domingo, 7 de julio de 2019

La orgonita



Firu dibujado por Al Segar


Mi papá se acaba de comprar una orgonita y con ella cree que puede dominar espacio y cielo. Lo hizo después del ensayo de hacerlas él mismo.

Yo intento acompañar a mi padre en sus proyectos: poco a poco fue comprando los materiales. Guantes, mascara, resina, disolvente, piedras de cuarzo. Organizó con serenidad su obra. Puso música especial. Bailó las virutas metálicas.

Mi madre, hermana y yo sin asombro: él es así.

Pasaron semanas mientras completaba todo.  Cuando, por fin, pasó a la última fase me llamó para que lo ayudase. Removí y rellené. El olor era tan penetrante que mi mamá y hermana salieron del piso porque no  soportaron la pestilencia.

Sobró material. Sólo había cuatro hormas y mi padre se agobió bastante por el desperdicio que había causado.

Cuando las desmoldamos, pasada una semana, salieron cuatro torres que habían seguido recibiendo el mimo de las vibraciones de una música que normalmente no escuchamos. 

Hubo satisfacción y tranquilidad.

Se colocó una en la sala donde está el wifi, las otras tres en cada una de las habitaciones.

Mes y medio después solo reina una, la comprada, reluciente, al lado del televisor y, las otras  cuatro, están en el trastero. Mi madre acusó a nuestras orgonitas de no poder dormir.

Mi padre desechó las nuestras porque siguió investigando para poder rebatir el insomnio de mi madre. Fue entonces cuando escuchó en uno de esos tantos tutoriales de YouTube a un tío decir por qué no se debía usar aluminio en su confección. Le creyó y persuadió de tal manera que le encargó esa única joya que ahora está cumpliendo su efecto. O eso creemos.

Por mi parte, lo único que puedo deciros es que sueño despierto. No sé si es algo nuevo. Me gusta sentirme un hombre con poderes. Pulmones anchos para absorber los males que por el aire hay en el mundo. También más veloz para llegar antes que los accidentes. Me disipo en nubes sin volar, queriendo alcanzar cosas que después se me olvidan.

Poderoso. Genuino. Especial. Fuerte. Amado. Querido por todos.

Corro. Vuelo. Salvo. Nunca Pierdo. Siempre gano.

Y me duermo…

Lo cierto es que ahora mi  papa ve menos televisión y estoy jugando menos con el móvil. Compartimos más, por lo menos él y yo. Vemos la noche que nos permite el estrecho balcón y el otro día me dijo que por fin empezábamos a estar menos muertos.

Me lo murmuró mientras miraba de reojo a mi madre, iluminada como estaba, mirando hipnotizada la pantalla, y a mi hermana moviendo la cabeza, producto de esos sonidos que escucha, con los cascos puestos; mientras hacía deberes, mordía una manzana y medio observaba un vídeo en la tablet.

Sin embargo, sigo extrañando a mi gato Firu. Antes dormía conmigo, aunque no tardé en descubrir que ahora lo hace junto a las orgonitas, en el trastero.






Dibujo realizado por Al Segar 




2 comentarios:

manel lopez dijo...

precioso texto y dibujo

Comunicadores del Coll dijo...

Me gustó el cuento, descubrí que era la orgonita, no sabía qué era. Que listos los gatos! Conxi