España es un país que asesina a toros desde una plaza, especie de escenario hueco para celebrar un acontecimiento en las que hay vestimentas coloridas, musica, mucho postureo y alcohol. Cuatro cosas habituales por estas tierras al momento de salir de las cuatro paredes del hogar.
La semana pasada se despertó un debate en la televisión, dada la postura aventajada e inmisericorde de una invitada en un programa de la televisión nacional.
La conciencia es superficial en algunos: la revisten de arte, pero se cuidan mucho de exhibir las fotos de cómo es el despiece final, de este maravilloso animal, que no merece ni la forma en que muere, mucho menos imponerlo, en las preparadas y penosas condiciones al duelo.
Visito Barcelona muy a menudo y celebro que en esta ciudad se hayan prohibido las corridas de toros desee 2010. La plaza de toros es ahora un centro comercial, de arquitectura audaz que conservó y levantó pilares para revestir todo el espacio. Recorrerlo es como un triunfo que esparce hasta alegria
Pero en Madrid se celebran las fiestas de San Isidro con carteles de las corridas. Se agotan entradas y se exhiben los que no tienen otra cosa mas que hacer que defender lo que cada vez es más incoherente defender.
Si un animal muere por tus manos, no le llames arte. Mucho más cuando el show está tan bien preparado, con siglos de conocimiento para ir endureciendo aún más las condiciones del animal indefenso ante el verdadero verdugo que es el ser humano.
A lo largo del año, en las festividades de muchos pueblos las principales atracciones son los toros por lo que todavía es una empresa portentosa, que además recibe subsidio estatal.
Mientras en los colegios van enseñando muchos principios y códigos para vivir una mejor vida, cara a una nueva humanidad, el consumo de carne animal aumenta y el tema taurino pasa por debajo de la mesa.
La fiesta brava no es sólo uno de los tantos temas que separan a los españoles. Son muchos. Estamos en tierras resbaladizas, con falsas ideas sembradas como estacas. Las estacas, acuérdense bien, dividen; nunca florecen, fueron sembradas muertas.
Y si bien podemos entender la admiración que despertaron en hombres como Heminway los toros de lidia, mientras disfrutaba de su vida aventurera para construir sus novelas, creemos que la efervescencia hacia los toreros es un desprecio a la vida.
Cuando vamos paso a paso estudiando parte de la historia española para entender a nuestros ancestros, vemos que España sigue siendo dos vertientes, dos caras.
Los que luchan por construir la memoria histórica y los que quieren desparecerla.
Si los posiciones no se reconcilian perderá la conciencia colectiva, que tanto tiene que aprender de lo que podría ser un debate nacional, buscando amor y justicia, a la par.
Pusieron a disposición de todos los españoles en la televisora nacional la pelicula El maestro que prometió el mar, de la realizadora Patricia Font, drama histórico sobre una de las miles de almas nobles desparecidas por sus ideas, por soñar con un mundo mejor.
El acto de reconciliar tiene mucho que ver con el despiece: hay que separar los órganos más perjudicados y emitirles las vibraciones exactas de la sanación.
Otro asunto es el toro asesinado para gloria de la ignorancia. Sus pedazos igual se venden y se comen en cualquier bacanal, por menos ostentosa que sea.
Siempre celebraré la anécdota familiar de mi hermano mayor, que fue llevado, muy a su pesar, a la plaza de toros, y se alegró con toda su fuerza de niño de seis años, cuando una cornada hizo que el torero fuera asistido, abandonando la plaza.
La inocencia es mas sabia que la tauromaquia.
Esperemos que mas pronto de lo que esperamos, sea respetada la vida de este ser sintiente, que sólo cumple en la naturaleza su sagrado papel como todos los animales.
A los dos días los medios de comunicacion y las redes dejaron de hablar del tema taurino.
Así vamos por la autopista online de la superficialidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario