domingo, 18 de diciembre de 2011

Ejercicios de indiferencia

En apariencia, poco tienen en común estas dos películas realizadas este año por la industria norteamericana del cine. Se trata de The help (titulada hasta ahora en español con el inexpresivo nombre de Señoras y criadas) y The debt (un poco más leal al original, presentada como La deuda o Al filo de la mentira).

Ambas tratan los temas que quizás más han tocado los hollywoodenses: la diferencia racial y el aún muy latente tema judío-nazi. Son tramas-vergüenza dentro de la historia de la humanidad y dejan fuertes y claras lecciones sobre este aprendizaje que es el paso por esta fugaz existencia.

Sinopsis de la que debería llamarse simplemente La ayuda: Eugenia Phelan (Emma Stone), es una joven de 22 años que ha regresado a su casa en Jackson,  al sur de Estados Unidos, con el animo de ser escritora,  al concluir sus estudios en la Universidad de Mississippi. Sin embargo, en plena década de principios de los 60, su madre  Eugenia (Allison Janney) luchará hasta que su hija esté comprometida con un hombre “aceptable” dentro de los cánones establecidos.

El personaje de Aibileen Clark (Viola Davis) representa a una mujer de servicio negra. Una mujer reservada, inteligente y formal que ha criado a 17 niños blancos. Tras perder a su hijo, mientras sus patrones blancos ejercían el ejercicio de la indiferencia, Aibileen, siente que lo sucedido trastocó  su vida y se compromete con la educación de la niña que tiene a su cargo, aunque sabe que el paso del tiempo hará que se separen y tome la aversión como la mejor forma de sobrevivir en los círculos sociales de los blancos.

Minny Jackson (Octavia Spencer) es la mejor amiga de Aibileen, escandalosa, impertinente, rebelde y seducida por su ego.

Las tres, Eugenia, Aibileen y Minny se unirán para llevar a cabo un proyecto clandestino que supondrá un gran riesgo para todas ellas, porque se liberarán de la miseria humana y de los prejuicios que intentan despertarse como fantasmas que son. Solo que cuando asesinaron a Kennedy eran todavía de carne y hueso.

Argumento de La deuda: En 1997, dos expertos agentes del Mossad ya retirados, Rachel Singer (Helen Mirren) y Stephan Gold (Tom Wilkinson), reciben una misteriosa y sorprendente noticia sobre un antiguo compañero, David Peretz (Ciarán Hinds). Todos ellos se convirtieron en figuras respetadas en Israel gracias a una misión que realizaron años atrás en lo que quedaron como héroes. El pasado viene a cobrar la mentira.

Se verán obligados a rebuscar las angustias y sinsabores del tiempo y resucitar dicha misión, realizada entre 1965 y 1966, cuando ellos, unos jóvenes,  Rachel Singer (Jessica Chastain), David Petretz (Sam Worthington) y Stephan Gold (Marton Csokas), localizaron en Berlín al peligroso criminal nazi Dieter Vogel (Jesper Christensen), apodado por su terrible trabajo como el «cirujano de Birkenau».

El equipo arriesgó mucho y pagó un elevado precio por conseguir el éxito de la misión. La distancia y el tiempo ofrecen las numerosas revelaciones que desatan un final que no podía posponerse.

Los preparados en luchas cuerpo a cuerpo y altos sistemas de espionaje del Mossad nunca intuyeron que el peligroso y ya anciano criminal nazi conservaba una mente intuitiva capaz de colapsarlos como seres humanos. Allí el gran atractivo de esta pieza. El mal, aunque imperfecto, siempre buscará triunfar con profundos conocimientos de la psicología compasiva. Con dictados hasta del mas allá, como dirían los estudiosos de fenómenos paranormales.

Ambientadas las cintas en los años 60’ seguramente serán nominadas a los premios Oscar,  estos que ensalzan a principios de cada año, por los que mucha gente se avocan por la fuente de ingresos que genera a un grupo de privilegiados que, claro está, desean conservarla a como dé lugar. Pero restando o sumando con ellos, el cine es un vínculo cultural que pese a su sistema comercial genera más beneficios que oscuras luces.

Tienen estas cintas también en común a una actriz: Jessica Chastain, en el papel de Celia en The help y como la humana Rachel Singer en The debt. Dos sólidas actuaciones en ambas.

En lo particular me parece mucho más firme The help, del director Tate Taylor. Sus momentos son mucho más emotivos. La calidad de su puesta en escena es avasallante.

Ocurre que en el filme The debt como tiene a los personajes de jóvenes y de la tercera edad se despierta una ambivalencia entre lo despertado en plena acción del pasado y la actualidad. Es decir, valdrían dos partes, el desarrollo completo de los personajes  jóvenes y el desenlace cuando de héroes pasan a ser a unos simples sobrevivientes de esa gran tragedia que significó buscar y encontrar a los verdugos. Las actuaciones impecables, sin embargo, saltan con bastante fortuna los obstáculos de esta película.

La ayuda signifca la reunión de gente capaz de producir cambios basados en el amor, la sinceridad, la liberada energía del odio cuando existe injusticia.
La deuda se acentúa cuando en el pasado dejamos cabos sueltos porque creímos que eso era la perfecta conveniencia (Notitarde, 18/12/2011, Lectura Tangente).-  

domingo, 11 de diciembre de 2011

Valencia: Vida cerrada

Mientras se puedan caminar, las ciudades son disfrutables. Se van conociendo sus paisajes, sus rincones, sus bondades y sus vergüenzas. Tienen una iluminación, un olor, un tacto febril tanto en sus épocas de verano como de invierno. A veces están calmadas, otras tantas veces temerarias. En otros ciclos se siente su ansiedad, también su miedo.

Brasilia es efervescente e ilimitada, es tan larga y tan enorme que provoca esguarecerse en un árbol para leer su grandeza. Allí el ser humano es miniatura y el chubasco siempre sorprende porque el cielo no avisa. Está justo donde comienza la redondez del mundo.

Miami siempre vuele a incertidumbre. Barcelona a mar ancestral. París es de una elegancia que enmudece. Omaha es portentosa. Dallas vive de orgullo perdido. Santo Domingo es un ruido renaciente de energías.

