A propósito de la canonización de San José Gregorio Hernández, el médico de los pobres.
El nombre de este blog también da nombre a mi primer libro, ensayo autobiográfico. En él reúno artículos, entrevistas, análisis de obras literarias, películas y obras de arte, poemas y ejercicios literarios que he ido publicando en diversos medios de comunicación.
lunes, 27 de octubre de 2025
José Gregorio
miércoles, 24 de septiembre de 2025
Shade
![]() |
| El metro de Madrid, lectura del mundo |
jueves, 18 de septiembre de 2025
Despiece
España es un país que asesina a toros desde una plaza, especie de escenario hueco para celebrar un acontecimiento en las que hay vestimentas coloridas, musica, mucho postureo y alcohol. Cuatro cosas habituales por estas tierras al momento de salir de las cuatro paredes del hogar.
La semana pasada se despertó un debate en la televisión, dada la postura aventajada e inmisericorde de una invitada en un programa de la televisión nacional.
La conciencia es superficial en algunos: la revisten de arte, pero se cuidan mucho de exhibir las fotos de cómo es el despiece final, de este maravilloso animal, que no merece ni la forma en que muere, mucho menos imponerlo, en las preparadas y penosas condiciones al duelo.
Visito Barcelona muy a menudo y celebro que en esta ciudad se hayan prohibido las corridas de toros desde 2010. La plaza de toros es ahora un centro comercial, de arquitectura audaz que conservó y levantó pilares para revestir todo el espacio. Recorrerlo es como un triunfo que esparce hasta alegria
Pero en Madrid se celebran las fiestas de San Isidro con carteles de las corridas. Se agotan entradas y se exhiben los que no tienen otra cosa mas que hacer que defender lo que cada vez es más incoherente defender.
Si un animal muere por tus manos, no le llames arte. Mucho más cuando el show está tan bien preparado, con siglos de conocimiento para ir endureciendo aún más las condiciones del animal indefenso ante el verdadero verdugo que es el ser humano.
A lo largo del año, en las festividades de muchos pueblos las principales atracciones son los toros por lo que todavía es una empresa portentosa, que además recibe subsidio estatal.
Mientras en los colegios van enseñando muchos principios y códigos para vivir una mejor vida, cara a una nueva humanidad, el consumo de carne animal aumenta y el tema taurino pasa por debajo de la mesa.
La fiesta brava no es sólo uno de los tantos temas que separan a los españoles. Son muchos. Estamos en tierras resbaladizas, con falsas ideas sembradas como estacas. Las estacas, acuérdense bien, dividen; nunca florecen, fueron sembradas muertas.
Y si bien podemos entender la admiración que despertaron en hombres como Heminway los toros de lidia, mientras disfrutaba de su vida aventurera para construir sus novelas, creemos que la efervescencia hacia los toreros es un desprecio a la vida.
Cuando vamos paso a paso estudiando parte de la historia española para entender a nuestros ancestros, vemos que España sigue siendo dos vertientes, dos caras.
Los que luchan por construir la memoria histórica y los que quieren desparecerla.
Si los posiciones no se reconcilian perderá la conciencia colectiva, que tanto tiene que aprender de lo que podría ser un debate nacional, buscando amor y justicia, a la par.
Pusieron a disposición de todos los españoles en la televisora nacional la pelicula El maestro que prometió el mar, de la realizadora Patricia Font, drama histórico sobre una de las miles de almas nobles desparecidas por sus ideas, por soñar con un mundo mejor.
El acto de reconciliar tiene mucho que ver con el despiece: hay que separar los órganos más perjudicados y emitirles las vibraciones exactas de la sanación.
Otro asunto es el toro asesinado para gloria de la ignorancia. Sus pedazos igual se venden y se comen en cualquier bacanal, por menos ostentosa que sea.
Siempre celebraré la anécdota familiar de mi hermano mayor, que fue llevado, muy a su pesar, a la plaza de toros, y se alegró con toda su fuerza de niño de seis años, cuando una cornada hizo que el torero fuera asistido, abandonando la plaza.
La inocencia es mas sabia que la tauromaquia.
Esperemos que mas pronto de lo que esperamos, sea respetada la vida de este ser sintiente, que sólo cumple en la naturaleza su sagrado papel como todos los animales.
A los dos días los medios de comunicacion y las redes dejaron de hablar del tema taurino.
