El camino de los escritos es inescrutable. También es cifrado. No porque un papel caiga al agua borrará toda su huella de tinta. Aunque indivisible podrá recuperarse en mucho, más su aliento, escapado desde el mismo momento de su nacimiento. Conservará su misterio y se traducirá de variables formas aunque diga lo mismo, pero jamás se interpretará igual: aquí el jamás es válido aunque se debe enseñar con mucho mayor hincapié que el nunca, el jamás, el siempre, son palabras tan aglutinadoras que no deberían pronunciarse o escribirse con la frecuencia con se usan.
Los más reaccionarios sostienen que no deberían usarse y en cierta forma muchos se acercan a los anárquicos porque sus subsistencias son más fáciles: blanco o negro. El peso del nunca-jamás-siempre compuesto en esta especie de tricotomía al vuelo permite entonces desafiar al mismo lenguaje. No es cuestión de arreglárselas con sinónimos, se trata de ajustarlas a sus estrictas necesidades y éstas son limitantes.
Imaginen el universo del nunca. El cielo del jamás: la playuela del siempre.
Por ello es bueno desafiar todo lo expuesto a estas voces que desde antes de nacer ya marcan el porvenir mucho más cuando las culturas y las religiones conducen por senderos no siempre verdaderos, sinceros o genuinos.
El nunca es una especie de agujero negro. Una energía de estancamiento, impenetrable, duro; cohibido y castrador. El mundo, el país, del nunca jamás al que viaja Peter Pan, obra de James Matthew Barrie, combina lo indeseable, a los asesinos de los sueños, a los celadores de la verdad, a los pusilánimes de la luz; los tramposos y traicioneros.
Pero el nunca jamás ni siquiera debe invocarse para atraer lo contrario, aunque haya suerte, tanto en la realidad como en la ficción y se obtengan, miles de fuentes para hallar las acrobacias del subterfugio.
Cuando nos vamos al antónimo del nunca-jamás aparece el siempre y de esta forma se enlaza esta argumentación y esta tentativa de reafirmar que ninguno de los tres existen, porque no pueden atarse a la movilidad y libertad de la existencia tres conceptos que aúllan soledad. Porque están solos, anclados y aunque el siempre suene maravilloso a los oídos de ciertos amantes, esposas y esposos, novias y novios, hombres y mujeres, que aspiran perpetuar lo terminable, lo cierto es que arrastra esa misma carga que aspira nadar, hundida en el fondo del mar.
Nunca te voy a olvidar. Siempre te voy a amar. Jamás te perdonaré. Tan conocidas son estas expresiones que tienen el lugar común de correr hacia su extinción. El ser humano olvida, deja de amar de la misma forma con la ayuda del tiempo y perdona cuando aprende a reconocer que allí está la autopista hacia su paz interior.
Otra cosa es el amor, sin apego, sin egoísmo, sin analfabetismo emocional; entendido como hay que concebirlo, vividas todas las experiencias que debieron sentirse. Y ello no está atado al siempre porque su universalidad es magnánima, va más allá de los seres humanos y la limitante condición del planeta, envuelta en un nunca, intoxicada de un jamás; debilitada por la falsa creencia de un inalterable, aburrido y demente siempre; aunque también se diga con bastante claridad y frecuencia que lo único permanente es el cambio.
Si un hombre o mujer cultiva la bandera del nunca una parte de sí mismos morirá y es posible que si lo hacen con el engañoso siempre ondee la letal marcha hacia la infelicidad.
Por ello hay que descodificar mente de experiencia porque combinadas pueden atar mucho más las trampas de las palabras que andan por allí congelando estados que pudieron haber trascendido.
Así que, mi amor, traeré, una vez más, el trazo de la libertad a nuestras vidas, con la maravilla de entender que no estaremos siempre. La eternidad es un goce en la medida que rompamos materia. No me gustan los agujeros negros ni alcanzar la siniestra esclavitud de los boleros. Me conformo con el infinito. El cielo no es azul pero así lo vemos en una suerte de espejismo de aire, agua y firmamento.
La tricotomía de estas tres palabras que casi son dos, duele, por ello las lanzo al dragón de fuego.
El viento es rápido a veces, las ilusiones viajan manifestando, muchas veces, falsas realidades, por ello hay que renovar el repertorio del arcano, con traje de mago, estrella del mundo.
Todo se renueva, siempre hay un Ángel que estimula los sentidos, que dirige la vía aun cuando muchos no quieran siquiera cruzarla. La arena es frágil separada de su costa, inquebrantable frente a un Océano. La acuarela dirige y los colores abrazan esta maravilla de sabernos antiguos reyes y reinas de la vida (Notitarde, 20/11/2012, Lectura Tangente).-
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