domingo, 30 de marzo de 2014

Ultramar de oraciones



Las alas del Ángel servían para que el grupo de hormigas hicieran el puente perfecto entre la pared y la mesa de cristal donde estaba un bol de comida, tupida de ellas, al punto, que se veía sobre la comida una masa negra, casi uniforme, roto por el movimiento tenaz de las hormigas cuando trabajan en la supervivencia.

Era un plato de caraotas rojas que se quedó allí muy bien aliñado. Lo curioso era que el racimo de uvas de color granate, que también estaba sobre la mesa,  permanecían intactas, las hormigas ni siquiera se acercaron a ellas.

El Ángel estaba cómodo. Su cuerpo tenía los caminos de las hormigas que iban muy lineadas, siguiéndose unas a otras, aunque algunas improvisaran otros lugares por donde atajar el mismo punto. Su cara ingenua tuvo el remiendo de alguien que quiso quitarle la seriedad de su rostro y le colocó una falsa sonrisa que lo hacía ver raro, con su traje azul, su pelo anaranjado y las alas muy blancas, del tamaño del cuerpo. Así lo había ejecutado un tallador naif a sabiendas de que en cualquiera parte que estuviera iba a destacar.

En cambio, en la capilla del Ángel Custodio (Hostafrancs, Barcelona) a pesar de que sus frescos modernos le han aportado cierta modernidad, al ser pequeña y acogedora, la imagen de este protector, realizada por un artista quizás hace ya varios siglos, llena de un abanico de sensaciones.

Frente a él se sienten inmensos deseos de orar y llorar, a la vez.  

La imagen tiene la fuerza del candor, como si hubiese sido esculpida con ese respeto sagrado que todos los artistas deben sentir por los materiales que utilizan para poder llevar a cabo sus mensajes pero tiene algo más, la fuerza de estar allí, desde hace tanto tiempo, de haber escuchado a las tantas personas que en paz y en guerra fueron a pedirle ayuda; de los muchos niños y niñas que lo invocaban de noche, antes de dormir.

Los colores todavía son dulces y el que se hayan desteñido con el tiempo le dan todavía la innegable fortaleza del tiempo transcurrido.

No es imponente es más bien cercano y su espada no es temible ni más grande que su cuerpo. Es un arma que por momentos se pierde entre sus alas y otras veces se alza sobre el dominio de los mundos de la muerte.

Entre estos dos ángeles sé que hay diferencias a pesar de que siento que los dos son de la guarda, pero es evidente que la energía es incomparable.



Otra fuente de verdadera inspiración en sí misma es la gótica Basílica de Santa María del Mar, conocida como la Catedral del Mar, la más antigua también de esta ciudad europea, con la imagen de una Virgen antiquísima que impone por el desgaste de lo que parece haber sido ultramar de oraciones y peticiones de mil bocas diarias, en su clamor. La fe de los pescadores y marinos que aún la tocan. Le piden.

¡Cómo no hacerlo si solo verla es una combinación de emociones, pundonores y viento erizando la piel!

La majestuosidad del recinto, su amplitud, la luz y la oscuridad que toma por igual a través del trasluz de los vitrales, en forma de enormes rosetones de colores; las naves arquitectónicas que conducen al altar central son un digno testimonio de la grandeza espiritual que acoge al ser humano, en su alma y corazón.

Allí además se palpa aura misteriosa que impone respeto y compromiso.

Oración: Porque desde estas tierras los ojos de mis ancestros los vieron antes que los míos, pido la eterna serenidad de las almas, de todos los seres humanos que pueblan este planeta, porque ni uno solo sufra violencias y condicionamientos. Que exista un verdadero encuentro con el ser que nada sabe de las limitaciones y perturbaciones emocionales que buscan arrastrarlos hacia la infelicidad.

Que el amor inunde todos los rincones y se lleve el miedo que se presenta en diversas y múltiples formas.

Que la salud física y espiritual pueble (guíe) los pasos.

Que comencemos a despertar de este sueño.


Ángel Custodio y Virgen de la Mar, de aquí y de allá, llénennos de conciliación, armonía y paz (Lectura Tangente, 30/03/2014, Notitarde).- 

Fotos: mtvo-lasmentiras.blogspot.c... /  iglesiasoviedo.blogspot.com

domingo, 23 de marzo de 2014

Van Gogh: curiosidad y ternura



La vida y obra de Vincent Van Gogh tiene muchos atractivos. Su destreza al momento de pintar, el uso anímico del color y los trazos irreverentes que daba a cada una de sus lienzos bañados por sus vivencias, alegrías y tragedias,  motivaron a realizar un documental animado que causa a los ojos del espectador una renovada visión de lo que pueden hacer dos artes al momento de unirse para construir lo que sencillamente se podría resumir en una maravilla.

Loving Vincent viene siendo el resultado de un trabajo intenso en la que participan alrededor de sesenta pintores, que trazaron las mismas pinceladas que Van Gogh y a los que se instruyó tanto en óleo como en animación para lograr tanto los paisajes como personajes, resuciten visualmente y  las palabras expresen lo mucho que él dejó escrito en cartas.

El estudio BreakThru Films, productora británico-polaca que cuenta en su haber con un Oscar al mejor cortometraje por Peter & The Wolf (2006), diseñó una técnica denominada Painted Animation Work Stations que consiste en cámaras que graban cada una de las estaciones en las que los pintores trabajaron y que fueron filmados en tiempo real, para que la técnica del 'stop motion' (que aparenta el movimiento a través de imágenes fijas sucesivas, como ya la vimos en Pedro y El Lobo) sea lo más eficiente posible.

Con Pedro y El Lobo toda Venezuela celebró la entrega de ese Oscar porque la joven valenciana Marianela Maldonado, coguionista de este cortometraje animado, ganó así el importante premio.

Hugh Welchman, productor y coguionista de Loving Vincent, explicó la difícil tarea trazada: "Creamos con cada fotograma una especie de plantilla para cada pintor. Así les damos ya las formas de la imagen y ellos solo tienen que colorearlas como Van Gogh". Algo así como el ejercicio infantil de colorea el dibujo a la enésima potencia. Pero el método, después de seis semanas intensivas de entrenamiento para que el pintor coja la técnica, funciona. 40 minutos por fotograma. 40 pintores trabajando a la vez. En total, un año y medio de trabajo y cinco millones de euros de presupuesto para completar esos 56.800 fotogramas, hora y media de película animada en la que cada pintor se habrá pasado casi 1.000 horas emulando en 1420 óleos al artista holandés”.

El proyecto aun se encuentra en proceso de financiación vía crowdfunding (especie de método de financiación masiva) y busca estrenarse justo en 2015, en el Festival de Cine de Venecia,  cuando se cumplirá el 125 aniversario de la muerte de Van Gogh esta película revolucionaria animará su alma y su esencia. En ello ha puesto especial empeño Dorota Kobiela,  ilustradora y animadora polaca, fanática de Van Gogh, es la directora artística de la película.

Para este aspiración ella se planteó la siguiente idea: "Siempre me ha dejado muy insatisfecha la forma en que el cine ha plasmado la vida de los pintores. Su arte se suele tratar como un atrezo y toda la trama se suele centrar en los escándalos, normalmente amorosos, de su vida. Esta era una oportunidad para retratar a un pintor a través de su obra", coincidiendo con el pensamiento del propio pintor que dijo que sólo se podía hablar a través del lienzo.

El doctor Paul Gachet, cuyo retrato se encuentra entre los diez cuadros más caros de la historia del arte (82,5 millones de dólares se pagaron en 1990), que le cuidó y le animó a pintar; Aveline Ravoux, la hija de los dueños de la pensión en la que el pintor murió, y el cartero Joseph Roulin, que se convirtió en su amigo, fueron los personajes escogidos para cobrar vida y mostrarlo como se intuye que fue Van Gogh a través de su obra.

También tiene la pretensión de indagar sobre la misteriosa muerte del artista holandés y recrear su vida a partir de las más de ochocientas cartas que se conservan.

Curiosidad y ternura inspira todavía Van Gogh. Ni su obra ni su humana presencia causaron indiferencia. Hasta el mismo se retrató con una venda después de cortarse una oreja en un lienzo que también alcanza cifras de venta millonarias. Allí se le nota perdido, pequeño, con la mirada de quien no sabe muy bien lo que hizo sin otro remedio que afrontarlo.

Basta leer la excelente investigación Filmografía sobre Vincent Van Gogh, escrita por Inmaculada Vico López, para darse cuenta que este genio de la pintura no pasó desapercibido y que existen muchas películas y documentales sobre su vida. Pero quizás esta última, por su ambición y su creatividad genere la luz de descubrirlo mucho más auténtico y luminoso ante nuestros ojos. Porque el mundo onírico que recreó desde hace mucho tiempo pertenece a toda la humanidad y que así se conserve (Lectura Tangente, 23/03/2014, Notitarde).- 

Imagen: it-it.facebook.com 



domingo, 16 de marzo de 2014

Cuatro paredes

Obra Dos viejos comiendo (1819-1823), de Francisco de Goya

Casi todas las calles y avenidas de cualquier ciudad del mundo son una cruz. Pocos se dan cuenta de la tremenda simbología con esta humanidad y la principal religión que une y separa para bien o desgracia de algunos. Cruz: cruzar; atravesar. Dirían los que se la echan de resabiados, un llegar, un trascender; una prueba por o superar.

Hay cruces de dos esquinas, suaves, en buen pedazo o mayoría de partes. En el cruce de cuatro esquinas es donde se producen los fenómenos como los que hemos visto en esta historia reciente de Venezuela.

Casi nadie lo percibe pero allí vive una energía oculta, impredecible y caprichosa. Ciega, sorda, muda y hambrienta, por sobre todas las cosas, peligrosa de alimentar con violencia y sangre, porque como hasta ahora se ha visto, genera todo tipo de acontecimientos.

Porque en cuatro esquinas no hay quien desempate si el asunto es de guerra. Ya hemos visto hasta el cansancio en la historia de la humanidad (pasada, presente y futura –inmediata-) que la humildad no es el norte, el sur, este u oeste de los gobernantes ni una buena mayoría de ciudadanos comunes.

Para un desempate tendría que haber gestos magnánimos que aquí parecen haber volado y aunque lo hiciesen en papelotes muy hermosos y colorados, no dejan de decirnos a todos nosotros, que la miseria es la imperante, de norte a sur, de este a oeste; y cualquiera de las combinaciones que quieran permitirse.

He visto una buena de mayoría de cuatro esquinas oscuras por más luz caribeña que les alumbre. Sin teleféricos, ni sustancias que les permitan correr hacia arriba.

Ocurren choques por más anchas que sean. Se pueden hundir, ir hacia un vacio irreductible. Escaparse hacia otros lugares. Mirar hacia otros lados y la mayoría de las veces burlarse de los destinos de los seres humanos.

Hay esquinas sortarias. Pero no culpen a las que no pueden aportar suerte: no han podido recuperarse de las muertes que sobre ellas han arrojado sin permiso y sin ningún tipo de misericordia.

La cruz de Jesús estuvo en una loma. Por ello también ellas son poderosas. Pequeños montículos de tierra que suavizan o enardecen; que traen suerte o lo contrario.

Pero todo camino es progreso a menos que alguien lo impida. Y como hay tantos agoreros en el camino hay que reconocer los desiertos de las sombras; los ríos de los mares: la fauna de la muerte: la vegetación de las alturas del frio.

Pero en el espacio abierto de las cuatro esquinas lo que más se pierde son las palabras. Para bien / para mal.



“…strumming my pain with his fingers, / singing my life with his words, killing me softly with his song, / killing me softly with his song, / telling my whole life with his words, / killing me softly with his song…”, como la canta Pitingo. 

En todas las esquinas hay historia repetida. Como en muchas cuatro paredes. Abiertas o encerradas; allí están: cantadas para el brío o la cobardía de los que quieran asumirlas.

Nadie creerá que en las abiertas cuatro esquinas se esconden los sueños y pesadillas de las cuatro paredes. Porque estar encerradas da para esa errada confusión.

 Sólo que quienes las vigilan, amparan o destrozan son diferentes estadios de espíritus; dependiendo de la energía de todos los involucrados; sean de unas u otras dimensiones.

Pero ahora existen ventanas virtuales distintas. Diferentes. Si antes era el espejo o el reflejo del agua ahora lo son las redes sociales. Pero el más virtual de todos los sentidos ha sido el sueño, con ojos abiertos o cerrados. Esa es la más poderosa arma que nadie podrá vencer por más obstáculos y barricadas que nos pongan en el camino.

La imaginación. Poderosa fuerza. Como los colores, como las incontrolables energías del planeta que mira, sienten, camina, corre y permite fuertes y débiles deseos.

“… he sang as if he knew me / in all dark despair. / And then he looked right through me / as if I wasn´t there. / And he just kept on singing, / singing clear and strong…”


Alimentar esas cuatro esquinas con amor y verdadero deseo de paz y evolución son cosas que ahora se necesitan (Lectura Tangente, 16/03/2014, Notitarde).-  

Imagen: bakedsetae.blogspot.com /  www.tvs-videos-latinos.net

domingo, 9 de marzo de 2014

El poder del amor


Nyanaponika Thera


El demonio que se alimentaba del enfado, antigua historia budista, recopilada por Nyanaponika Thera, monje nacido en Alemania, budista de la tradición Theravada, en Sri Lanka,  discípulo del maestro y erudito Nyanatiloka, revela la reflexión sanadora de nuestras emociones.

“Una vez vivía un demonio que tenía una dieta peculiar: se alimentaba del enfado de los demás. Como su campo para comer era el mundo humano, para él no había falta de alimento. Enseguida se dio cuenta de que era bastante fácil provocar disputas familiares o incluso el odio nacional y racial. Incluso el hacer estallar una guerra no era algo muy difícil para él. Y en donde fuera que tuviese éxito en causar una guerra, entonces ya se podía pegar un atracón sin demasiado esfuerzo adicional, porque cuando comienza una guerra el odio se multiplica por sí sólo y afecta incluso a gente que normalmente es amigable. De manera que el suministro de comida creció tanto que a menudo debía refrenarse de pegarse un atracón. Se mostraba más que contento de ir pegando algunos bocados de resentimiento cuando quería y que encontraba por todas partes.

Pero como a menudo pasa con la gente que suele tener éxito, se volvió más bien un adicto. Un día que estaba aburrido pensó: "¿No debería intentar esto con los dioses?". Reflexionó y escogió el cielo de los 33 dioses, gobernado por Sakka, el señor de los dioses. El demonio sabía que sólo unos pocos de esos dioses habían eliminado completamente las impurezas de la mala voluntad y la aversión, mientras que el resto todavía mantenían pequeñas riñas insignificantes. Así que por medio de un poder mágico se transfirió él mismo a ese reino celestial. Y con bastante suerte, ya que Sakka, el divino rey, estaba ausente. No había nadie en el gran salón de audiencias, así que sin pensárselo mucho se sentó en el trono vacío de Sakka esperando tranquilamente a que las cosas ocurrieran. Cosas que le proporcionarían un buen festín.

Pronto algunos de los dioses llegaron al salón y no podían creer lo que sus divinos ojos les mostraban al ver a ese horrible demonio sentado en el trono, rechoncho y sonriente. Habiéndose recuperado del shock, empezaron a lamentarse y a gritarle: "¡Horrible demonio! ¿Cómo te atreves a sentarte en el trono de nuestro señor? ¡Qué tremendo descaro! ¡Vaya crimen! ¡Serás arrojado de cabeza hacia el infierno dentro de una caldera hirviendo! ¡Serás troceado vivo! ¡Vete, vete!"

Pero mientras el enfado de los dioses crecía más y más, el demonio estaba muy satisfecho, ya que iba creciendo en tamaño por momentos, en fuerza y en poder. El enfado que absorbía dentro de su sistema empezaba a rezumar como un humo rojo resplandeciente. Y esta aura maléfica mantenía a distancia a los dioses y hacía que su esplendor disminuyera.

Súbitamente, un brillante resplandor apareció al otro de la sala, y creció en una deslumbrante luz de la cual emergió Sakka, el Rey de los dioses. Sakka, quien ya había entrado de manera irreversible en el sendero que conduce al Nibbana, permanecía tranquilo por lo que estaba viendo. La pantalla de humo creada por el enfado de los dioses se esfumó mientras se acercaba lenta y educadamente al usurpador de su trono. "Bienvenido amigo. Por favor permanece sentado, yo puedo usar otra silla. ¿Puedo ofrecerte alguna bebida de hospitalidad? Nuestra Amrita de este año no está nada mal... ¿O quizás prefieres una bebida más fuerte, como el soma védico?."

Mientras Sakka decía esas amables palabras el demonio rápidamente se empezó a transformar en un tamaño diminuto, hasta que finalmente desapareció dejando tras de sí un rastro de humo maloliente que pronto se disolvió.

La moraleja de esta historia nos retrotrae a los discursos del Buda. Pero incluso ahora, 2.500 años después, parece como si nuestro mundo estuviera asolado por grandes hordas de demonios devoradores de cólera, y la estuvieran cazando y se mantuvieran bien alimentados por millones de esclavos suyos sobre la tierra. Fuegos de odio y enormes olas de violencia amenazan con engullir a la humanidad. También las raíces de la hierba del campo de la humanidad están envenenadas por el conflicto y la discordia, manifestándose en pensamientos y palabras de cólera y en violentos deseos. ¿No es tiempo ya de de acabar con esta esclavitud autodestructiva respecto a los impulsos de odio y agresión que sólo sirven a fuerzas demoníacas? Nuestro relato nos dice como esos demonios del odio pueden ser exorcizados por el poder del amor y la amabilidad. Si este poder del amor puede ser probado y comprobado en el nivel de las raíces de la hierba, en la amplia red de las relaciones sociales, en la sociedad en su conjunto, entonces también el mundo en su conjunto no permanecerá ajeno a él” (Lectura Tangente, 09/03/2014).- 

 http://budismo.net/t1.php

domingo, 2 de marzo de 2014

Para mejor



La casa tenía un pasillo ligero. De apenas unos metros. Pero allí, sin cruzarse había tres puertas. Las de los cuartos y cocina. La del baño, la cuarta portezuela, casi estaba enfrente de una de las habitaciones.