Así vamos por la autopista online de la superficialidad.
lunes, 8 de septiembre de 2025
Kitty
![]() |
| Tierras quemadas, brotadas de quitameriendas (falso azafrán) |
Durante unos días de este período vacacional me dejaron una gata negra para que la cuidase mientras sus dueñas se iban a refrescar por el mar Mediterráneo. Segundo año que repite en este hogar, ya el anterior estuvo una semana. La memoria de los gatos dicen que es frágil y el estrés que sufren cuando se les traslada a sitios desconocidos, aún mayor.
domingo, 10 de agosto de 2025
Bicicleta blanca
Retomando mi deseo de dar vueltas por el barrio donde vivo, descubro que camino y voy por las mismas calles, por mas que me empeñe en cambiar rutas.
domingo, 2 de febrero de 2025
Año nuevo
Caminando
por la acera vi a Mie Ling pasar por mi lado sin verme siquiera. Le llamé y la
saqué de su ensimismamiento. Se disculpó, iba abstraída de un restaurante a
otro, es encargada de los dos.
Le
pregunté cómo estaba, por su padre e hijo, me respondió con la amabilidad que
la caracteriza.
Seguí
mi camino hacia el supermercado, al que iba buscando cilantro.
Justo
esta semana pasada y hoy domingo el barrio de Usera estuvo colmado de numerosos
visitantes (más que nunca), porque hubo la celebración del Año Nuevo Chino. Las
cantidades de personas que se acercan el sábado al parque Pradolongo y el
domingo al desfile o pasacalles impresionan, las familias abarrotan el metro,
se arman filas kilométricas de coches por los accesos y hay una ilusión que
realmente se vive con alma de niño.
Desde
que vivo en Madrid he asistido todos los años a esta fiesta pero este año por
razones ya más profundas para revelar aquí, me pregunté qué hacía en un lugar
como este, tropezándome con la multitud e insatisfecha más que convencida,
porque fue ver un poco más de lo mismo.
El año más raro que por estas calles experimenté fue el 2020, cuando por las razones que después descubrimos vi que los ciudadanos asiáticos no se esmeraron en la festividad y que para nada estaba reflejada la rata en sus celebraciones, portadora de epidemias, como muy bien vivimos, sin más nada que podamos agregar a ese vivencial recuerdo pandemia,
El
año pasado vimos el destello del dragón con muchos bombos y platillos, y este
2025 la serpiente parece que va a vislumbrar grandes sorpresas. El desfile fue
corto y sin muchos aspavientos. La cultura china es enigmática.
Las
pantomimas las protagonizaron los leones y los dragones, no vimos a nadie disfrazado
de serpiente, aunque los que hablan de ella enseguida dicen que atrae la
suerte. Ningún símbolo de este reptil entre los artistas que lucieron el
colorido de las ropas, rojas, amarillas, verdes; la magia de los abanicos y los
movimientos de las distintas disciplinas chinas y asociaciones que se unen a
este encuentro
Rodeada
de tantas personas, hombres y mujeres cargados con niños en coches, vimos a personas desfilando, esforzándose por dar lo mejor en el pasacalle, pero esta
vez no hubo el derroche del 2024. Siempre reparten una especie de careta de
cartón del animal del año, este año no la repartieron, por amigable que
intentaron dibujar la serpiente en los afiches promocionales. Tampoco hubo cuando
se celebró el año de la rata.
En
el barrio todos los comercios estaban abiertos, incluso las cafeterías que no
abren los domingos estuvieron atendiendo a los convidados y muy llenos desde
temprano, con clientes deseosos de apreciar la experiencia en el Chinatown
madrileño, que ya me queda deslucido, porque parecía la continuación del año
del Dragon. Necesitadas también del cariño de los trapos para sacar brillo y las
brochas y la pintura, observamos a algunas carrozas.
Todos
los restaurantes chinos tenían largas filas de comensales esperando para entrar
a comer. Muchos visitantes al barrio se quedaron sin poder saborear los exóticos platillos, cansados de
esperas. Numerosos locales atendían solo por reserva y en estos siguientes quince días,
estarán llenos, sin posibilidades de abrir nuevas ofertas a menos que anulen algunos
clientes las citas.