¿Pero qué aguarda Valencia hoy en día?

Vida cerrada” es el nombre de la exposición de fotografías que permanecerá hasta el 2012 en Espacios Atenea, en plena avenida Bolívar Norte, justo donde maquinarias, hierro y la fractura de una vía por las obras del metro, rompen la cotidiana forma de relacionarnos con Valencia, porque a partir de esa ruptura se tornó caótica, dejó de ser amable; liberó un paisaje que tiene a sus habitantes congelados en acción, como bien lo describen los autores  de esta propuesta, Domingo De Lucía y Edmundo Vargas.

Toda obra de enorme magnitud exige sacrificio. A juzgar por todo el espectáculo que ofrece la avenida Bolívar de Valencia pareciese que ha sido demasiado grande el exigido a todos los que a diario necesitan transitarla para poder desenvolverse y vivir a través de ella.

Las fotos de la muestra encierran el caos. Rejas. Candados. Abandono. Basura. Pasillos por lo que obligan a caminar a los transeúntes, angostos y rudos. Edificios habitados cuando fueron partidos por la mitad. Abandono. Maquinarias. Demasiado metal alrededor de una vía que pareciese “una ciudad bombardeada, por momentos un campo de concentración, sin haber sufrido guerra alguna”, dijo De Lucía.

Después de estudiar la propuesta, los artistas, decidieron llamarla así agregando una letra a uno de los tantos letreros que colocaron en muchos lugares que simplemente decía “Vía cerrada”. De esta forma al entrar en el salón de la exposición se observan las fotos de mediano formato que van enrejando el lugar como si el espectador, tanto afuera como adentro no tuviera escapatoria; la ciudad lleva años deslucida, triste; víctima de un deterioro que deja en quienes la habitan esa sensación de entumecimiento, de aceptación.

Tanto De Lucía como Vargas reconocen que el desorden del tráfico, el colapso de la economía de los múltiples negocios existentes, de los mismos centros comerciales y el abandono que alimenta también las acciones delictivas contamina la actitud de los valencianos que la transitan a diario ante la indulgencia de quienes tienen la obligación de hacerla más humana.

“Valencia tiene a un gobernador de la oposición y a un alcalde oficialista pero a la final los dos están de acuerdo en algo: no se ocupan de sus responsabilidades con la misma justificación legal, no les bajan los recursos. Ambos trabajaron en sus campañas ofreciendo iguales promesas. La principal de ellas: calidad de vida. No han cumplido y mientras tanto los ciudadanos siguen pagando sus impuestos”, sentenció De Lucia, al momento de explicar este trabajo realizado con Vargas.

Algunas fotografías son grandes y otras están colgadas como solían hacerlo al momento del revelado los fotógrafos en sus laboratorios. Todo ello da la sensación de estar inclusive en el mismo territorio de la ciudad, guindada en un conjunto de fealdades.

La conceptualización de esta propuesta que busca despertar un poco la conciencia de todos tiene un trabajo audiovisual e intervenciones directas de Vargas tanto en fotos como en los videos que pueden verse.

Uno de ellos se llama “Urdaneta resiste” porque justo frente a Espacios Atenea está este héroe nacional perdido y atrapado en torres de hierro y aunque afortunadamente, hasta ahora, parece que no ha sufrido su escultura daño alguno, luce desvencijado, irónicamente digno.

A partir de enero del 2012 se realizaran con esta exposición de fondo una serie de conversatorios con profesionales de la sociología, psicología, ingeniería, derecho, arquitectura y urbanismo para entender cómo afecta el panorama nuevo de Valencia en la vida de los ciudadanos y qué se puede hacer para que el impacto vaya disminuyendo.

De la indolencia no queda nada positivo.

La indiferencia es un roce con la muerte (Notitarde, 11/12/2011).-  

domingo, 4 de diciembre de 2011

Adolfo Estopiñán: piel en corazón

Corazón en piel. Es así como Adolfo Estopiñan se expresa desde que descubrió la escultura al hacer una con un pedazo de jabón de hotel. En apenas ese molde trabajado descubrió una fuerza que lo guió a estudiar y dedicar su vida al arte.

Por la ciudad de Valencia pueden observarse muchas de sus obras. Son reconocibles. Apenas se observen sus piruetas y posturas no pasan desapercibidas. Son tan elásticas y gráciles que dominan los espacios que se encuentren, jugando con el tiempo; el área verde hacia el aire.

Hasta el próximo domingo 11 quienes aún no hayan asistido podrán ver veintitrés piezas suyas que reúnen parte de su trabajo conocido y lo nuevo que está haciendo impulsado por las transformaciones que tiene de las mismas vivencias. Si algo tiene el tiempo es que dosifica la efervescencia dejando salir a flote sólo las gotas más finas. Las que vencieron la rudeza de los principios.

El Centro Cultural Eladio Alemán Sucre exhibe, entre otras piezas, Metamorfosis, Equilibrio, Boomerang, El Fénix, Meditación, Pudor, La Piedad, Alma Mater, El Triunfo, Conflicto, La Piedad, Madre en espera, Amantes y Descanso en éxtasis. Sus formas demuestran no solo la habilidad de Estopiñan como escultor sino el continuo reto al que se somete, al imaginar estructuras tridimensionales únicas, alcanzando simetría y estabilidad en el espacio.

“Ellas están logrando lo que buscan”, dice Adolfo, quien aprendió a esculpir mujeres cuando dejó de ser machista; cuando comprendió a su mamá, luchadora, bregadora, quizás sufriendo injusticias de una época todavía más cercada por prejuicios e intolerancias.

Pero hay que explicar además que Estopiñan antes de ser escultor fue mimo, bailarín, fotógrafo, alumno de Tai Chi y todo ello le permitió descubrir el lenguaje del cuerpo, de la gestualidad, de la inexistencia de las palabras para transmitir emociones.

Recordó con especial cariño una coreografía que efectuó en Londres, bajo la dirección de un maestro alemán residenciado allí, que dentro de la programación de una iglesia, hizo que él bailara con una muchacha ciega. Todos los espectadores se conmovieron al terminar la danza que representaba a dos seres humanos haciendo el amor, por la gestualidad y el éxtasis caracterizado.

Trabaja formas geométricas, volúmenes que se reconocen y encuentran. Hace poesía con ellos y toda esa tensión en las posturas buscan efecto contrario: mostrar serenidad, paz; la cónsona resonancia que se puede alcanzar cuando el placer esta conjugado con la espiritualidad.

La maternidad para Estopiñan siempre ha sido, más que un misterio una forma de transmitir, sin pudor, ese limpio proceso de la naturaleza del nacimiento; tan sutil y a la vez tan dramática.

Alma Mater que se encuentra en rectorado de la Universidad de Carabobo resume el parto con la fuerte posición de una ancestral mujer india, de cuclillas, abierta y mostrando la redondez de la cabeza de un niño saliendo de su cuerpo, boca del mundo; inicio y cierre de las fuerzas creadoras.

Justo en esta exposición muestra una nueva maternidad mucho más resumida, apenas la vulva y la sesera de un infante asomada. Una virgen y un globo terráqueo. Un milagro de vida hacia la muerte, que no es fin sino umbral.

“Respiro con ellas” es otro de sus grandes alcances dentro de la pasión de hacer, “de no dejar de trabajar ni un solo día” hasta descubrir el sueño de hacerse. Son días y noches hasta que la obra se erige en la exacta dimensión y expresión que se desea. Son moldes desechados, mucha desarticulación alrededor del taller que consagra la alegría de mostrar modelos rotos o a medio hacer, por todos los rincones, todos con historias.

En la quinta La Isabela también hay una enorme cabeza de un Sátiro que hace brotar el agua y en la misma Universidad de Carabobo hay otras cuatro piezas suyas repartidas por las distintas Facultades. Museos, clínicas, hospitales, escuelas, complejos deportivos y centros comerciales de Valencia son exhibición permanente de su labor.

En los estados Aragua, Bolívar y Zulia hay esculturas de Estopiñan de gran dimensión.

Parte de lo que ha hecho también contiene esa aspiración secreta de que las personas ciegas disfruten de sus esculturas tocándolas; como él las experimenta mientras van saliendo con sudor, con excitación, con el cercano encuentro de emoción y aliento.

La escultura no es asunto sencillo y los retos de Estopiñan han sido cumplidos con embrujo, profundidad y enorme éxito. La materia encuentra figuras y estructuras que reaniman los sentidos: a descubrir el amor por los planteamientos conceptuales que permanecen, que son inagotables, como el mismo rio que nutre aún cuando se retrase la lluvia del cielo.

Piel en corazón, parece también decirnos este artista, maestro dominante “Entre musas desafiantes”, nombre de la exposición, porque nuestro principal músculo también tiene delicada epidermis: venas que son ríos, membranas que son alma, latidos que son fuente de la emocionalidad infinita.

En algún punto todos los artistas, al crear, rozan la luz.  Y aún después de ello, confluye el chorro animado de la vida. (Notitarde, 04/12/2011, Lectura Tangente).-  

domingo, 27 de noviembre de 2011

Hombre negro

“… un mar donde llorar a mares / y que nadie lo note”. Francisca Aguirre,  Testigo de Excepción.

Yo lo veo y observo a un hombre negro hermoso. Lleno de la grandeza que solo tienen ellos cuando se detienen en cualquier lugar y miran hacia un lado. Lo miro: es blanco y de ojos claros. Pero yo veo a un hombre negro, lejos de su reinado en África.

Su imagen imponente y desafiante me hace llorar pero en realidad es que  la integro a un dolor interno que por más que pase el tiempo no se apacigua. Tengo que recurrir al fuego para que saque de mí las verdades; tengo que verlo, tocarlo, sentirlo para entender que este hombre negro es mío aunque lo perdí al nacer, como se pierden todas las cosas que se desvanecen apenas germinan.

El hombre negro vino a enseñarme muchas cosas y la principal ya la conocía desde hacía mucho tiempo. Por eso no la nombré y dejo la ambivalencia que se cruza en el arte. Piensen lo que quieran.

Acabo de leer a una poeta que me hizo sentir una conmoción interior. Ni siquiera era un poema suyo, era la explicación que ella daba de su obra. De su vida. De la inequívoca sabiduría que ella halló en su infancia.

Mi compañero de viaje me habla, observo, converso y contesto; intento mediar palabras con este llanto del que no se da cuenta, porque acabo de oler el fondo de un roble abandonado.

Mi mulato me tiñe los días. De hecho lleva varios años haciéndolo con la llenura que solo puede esparcir el amor y  las muchas canciones que a lo largo de estos veinte años han surgido entre nosotros.

Por algunos momentos parece de Estambul pero yo lo veo tal como es: un hombre negro, orgulloso, poderoso y suave a la vez. Como mi abuelo, como mi padre; como ese otro hombre que tanto amé.

Veo a María Montez jugando con una tela blanca, en el patio desprovisto de su casa,  soñando hacer cine y no puedo si no escapar lágrimas porque me recuerdan las ilusiones que se fueron, porque éstas no sirven para nada, aún cuando viven en la copa de los árboles, invitando ver sol.

Ilusión azul, amarilla, magenta: vive lejos de mí. No busques que se me acerquen hombres enamoradísimos porque siempre terminan siendo posesivos. Lo que se traduce en obscenos. Acuérdate que soy errante, vivo en un cuarto abierto; no necesito más.

Aparta de mí los hombres-pájaro, aquellos que enredan con palabras al aire, sabes que buscan enterrarnos en sus deseos.

Déjame en todo caso vivir del oasis que habito que nada hace en contra de nadie, aunque tantos se ocupen en criticarlo, asediarlo y perseguirlo. Trabajo perdido. Como profanar tierra santa.

Tus figuras, María Montez, eran románticas,  elásticas y tiernamente pavorosas. Jugabas a ser actriz y esa seducción era grande, más cuando se tiene un escenario más que perfecto, en la tormentosa República Dominicana. Agraciada pero triste, cuando otros han tratado de aplastar el porvenir hacia las limitaciones.

Yo sigo viendo a mi hombre negro perfecto que está durmiendo y apenas se mueve. Es escultural. Huele a mandarinas silvestres. Tiene un río en su sangre. Tiene cabello de lluvia. Sigo diciendo que es mío pero sé muy bien que no lo es porque yo tampoco soy suya, jamás podría serlo.

Soy más libre que el fondo de las corrientes marinas y sabe Dios que casi nadie puede interpretar lo que estoy diciendo. Por más imaginación y religiosidad que tengan; sin siquiera abuso de mi suerte.

Como soy blanca, casi transparente, se alterarán algunos códigos culturales pre-establecidos por esta infortuita sociedad de matorrales crecidos. Cuando me abrazo a mi hombre negro soy poema en mí misma.

Pero lo tengo que dejar ir. Desde siempre lo he sabido. Mi hermoso hombre negro vivirá por siempre y mis lágrimas no lo detendrán. Nos hemos preparado para ello.

Si tuviera que conjugar las telas blancas de mi patio y juntarlas con las de Francisca estaría ante una obra personal, sin público. Ciertos ruidos campestres me acompañarían pero como vivo en una isla desmitifico el fondo para canalizar la orilla. Y viceversa.

Mi regodeo en las palabras que abundan en este escrito nace de esta pasión de saberte ardorosamente amado. Por eso me las perdono, por eso me entrego de lleno en tu movedizo amor. Sabiendo que era así, con la seguridad de su infinitud, una vez que avanzara la experiencia.

Ángel dorado. Sabes que no te vi cuando llegaste a curarme. Mi hombre negro sí te vio. Esa tarde no dejamos de acariciarnos bajo un árbol frondoso. No hubo erotismo. Solo cuerpos. Solo amor. Sentido tigre. Voz flor.

Hombre negro. Blanco. Ojos luz. Tienes la forma que me maravilla. La del amor (Notitarde, 27/11/2012, Lectura Tangente).-  

domingo, 20 de noviembre de 2011

Tricotomía disuasiva

El camino de los escritos es inescrutable. También es cifrado. No porque un papel caiga al agua borrará toda su huella de tinta. Aunque indivisible podrá recuperarse en mucho, más su aliento, escapado desde el mismo momento de su nacimiento. Conservará su misterio y se traducirá de variables formas aunque diga lo mismo, pero jamás se interpretará igual: aquí el jamás es válido aunque se debe enseñar con mucho mayor hincapié que el nunca, el jamás, el siempre, son palabras tan aglutinadoras que no deberían pronunciarse o escribirse con la frecuencia con se usan.

Los más reaccionarios sostienen que no deberían usarse y en cierta forma muchos se acercan a los anárquicos porque sus subsistencias son más fáciles: blanco o negro. El peso del nunca-jamás-siempre compuesto en esta especie de tricotomía al vuelo permite entonces desafiar al mismo lenguaje. No es cuestión de arreglárselas con sinónimos, se trata de ajustarlas a sus estrictas necesidades y éstas son limitantes.

Imaginen el universo del nunca. El cielo del jamás: la playuela del siempre.

Por ello es bueno desafiar todo lo expuesto a estas voces que desde antes de nacer ya marcan el porvenir mucho más cuando las culturas y las religiones conducen por senderos no siempre verdaderos, sinceros o genuinos.

El nunca es una especie de agujero negro. Una energía de estancamiento, impenetrable, duro; cohibido y castrador. El mundo, el país,  del nunca jamás  al que viaja Peter Pan, obra de James Matthew Barrie, combina lo indeseable, a los asesinos de los sueños, a los celadores de la verdad, a los pusilánimes de la luz; los tramposos y traicioneros.

Pero el nunca jamás ni siquiera debe invocarse para atraer lo contrario, aunque haya suerte, tanto en la realidad como en la ficción y se obtengan, miles de fuentes para hallar las acrobacias del subterfugio.

Cuando nos vamos al antónimo del nunca-jamás aparece el siempre y de esta forma se enlaza esta argumentación y esta tentativa de reafirmar que ninguno de los tres existen, porque no pueden atarse a la movilidad y libertad de la existencia tres conceptos que aúllan  soledad. Porque están solos, anclados y aunque el siempre suene maravilloso a los oídos de ciertos amantes, esposas y esposos, novias y novios, hombres y mujeres, que aspiran perpetuar lo terminable, lo cierto es que arrastra esa misma carga que aspira nadar, hundida en el fondo del mar.

Nunca te voy a olvidar. Siempre te voy a amar. Jamás te perdonaré. Tan conocidas son estas expresiones que tienen el lugar común de correr hacia su extinción. El ser humano olvida, deja de amar de la misma forma con la ayuda del tiempo y perdona cuando aprende a reconocer que allí está la autopista hacia su paz interior.

Otra cosa es el amor, sin apego, sin egoísmo, sin analfabetismo emocional; entendido como hay que concebirlo, vividas todas las experiencias que debieron sentirse. Y ello no está atado al siempre porque su universalidad es magnánima, va más allá de los seres humanos y la limitante condición del planeta, envuelta en un nunca, intoxicada de un jamás; debilitada por la falsa creencia de un inalterable,  aburrido y demente siempre; aunque también se diga con bastante claridad y frecuencia que lo único permanente es el cambio.
Si un hombre o mujer cultiva la bandera del nunca una parte de sí mismos morirá y es posible que si lo hacen con el engañoso siempre ondee la letal marcha hacia la infelicidad.

Por ello hay que descodificar mente de experiencia porque combinadas pueden atar mucho más las trampas de las palabras que andan por allí congelando estados que pudieron haber trascendido.

Así que, mi amor, traeré, una vez más,  el trazo de la libertad a nuestras vidas, con la maravilla de entender que no estaremos siempre. La eternidad es un goce en la medida que rompamos materia. No me gustan los agujeros negros ni alcanzar la siniestra esclavitud de los boleros. Me conformo con el infinito. El cielo no es azul pero así lo vemos en una suerte de espejismo de aire, agua y firmamento.

La tricotomía de estas tres palabras que casi son dos, duele, por ello las lanzo al dragón de fuego.

El viento es rápido a veces, las ilusiones viajan manifestando, muchas veces, falsas realidades, por ello hay que renovar el repertorio del arcano, con traje de mago, estrella del mundo.


