, que ya me queda deslucido, porque parecía la continuación del año del Dragon. Necesitadas también del cariño de los trapos para sacar brillo y las brochas y la pintura, observamos a algunas carrozas.

Todos los restaurantes chinos tenían largas filas de comensales esperando para entrar a comer. Muchos visitantes al barrio se quedaron sin poder saborear los exóticos platillos, cansados de esperas. Numerosos locales atendían solo por reserva y en estos siguientes quince días, estarán llenos, sin posibilidades de abrir nuevas ofertas a menos que anulen algunos clientes las citas.

Sentada en la cafetería que descubrí solo abre el único domingo de celebración del nuevo Año Chino vi a uno de los artistas de calle tomando un café, ataviado con el típico traje chino. Un hombre mayor, muy serio, antes de tomar el café pidió otra bolsa de azúcar porque se le había caído adentro la primera, que sacó empapada. De un par de tragos, aunque estaba muy caliente, se lo tomó. Pagó y se fue, viendo sin mirar, con una dureza inescrutable.

Tengo un vecino de origen asiático que en estos años que llevo viviendo en el mismo edificio tan solo me lo he cruzado una vez. Sale de madrugada, imagino. Regresa muy tarde también porque nunca más he coincidido con él.

Imaginé cómo estarían de agotados los pies de mi amiga china Mie Ling. Y su cabeza organizada y resuelta, convertida en mecanizado robot. Con los dos restaurantes que dirige, a metros uno del otro, con la demanda irracional de los comensales, en un sin parar en un día de fiesta

¿Para quién?

Los esclavos de pie  atendiendo a los esclavos sentados, sin que nada nos concientice, siempre hambrientos, en esta irracional y desmesurada falsa modernidad que hemos cimentado.

 

 


 

 

 

 

domingo, 26 de enero de 2025

Fe en la vida



Me he reconciliado un poco con Madrid y con España. He tenido unos días de descanso, vi el mar al hacer un corto y pequeño viaje hacia el Cantábrico, olvidando la ingratitud tele diaria de los hombres y mujeres que apuestan a ser peores por nada.

En el metro de Madrid, primero escuché a un hombre con violín, interpretar el Adagio de Tomaso Giovanni Albinoni. Tras varias estaciones terminó y con toda su dulce serenidad, pasó recogiendo las escasas monedas que le echaron en un discreto macuto color negro.

Mientras la sobrevivencia del músico al igual que el que ofrece chupachups se expone de una forma más vivencial, en el metro van trabajadores con las mismas necesidades de ir completando el día para terminarlo donde quiera que sea, con un poco de paz.

Allí es donde no ayudan para nada los noticieros y aunque todavía son bastante visualizados porque las horas buscan que coincidan con las estrategias espasmódicas de los hogares, del cansancio, de enterarse de la narrativa y el control del clima y del tiempo, cada vez se verán menos, porque además están demostrando una parcialidad abusiva con el poder, con los que están tomando decisiones para castigar, en vez de mitigar necesidades colectivas.

Tomé el metro para ir al otro lado de la ciudad, para sacarme la fe de vida y para merodear lugares donde encontrar verduras y frutas, casi las mismas que venden cerca de mi casa, tan solo por el placer de comprarlas en un lugar desconocido. Encontré las sorpresas que encuentra todo peregrino cuando la confianza guía: más baratas, de mejor calidad y una variedad que me dejó satisfecha, aunque tuviera que cargar las bolsas más llenas y por más tiempo.

La primera diligencia fue rápida y la segunda placentera. Cuando vas a un lugar nuevo todo resuma descubrimiento, te tratan mejor y hasta las filas de los clientes parecen cómodas y gratificantes.

Así fue el viaje hacia una playa del Cantábrico. El mar vibrante que ya conocíamos, que esta época del año ofrecía pizperetas, dignas de las mejores aventuras. Allí estaban los surfistas y los hombres y mujeres mayores que se atreven a nadar y sumergirse, apostando por la vida.

Experimentar en lugares nuevos y desconocidos traen esa gracia que es la novedad, cualidad de reconciliación en este caso, con terrenos que retornaron para abrirse de nuevo, como los colores de los amaneceres en pleno océano.

Con la exuberancia de paisaje, con el ritmo de las aguas de noche y de día, reconocimos que España es un país hermoso y organizado, en que se pueden respirar muchos aires, libertad y seguridad, luchando por corregir vicios políticos-sociales-económicos, en duras y no siempre leales batallas ni siquiera jurídicas.

El regreso por el metro de Madrid fue de la mano de una artista que empezó su jornada en el ultimo vagón cantando Como la flor, de Selena. Ritmo danzarín para un despecho muy bien asimilado.

Por suerte, nosotros sintonizamos, desde hace mucho más tiempo del que creemos recordar, con la danza del adagio y de la fe en la vida.