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El metro de Madrid, lectura del mundo |
Todos los días a las seis y media de la mañana llego a una estación de metro. Ya a esa hora hay un músico tocando melodías.
He recordado que en primavera le gustaba iniciar el día con la interpretacion agridulce de Shade of my heart, de Sting.
Llevo ya varios días subiendo al vagón con esa melodía en mi cabeza. Una canción que si mi memoria no falla fue tema y/o compuesta para la pelicula The professional, un asesino a sueldo que tenía una relación maternal con una planta, y paternal con una adolescente que quedó huérfana, por acciones identificas a las que el perpetraba; en un inusitado acto de compasión.
Antes de llegar a mi destino veo a muchas personas leer en el metro. No solo hay móviles y cascos como le dicen aquí a los auriculares. También hay libros físicos, gruesos y pesados.
Se descubre además que entre las caras de aceptación del destino, del ir a trabajar con suerte para satisfacer necesidades basicas, hay rostros de entretenimiento y risas por las banalidades de las redes; y está la gente que reza.
Mujeres u hombres, mayores y hasta más jóvenes, que tienen sus ceremonias con discreción, sentados en el metro.
Pensamientos, meditaciones y ritos de trascendencia.
Y como Madrid es un paraíso de identidades, el otro día me encontré a una mujer de rasgos asiáticos que en sus manos cargaba un libro, ya sin tapa, que enrollada como un pergamino, escrito en coreano, de papel suave y ligero, como el de las biblias. Leía y cerraba los ojos, y bajo la mascarilla, se podía advertir el susurro de sus deseos.
Ligera, vestida con colores neutros, contrastaba con los otros viajeros.
Había en ella la profunda reverencia que seguramente lleva cumpliendo en muchas vidas.
Todo ello vino a contrastar meses después cuando irrumpió un rapero venezolano cantando sobre el desarraigo y el gran deseo de poder abrazar a su mamá, mientras sobrevive en Madrid, como nunca se lo imaginó, cantando en el metro, bajando y subiendo, todo el dia, para comer y poder dormir bajo un techo.
Leer, rezar y cantar. Combinación humana para vencer el desaliento.
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