Todo se renueva, siempre hay un Ángel que estimula los sentidos, que dirige la vía aun cuando muchos no quieran siquiera cruzarla. La arena es frágil separada de su costa, inquebrantable frente a un Océano. La acuarela dirige y los colores abrazan esta maravilla de sabernos antiguos reyes y reinas de la vida (Notitarde, 20/11/2012, Lectura Tangente).- 

domingo, 13 de noviembre de 2011

Del ritmo significante

Después del anuncio del ciudadano siete mil millones del planeta tierra hubo lo que a menudo sucede: desencuentros.

Filipinas, India y Rusia defendieron los alumbramientos que hubo a determinada hora del 31 de octubre de este 2011 para obtener el afamado certificado.  Organizaciones como las Naciones Unidas, la ONG Plan International,  el Fondo de Naciones Unidas para la Población y un gobierno local ruso reconocieron cuatro bebés como el ciudadano 7 mil millones. Inverosímil pero cierto: ¡cómo cuesta ponerse de acuerdo en el mundo! Ni siquiera estadísticamente ese acontecimiento goza de mayor precisión.

Danica, nacida en Manila; Nargis, concebida en Uttar Pradesh, India;  Piort,  traído al mundo en Kaliningrado, al oeste de Rusia; y Alexandr, recibido en la ciudad de Petropávlovsk-Kamchatski,  península de Kamchatka, en la lejana Siberia,  tienen un papel que los acredita con un numero que abre muchas incertidumbres aunque la primera de ellas ya está vencida: nadie va a medir los microsegundos de los momentos de la gestación para quitarle a otro el trofeo. Se trata de acciones simbólicas que en el mejor de los casos derivan en regalos y ayudas para las familias que en todos los medios reseñan como pobres.

Por supuesto, ese día la cifra se superó en creces. No sabemos por qué razón fueron tomados en cuenta los niños de naciones, que aunque muy comprometidas económicamente están en la parte norte del planeta, y a la gente del sur la dejaron por fuera. Pero esa discusión que debe tener una respuesta muy racional dentro de la lógica cínica con que se mueven las cosas en este globo azul al que llamamos tierra, no importa ni es trascendental, para este caso que comentamos.

Pobres, quizás, pero llenos de la gran fortuna de tener vida son estos niños que tal vez estuvieron rodeados de una parafernalia poco usual y a la que afortunadamente, ellos, fueron ajenos.

El futuro les irá revelando, sea cual sea su destino, que el amor y la paz son los caminos más seguros para andar por la vida. Pero tendrán que descubrir cuán difíciles son porque aun cuando son palabras bastante más repetidas que el odio y la guerra no vienen acompañadas de formulas porque forman parte del aprendizaje individual que tiene cada quien en ese mundo.

Esperamos que estos niños no reciban por lo menos en sus primeros cinco años de vida la visita de un gurú que les hable de las cifras que se asoman en un planeta hinchado demográficamente y lleno de gobiernos incompetentes que a lo único que han echado mano es al egoísmo. Es más, esperamos que este numero-cábala sea la apertura para que dentro de sus corazones vean siempre abundancia.

El resto de los ciudadanos, presenciando, observando, canalizando, internalizando e inclusive desechando lo bueno y lo malo que pasa o deja de pasar aceptan que la cifra esfuma. Los pronósticos todavía son más dramáticos.

Aún y a pesar de la miseria moral y material repartida el porvenir es mucho más que el desdibujado retorno de un bolero. Las vidas humanas siempre tendrán incertidumbres y vacilaciones porque el hecho de castrarlas en esquemas implica un intimo toque a la voluntad de ir hacia el sueño, al que se aspira vayan todos los recién nacidos. Y por más pesimismo que exista; por más malas voluntades que se asomen, el gráfico del infinito está palpado en nuestra mente.

Paz. Amor. Significados y significantes. Aún y a pesar de los grandes descubrimientos siguen siendo alimento del alma y resultados de buena existencia.

Esos cuatro siete, ahora mismo, como los bebés de todo el mundo que cubren sus necesidades básicas, tienen sapiencia intuitiva más significada que miles de millones de seres humanos que tomaron aguas transfiguradas que los hicieron desviarse de los dos principios indisolubles del ser. Ojalá que bañados por la miel del universo, no olviden las codificaciones que jamás podrán ser retiradas del espíritu.

Mucho se conspira porque se lleve otro ritmo significante. Lo importante es descubrirlo a tiempo y trazar el camino; enderezarlo e ir hacia las puertas de las emociones libres, las que están cargadas de la espontanea sabiduría.
Hay que llegar a potenciar la voz de la infancia, lejos de los ruidos del alrededor decadente. Por más cosas que sucedían en el entorno siempre estaba el color; la luz del momento que tenía una vibración pujante, genuina; armoniosa como el mismo cielo.

La oscuridad desaparece con la luz y la permanencia del amor y la paz se integra al ser en forma instantánea.

Más de siete mil millones. Despertar grande (Notitarde, 13/11/20122, Lectura Tangente).- 

domingo, 6 de noviembre de 2011

Trece cualidades

Jean Shinoda Bolen (1936, EE. UU.) fue profesora de psiquiatría clínica de la Universidad de California durante muchos años. Autora de reconocidos libros, de los que algunos desprecian llamando de autoayuda y otros valoran porque piensan que les enriquece el sentido de la vida, es conocida por sus aportes al universo de la espiritualidad y el feminismo, con recetas sencillas para armonizarse con los últimos años de residencia en el planeta azul. Ella es viva experiencia de ello.

De su libro Las brujas no se quejan (2004, Kairós) puede extraerse lo que ella denomina trece cualidades que tiene la mujer después de los cincuenta y dos años, que de acuerdo a los mayas clásicos, era cuando la persona regresaba –energéticamente- al momento de su nacimiento, con la oportunidad de volver a vivir desde un prisma superior de conciencia. Por razones de espacio lo resumimos, a la vez de motivar su lectura.

