El barco blanco, Joaquín Sorolla |
Entre los muchos museos
que permanecen cerrados y solo podemos visitar de forma virtual está Casa
Sorolla, donde además de las pinturas de
Joaquín Sorolla se descubre la forma cómo vivió y los objetos de los que estuvo rodeado.
Sentir la paz y la tranquilidad
en plena ciudad, en sus jardines, la fuente y sus pasadizos es también saber
que nos podemos esconder a pocos metros
del sinvivir que muchas veces es Madrid
Sorolla estaba fascinado
por el mar. Iba siempre que podía y allí pintó sus mejores obras. Las vaporosas
telas que eran sacudidas por el aire marino, los cuerpos de los niños jugando
en la orilla, las barcas y los pescadores llenaron sus lienzos. La fuerza con
que empuñó el pincel dejó revelado que
era un genio.
Otro genio que vivía en un
palacete, pero a trescientos metros del mar, fue el pintor venezolano Armando
Reverón, no tan conocido en España, país
que visitó al igual que Francia.
Su morada era sencilla,
con muñecas de trapo y hamacas colgadas en la precariedad que fue su vida.
Fascinado por el mar se convirtió en el “maestro
de la luz” como fue encumbrado una vez que sus obras empezaron a alcanzar altos
precios en el mercado del arte.
Él llegó a pintar un
playón casi blanco, porque a las horas de mayor luminosidad el sol hace tanto
daño a los ojos, cuando se intenta mirar el mar tropical, que ciega y justo
como él lo plasmó, es como se ve.
Playón, Armando Reverón |
Sorolla y Reverón
expusieron en mismos escenarios a nivel mundial. Fueron halagados por sus
coterráneos.
El mismo mar, Mediterráneo
o Caribe, los unió aún más.
Allí encontraron una forma
de desembarazarse del formalismo y ser auténticos.
Emocionar con sus cuadros,
lo más difícil de conseguir.
Y esas emociones al ver a
los chicos desnudos disfrutando del mar o encontrar que una playa puede ser tan
blanca como la enceguecedora luz del sol, son parte de todo este mundo que
ahora podemos atraer con nuestra mente, para llenarnos de fuerza, de amor, de
admiración; porque todos trabajamos, de un modo u otro, por compenetrarnos con
la grandeza.
También existen los
abrazos virtuales. Espero recibas el mío. Mejórate. Soy Marisol, mi gato hoy
está buscando aventuras, porque ha sido
día de sol.
Carta anterior:
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