Sentada
en la cafetería que descubrí solo abre el único domingo de celebración del nuevo Año Chino vi
a uno de los artistas de calle tomando un café, ataviado con el típico traje
chino. Un hombre mayor, muy serio, antes de tomar el café pidió otra bolsa de
azúcar porque se le había caído adentro la primera, que sacó empapada. De un
par de tragos, aunque estaba muy caliente, se lo tomó. Pagó y se fue, viendo sin mirar, con
una dureza inescrutable.
Tengo
un vecino de origen asiático que en estos años que llevo viviendo en el mismo
edificio tan solo me lo he cruzado una vez. Sale de madrugada, imagino. Regresa
muy tarde también porque nunca más he coincidido con él.
Imaginé
cómo estarían de agotados los pies de mi amiga china Mie Ling. Y su cabeza organizada y
resuelta, convertida en mecanizado robot. Con los dos restaurantes que dirige, a metros uno del otro, con la
demanda irracional de los comensales, en un sin parar en un día de fiesta
¿Para
quién?
Los
esclavos de pie atendiendo a los
esclavos sentados, sin que nada nos concientice, siempre hambrientos, en esta
irracional y desmesurada falsa modernidad que hemos cimentado.
domingo, 26 de enero de 2025
Fe en la vida
Me he reconciliado un poco con Madrid y con España. He tenido unos días de descanso, vi el mar al hacer un corto y pequeño viaje hacia el Cantábrico, olvidando la ingratitud tele diaria de los hombres y mujeres que apuestan a ser peores por nada.
En
el metro de Madrid, primero escuché a un hombre con violín, interpretar el Adagio de Tomaso
Giovanni Albinoni. Tras varias estaciones terminó y con toda su dulce serenidad,
pasó recogiendo las escasas monedas que le echaron en un discreto macuto color
negro.
Mientras
la sobrevivencia del músico al igual que el que ofrece chupachups se expone de
una forma más vivencial, en el metro van trabajadores con las mismas necesidades
de ir completando el día para terminarlo donde quiera que sea, con un poco de
paz.
Allí
es donde no ayudan para nada los noticieros y aunque todavía son bastante
visualizados porque las horas buscan que coincidan con las estrategias
espasmódicas de los hogares, del cansancio, de enterarse de la narrativa y el
control del clima y del tiempo, cada vez se verán menos, porque además están demostrando
una parcialidad abusiva con el poder, con los que están tomando decisiones para
castigar, en vez de mitigar necesidades colectivas.
Tomé
el metro para ir al otro lado de la ciudad, para sacarme la fe de vida y para
merodear lugares donde encontrar verduras y frutas, casi las mismas que venden
cerca de mi casa, tan solo por el placer de comprarlas en un lugar desconocido.
Encontré las sorpresas que encuentra todo peregrino cuando la confianza guía:
más baratas, de mejor calidad y una variedad que me dejó satisfecha, aunque
tuviera que cargar las bolsas más llenas y por más tiempo.
La
primera diligencia fue rápida y la segunda placentera. Cuando vas a un lugar
nuevo todo resuma descubrimiento, te tratan mejor y hasta las filas de los
clientes parecen cómodas y gratificantes.
Así
fue el viaje hacia una playa del Cantábrico. El mar vibrante que ya conocíamos,
que esta época del año ofrecía pizperetas, dignas de las mejores aventuras. Allí
estaban los surfistas y los hombres y mujeres mayores que se atreven a nadar y
sumergirse, apostando por la vida.
Experimentar
en lugares nuevos y desconocidos traen esa gracia que es la novedad, cualidad
de reconciliación en este caso, con terrenos que retornaron para abrirse de
nuevo, como los colores de los amaneceres en pleno océano.
Con
la exuberancia de paisaje, con el ritmo de las aguas de noche y de día,
reconocimos que España es un país hermoso y organizado, en que se pueden
respirar muchos aires, libertad y seguridad, luchando por corregir vicios
políticos-sociales-económicos, en duras y no siempre leales batallas ni
siquiera jurídicas.
El
regreso por el metro de Madrid fue de la mano de una artista que empezó su
jornada en el ultimo vagón cantando Como la flor, de Selena. Ritmo danzarín
para un despecho muy bien asimilado.
Por
suerte, nosotros sintonizamos, desde hace mucho más tiempo del que creemos
recordar, con la danza del adagio y de la fe en la vida.