1.- Las ancianas no se quejan: “… siente el dolor, puede comunicar su dolor, pero no se lamenta continuamente de sus pequeñas dolencias acaparando la atención y aburriendo a todos…”

2.- Las ancianas son atrevidas: “… es una mujer madura con entusiasmo, pasiones y alma. Cada mujer madura recurre a una fuente profunda llena de significado que se halla dentro de ella misma. ¡Y se atreve a vivir plenamente! …”

3.- Las ancianas tienen buena mano con las plantas: “… En la antigüedad, ser una anciana significaba conocer el poder curativo de las plantas y saber trasmitirlo a las generaciones mas jóvenes: eran “curanderas”, curaban con las manos y con la naturaleza…”

4.- Las ancianas confían en los presentimientos: “… la intuición, función mas elevada de nuestra mente humana, se desarrolla con la madurez y el aprendizaje de la vida misma, por ello debemos confiar plenamente en nuestros presentimientos. Hay estafadores en esta sociedad que buscan  aprovecharse de las ancianas, que aún no han desarrollado su capacidad de discriminación… confían en su voz interior en su unidad con el universo, en su gnosis…”


5.- Las ancianas meditan a su manera: “… Mucho antes que se pusieran de modas los gurús en occidente, las antiguas chamanas ya sabían encontrar el momento y lugar para meditar, orar, o cantar alabanzas. Se puede orar o meditar incluso lavando platos, limpiando la casa, esperando en el dentista: se trata de entrar en vibración Beta, cerrando los ojos y mirando hacia dentro. Las mujeres que se preocupan sin cesar no pueden meditar ni orar, en todo caso,  recitan retahílas sin sentido. Quizás el término piadosas es el que describe con mayor precisión lo que hacen las ancianas: guardar algo en el corazón y sopesarlo es una forma de meditación… A medida que envejecemos las personas que queremos y ya han muerto van en aumento y en nuestras meditaciones las abrazamos con ternura desde el fondo de nuestro ser…”


6.- Las ancianas defienden firmemente todo lo que les importa: “… Una verdadera anciana es una mujer que ha descubierto su voz que no es ya la voz inocente de una niña, sino la fiera sinceridad de la mujer madura.
La fiera compasión de una mujer anciana (las abuelas de la plaza de mayo) es producto de la protección maternal de la mamá oso…”


7.- Las ancianas deciden su camino con el corazón: “… Ser humano es amar y por lo tanto ser vulnerable al sufrimiento y la pérdida. Ser humano es una experiencia corporal y anímica única en cada persona, que debe descubrir cual es su camino para llegar a vivir sus destino desde su corazón…”


8.-  Las ancianas dicen la verdad con compasión: “… La verdad es afilada, un instrumento que puede causar dolor y heridas difíciles de curar luego. Las mujeres tienen tendencia a ocultar la verdad a aquellos que mas les importan emocionalmente, y al actuar así solo aumentan sus debilidades. Si estas sufriendo una relación abusiva, no solo permites que lo peor de la otra persona te oprima a ti, sino que además estas reforzando lo peor que hay en ella…”


9.-  Las ancianas escuchan su cuerpo: “… escucha su cuerpo interior, no solo la apariencia externa… sabe que satisfacer lo que nos da gusto al cuerpo y a la psique nos da bienestar…”


10.- Las ancianas improvisan: “… podrían definir la vida como una obra en continua improvisación… Cada etapa es como un movimiento distinto dentro de la gran obra de la vida…”


11.-  Las ancianas no imploran: “… El implorar es una dependencia emocional con otra persona porque en realidad nos sentimos inferiores y solo la mujer que se siente prisionera en su relación tiene que implorar aprobación; a menudo son mujeres que sufren o sufrieron malos tratos…”

12.-  Las ancianas se ríen juntas: “… La risa se nutre de un pozo profundo de sentimientos: es la expresión de triunfo sobre aquello que pudo convertirnos en amargadas y nos causa risa hoy día y podemos comunicarlo…”


13.-  Las ancianas saborean lo positivo de la vida: “… Saborear consiste en focalizar toda nuestra atención en una experiencia y comprenderla de verdad. Se trata de sentir gratitud por ese momento…” (Notitarde, 06/11/2011, Lectura Tangente).- 

domingo, 30 de octubre de 2011

Jacobo Borges: cintas de savia

Desde este 30 de octubre hasta el  04 de diciembre, se estará presentando la exposición “Paisajes de la memoria”,  del maestro Jacobo Borges,  en la Galería Freites, ubicada en la avenida Orinoco de Las Mercedes, en Caracas.
Son catorce obras de gran formato en los que pueden apreciarse unas imágenes que ofrecen panoramas y recreaciones sincronizadas con el color, que alertan sobre la ilusión, sobre la paz que puede alcanzar una obra en sí misma; en la  fluctuación como hilo comunicante para alcanzar tridimensionalidad cuando se observan los fondos.

Tenía el maestro Borges tiempo sin exponer en su propia ciudad y por ello es que  esta oportunidad es un valioso momento para ver lo que ha estado haciendo fuera del país, apoyado en la computadora, herramienta que lo sedujo por su versatilidad,  con la que viene trabajando en los últimos años.

“Trabajo destruyendo”, por lo que cada paisaje nace de diez o veinte posibilidades que él después une con la extremada habilidad que le proporciona el haber estado toda una vida vinculado al color y al haber dominado todas las técnicas de expresión plástica.

Al parecer el maestro estuvo un tiempo haciendo muchos cuadros que no terminaba hasta que un día decidió no volver a empezar otro hasta completar el lienzo de ese presente. Lo         que hacía era pintar sobre un cuadro, luego sobre otro y así, sucesivamente.

La computadora le permite guardar desde la primera hasta la última versión. Siempre se regresa a las primeras. Es un asunto de esencia, quizás. En la literatura se dice que todo está en el primer párrafo de una obra.

A partir de allí lo que hace es “unir pedazos con otros  pedazos…, soy una especie de arqueólogo”, dice, en esta nueva forma de atrapar el tiempo mientras el cuadro se apodera “de su propia historia”, cosa que la mayoría de los espectadores desconoce y que no se percibe ni siquiera yendo mas allá del trazo, de la seducción casi infantil de las líneas de los colores. Sus obras aguardan un misterio, originado de la forma como fue concebida, a retazos.

La primera impresión que se lleva el público es que es un paisaje alcanzado luego que muchas abuelas se unieran entre si para hacer, en conjunto, una mezcla estabilizada de hilos de múltiples colores, capaces de atraer el mismo perfume de las nubes, recreadoras de imágenes de ensoñación. Cintas de savia conducentes a un final inusitado hasta para la misma memoria.