Por allí corría el aire con mucha libertad y anunciaba  bien la salida de la casa o el pretexto al patio. Cualquiera era mejor que el cuarto, un poco pequeño, abarrotado de juguetes, dos camas, dos pequeñas y angustiosas mesas de noche que no podían contener casi nada y el espectro de unas lámparas que allí ya no estaban porque las había robado el último ladrón que entró a la casa.

Porque eran muy bellas, porque eran unas muñecas con luz interna, se las llevó, seguramente. Eso fue lo que pensé, siendo muy niña.

En la escuela a la que iba y regresaba sin cesar, que quedaba bastante lejos de la casa, porque las de cerca nunca me gustaron y no hubo forma que me pusieran a estudiar en ellas, conocí el teatro. Era burdo. No tenía cortinas y se veían a los actores fastidiados esperando su turno. Los ojos siempre se me distrajeron sin concentrarme en las obras, muy mal ejecutadas, exageradas y absurdas.

Por eso fue toda una novedad cuando me llevaron a un teatro en Caracas, siendo todavía adolescente a ver una obra para adultos que según mis padres “estaba en capacidad de entender”.

El escenario, las sillas, las cortinas, la antesala a los tres campanazos anunciando el comienzo de la puesta en escena, siempre me trajo visos del recogimiento que atrae toda oscuridad. En esos momentos, cuando todo quedaba en penumbras, segundos antes que se hiciera la luz y saliera el actor principal, más que palpitación o susto, tuve la serena impresión de ese pequeño instante sin cambio de circunstancias. Entre la luz y la oscuridad no hubo ni tenía por qué haber pavor.

La obra que vi, por vez primera, la entendí y nunca se me olvidó. Se hizo rutina ir allí a verlas y familiarizarme con ese mundo al que aprendí también a tener lejos de mí. Como los colegios que no me gustaban.

Todas las representaciones, poderosas, débiles, exageradas, imposibles se hacían reveladoras después que salíamos de allí y las reflexionábamos en conjunto.

Hubo piezas contemporáneas por las que aprendí a amar al teatro nuevo.

Al teatro de los grandes autores, los clásicos, le tuve siempre menos afecto a pesar de que cuando los leía les tomaba mucho más amor.

Esas divergencias siempre se fusionan para entender el enorme poder de leer y llevar, con la imaginación, lo escrito, al espacio mucho más allá de las cuatro tablas con las que se pretende encerrar una acción.

Tiempo y amistades  permitieron conocer las tramas tras las cortinas. El teatro por detrás. Los nervios, el coraje, las satisfacciones; las emociones, por sobre todas las cosas, que tienen todos los que están involucrados en este arte, que como todas las cosas del alma, intenta revolucionar el estado de las cosas, aún haciendo reír, con entronizada inocencia.

Testigos fuimos de obras que buscaron generar mucho ruido con insultos y pericias de reacción y otras que se acoplaron a las técnicas del verfremdungseffekt (efecto distanciamiento) que fue acuñado a Bertold Brecht, aún cuando el teatro chino era especialmente maestro en ello.

Por ello sabemos que el eterno símbolo universal, las máscaras, de risa y dolor, están compenetradas en los surcos de la piel de cada quien. Ellas corren hacia donde quieran porque sus dueños permitieron el dibujo que las revela.

Muy de moda de un tiempo para acá los monólogos y todo por la simple razón de que son menos onerosos.

Lo último es muy cierto pero ello atrae otro tipo de costo.

Los monólogos por otra parte en su mayoría son comedias y la reflexión tiene apenas un tantito… pero no culpemos a nadie… inundamos nuestro alrededor con lo que queremos.

El otro día le escuché decir a  Isabel Allende en una entrevista en un canal español que todo cambia para mejor recalcándole a la entrevistadora que era muy joven para entender lo que ella razonaba después de vivir todos estos años que le han permitido ejercer la literatura como oficio, reconociendo además su suerte, a la que, con humildad, ponderó más que su perfección como escritora.


Esa certeza, optimista por demás, es norte en la personalidad de muchas personas y es una afirmación luminosa en el desarrollo del ser.

Abajo telón: todo cambia para mejor (Lectura Tangente, 02/03/2014).-