Pero todos sabemos que sería un lujo demasiado grande para unas artesanas o tejedoras vivir destruyendo, puesto que el tiempo, látigo siniestro, demandaría un interminable ciclo de esclavitud.

De allí que esta poderosa herramienta que es la computadora, con sus programas que muchas veces nacen para fines distintos, cuando los toman artistas consagrados, revelan no solo la fuerza de la mente maestra que los guía, sino una potencialidad que evidencia que no todo está mostrado en el arte, como muchos piensan.

Las piezas del maestro Borges antes de indagar estas técnicas, sobre todo las abstractas, contaban de una rebeldía inusual; un golpe certero a las entrañas de cada hombre y mujer que las veía, generando emociones escudriñadoras de la evolución mental. De la superación, por encima de los obstáculos.

Borges dice que estos paisajes están en su mente. Así lo refleja con sus palabras dentro del catálogo: “Esos paisajes han vivido siempre en miniatura, escondidos de mí. ¿Y cómo pudieron hacer eso? ¡Fácil! Se disfrazaban. Algunas veces detrás del espejo se transparentaban o simplemente desaparecían debajo de gruesas capas de pintura. Se convertían en fantasmas sin que nadie supiera que eran fantasmas, ni siquiera tenían existencia (…) Me convertí en arqueólogo y los desenterré viajando hacia el este y luego hacia el norte, como un marinero loco (…) Así fue que aprendí a mirar de nuevo lo que siempre estuvo conmigo, con ustedes, con nosotros…”

Nacido en Caracas, el 28 de noviembre de 1931, su infancia y adolescencia transcurrieron en los barrios populares de El Cementerio y Catia. Trabajó como litógrafo y dibujante publicitario cuando tenía 14 años,  antes de entrar formalmente en la Escuela de Artes Plásticas y Artes Aplicadas de Caracas. Exhibió sus primeros trabajos en el Taller Libre de Arte, en 1951. Ganó su primer premio en el concurso de pintura joven que organizó el diario El Nacional, la Embajada de Francia y la Metro Goldwyn Mayer, consistente en un viaje a París. Logró permanecer en esa ciudad cuatro años y expuso en el Salón de la Joven Pintura, Museo de Arte Moderno, de París. Recibió el Premio Arturo Michelena, en 1960; el Premio Nacional de Dibujo en 1961 y el Premio Nacional de Pintura, en 1963.

Apenas unos datos de la dilatada trayectoria de este artista venezolano residenciado en New York que sigue trabajando incondicionalmente por el movimiento, chorros de luz de la existencia, paisajes de los que regresamos continuamente, casi sin darnos cuenta (Notitarde, 30/10/2011, Lectura Tangente).- 

viernes, 21 de octubre de 2011

Napoleón Graziani: dinamismo perpetuo

Napoleón Graziani Bressanutti inauguró el pasado jueves la muestra “Dinamismo” en el Tolón Fashion Mall, de Caracas, compuesta por un total de trece piezas colgantes y dos estructuras móviles que dan cuenta del intenso trabajo que ha desarrollado este joven artista que investiga todo lo relacionado con el arte cinético para él mismo ser un exponente cargado de la fuerza emotiva del color y su dinamismo perpetuo.

“He ido despertando” fue una de las primeras cosas que dijo Napoleón para dar cuenta que la intensidad de sus búsquedas lo han llevado ha entender el mundo que tienen sus ojos por delante. Ya no puede ver masa, lo que ve es la perfecta sincronización de un mundo desprovisto de formas, que todo el tiempo va creando, en un proceso interdinámico y evolutivo que da cuenta de todo lo que somos. Es la luz pero también la transparencia. Es el fondo, pero también la orilla. Es la creación óptica pura y lo es también la ilusión.

Lo cierto es que el arte cinético, con un exponente de la talla del maestro Jesús Soto, para más añadidura venezolano, pareciese que no deja para mucho en opinión de los más sesgados. Pero el mundo del arte es tan amplio que la gente que lo toma con seriedad, respeto por los antecesores, indagación continua y muchos estudios logra dar con unas claves importantes en sus hallazgos que les permite innovar y con el tiempo trascender.

Graziani no está apurado en hacer su obra. Lo que busca es alcanzar su propio sello con un lenguaje universalmente conocido. Por ello mas allá del cinetismo el habla de arte dinámico que es en sí la energía de este movimiento que une colores que crean espejismo de otras tonalidades e inclusive animan fuertes matices que no estuvieron en los cromos originales.

También busca calidad. Y de allí que haya atravesado los penetrables de Soto una y otra vez para reinterpretarlo (pedazos de un gran todo) de formas muy disimiles, ambiciosas algunas, mas sencillas otras; hasta lograr, inclusive, una pieza homenaje al maestro nacido en Ciudad Bolívar, que es una especie de penetrable virtual, en el que invita al publico a colocarse unos lentes y jugar a esa dimensión de hombre-tiempo-espacio, agregándole el vacío.

La mente de este artista cuya muestra estará hasta el 13 de noviembre de este mismo año está algo cansada. Es mucha la energía que requiere la mente para jugar un rol dentro de la cosmovisión del universo a la que invita el universo. Para que se tenga una idea, Graziani trabajó alrededor de dos años en una pieza que apenas concluyó hace unos días. Es una obra grande, de un metro por 50 centímetros de alto por más de dos metros de ancho llamada Gran Vibración Disonante.

“Conceptualmente he avanzado más, ahora tengo que compaginar la producción” dice, aunque la labor de quienes son constantes en el arte puede facturar sorpresas. Es decir, la satisfacción solo puede hacer respirar al artista cuando siente que ha completado el todo, y ello puede tardar más tiempo del previsto.

Otra pieza, de la serie Armonía Dinámica, la tercera, atrae de particular forma porque además del color aditivo que se genera por la forma de usarse los tonos primarios o las diferentes gamas, el uso de los bastoncillos, conos y células hacen un despliegue tan oportuno e intenso mientras el espectador va pasando frente a ella que cobra fuerza la idea de Graziani, porque el dinamismo visual se apodera de este arte, que casi siempre invita a tocar o husmear por los alrededores para descubrir el truco que no es otro que la habilidad de usar los recursos de siempre con otras concepciones.

Seguro está de que “lo que produce la mente es arte” de allí el inmenso trabajo de todos los hacedores por convocar en sus ideas en las piezas que luego pueden comercializarse.

Aparte de tener muchas satisfacciones con exposiciones internacionales tiene el llamado de la galería de Arte Nacional para exponer allí pues a juicio de Juan Calzadilla la inquietud de Graziani, unida a años de investigación y labor silenciosa, revelan a un artista integral, ganado a la fuerza y perseverancia en el arte.

En 2008 ganó el Premio Robert Gumbiner, que lleva por nombre el del fundador del Museum of Latin American Art (MOLAA), reconocido espacio de fomento de los noveles artistas. Tambien estuvo en una colectiva por tres meses en Naples, Florida.

Tiene programado para el primer trimestre del 2012 una exposición en la galería de El Impulso, en Barquisimeto.

Lo bonito de gente como Napoleón Graziani es que aunado al talento se une la sencillez y el esfuerzo. Y toda la explosión de magnetismo, luz y color de su obra, espejismos que logran difumar el mundo y atrapar el contacto con la creación

jueves, 13 de octubre de 2011

José Cestero: escenario de luz

La calle muy vigilada. En casi todas las esquinas del casco antiguo y el boulevard El Conde hay un par de policías. Por ello quizás República Dominicana tiene fama de segura, aunque sus habitantes admiten que ya no lo es tanto.

Tiene tantos contrastes, pobreza y riqueza extrema, que todavía cuando me preguntan que si es verdad que por allí la gente se la pasa cantando y bailando en casi todos los lugares, la afirmación sale espontanea pero imperceptible, como lo es también lo mucho que por allí se vive sin ningún tipo de misericordia.

En esta tierra se siente el contraste que se vive en casi todos los países latinoamericanos sólo que aquí es como fluctuante. Hay tanta energía en esta isla La Española, dividida en dos, que a veces los días de calor intenso son tan parecidos a los de cielo encapotado, que no se entiende muy bien el destino, de Haití y Dominicana, aunque para muchos sea fácil deducir cuál tiene más suerte entre las dos islas.

Alrededor de treinta y cinco puntos de interés colonial dominan el paseo dedicado a los turistas que desean ver toda esa vidriera de piedras que en su mayoría están conservadas por pura calidad de los pedruscos que formaron una gran muralla para defender a los habitantes de piratas y ataques de cualquier tipo.

Fortalezas que tienen espacio también para esconder abandono. Dejadez. Nada nuevo en rincones que nadie parece querer.

Por supuesto que todo este panorama nada tiene que ver con el verde esmeralda del mar, las imponentes villas y todo el lujo que se vive allí, en los lugares más deseados por los turistas, los que no pueden escapar, no obstante, del conjunto de trabajadores informales dominicanos, que aunque bien organizados y muy bien identificados, colman las playas para ofrecer todo tipo de mercancías. Desde caracoles hasta masajes. Langostinos, besos y sexo cash, sin ningún tipo de financiamiento; ofrecidos hasta con cierto descaro. ¡Así será la crisis de los más pobres!

Pero a la par de toda esta mala propaganda que podría ser la descripción de este lugar que igual se termina amando y entendiendo, las razones de saber que somos parte de la misma historia, pues apenas nos separan azules y olas de cresta blanca, lo curioso es descubrir que entre esa fisura, de lo antiguo y lo nuevo, hay enormes potencialidades por descubrir. Seres humanos enormes, andando con sus diminutos pasos por cada ladrillo, pavimento o arena vieja que pisan allí. Porque las playas allí son más longevas. Están cernidas de forma más compacta y tienen añejo sabor salobre.

De esta forma, el restaurador y artista plástico John Padovanni nos presentó al artista dominicano José Cestero, quien se encontraba tomando un café y fumando cigarrillos.

Vestido con una guayabera que allí se llama chacabana, un pantalón marrón claro y con el sombrero típico blanco con cinta negra, un poco gastado por el tiempo y el uso, con sonrisa y amabilidad fue esbozando un poco lo que él hace desde hace ya bastante tiempo. Antes, inclusive, de 1954, cuando se graduó de artista si es que acaso alguien lo que logra es obtener un paso más en el complejo y maravilloso mundo del arte, que nunca acaba, que siempre crece.

Con una mirada entre pícara, gastada pero igualmente acuciosa, gestualmente estuvo hablando del inmenso parecido que tiene República Dominicana con Macondo, el pueblo que Gabriel García Márquez inventó en Cien Años de Soledad, aunque mucho después él dijo que era Aracataca, aunque todo el que lo visita sabe muy bien que no es así.

Cestero se ha dedicado a lo largo de su muy extensa y fructífera obra a pintar personajes comunes de la zona colonial de Dominicana. Vivos o muertos, lo cierto es que en su obra alcanzan una imagen fantasmal porque allí bien se siente el vaho de los espíritus que al parecer intentan pasearse como antaño. La vida parece tener un anclaje difícil de borrar.

También desarrolló paisajes y su obra se vende muy bien, tanto que le permite vivir tranquilamente, con la serenidad de saberse un hacedor constante, con humildad y orgullo, a la vez.

Pero tiene pendiente una exposición en la que él conecta esos dos mundos. El colonial de Dominicana y el de la ficción del premio Nobel. Con picardía va comparando personajes de aquí y de allá, en su conocimiento tanto de su historia, de su arte y de la obra del mismo escritor colombiano.

Las sandalias que lleva puestas Cestero están manchadas de oleo. Colores diminutos, salpicados que ofrecen el hermoso escenario de luz que deben ser sus manos, ejecutando, buscando la paleta gruesa y pesada de tantas pastas y tubos mezclados. Así de infatigable está a su edad.

Observa como los hombres vividos miran al mundo: con cierta deslealtad. La necesaria para escapar de las formas sociales, de las hipocresías, de las bajas aspiraciones que algún día corrieron por las venas.

Con José Cestero nos reivindicamos con República Dominicana. Su piel si está curtida por la estrella que es la vida (13/10/2011).-