lunes, 18 de mayo de 2020

Armonizar (cartas de apoyo a pacientes Covid)

Serie potros, de José Coronel 


Creo que de alguna u otra forma todos los hemos notado: ya no llegan tantos mensajes por WhatsApp. Un poco porque limitaron la posibilidad de reenviarlos en la comodidad de bloques de cinco a la vez, y también porque nos hemos desinflado, días a semanas y meses, de esta pausa temporal a las rutinas que desempeñábamos por el mundo.

La situación de este confinamiento ha destejido ideas que creíamos sólidas, abriendo paso al enorme desconocimiento que persigue nuestras horas.

Los que requieren de mayor libertad salen a correr, a caminar y también a cansar la ansiedad que se ha disparado con toda la vivencia.  

Los que se sienten más cómodos con estar en casa, porque el trabajo o el carácter ya les habían explanado un poco el futuro, aunque este no fuera ni remotamente sospechado, también han empezado a sentir incomodidad.

Sabemos que la vida no es una carrera, tampoco el desvivir que ha impuesto el modelo económico, plagado de errores que pueden corregirse con apenas voluntad de querer hacerlo.

Los que vaticinan tiempos difíciles lo hacen desde la óptica de que nada desean transformar. Todo está diseñado desde el modelo del sacrificio.

Los cambios, desde luego, tienen el impulso de la valentía y el deseo de una transformación. Como de alguna forma está siendo impuesta por acontecimientos no del todo objetivos y prácticos, habrá que conjugar muy bien los dos hemisferios cerebrales para poder lograr un mundo más equitativo, conservando el orden de la naturaleza misma.

Desentrañar los misterios que nos rodean alrededor de esta llamada pandemia también contribuiría a deshilar este manto grueso que al parecer nosotros mismos nos hemos echado encima.

No es el hombre y la mujer; es la familia. No es mi familia: son todas las familias hermanadas en la humanidad solidaria y compasiva que está dentro del ser de todos y cada uno de nosotros.

Despojar de la piel el egoísmo adherido por siglos de sobrevivencia que nos ha convertido en una especie líder y voraz, que ya no necesita de ese apetito para continuar por un mejor sendero.

Un trabajo arduo pero no imposible; largo pero no eterno. Cargado de la poderosa vitalidad de hacernos con un mejor destino; alentador por demás.

Llevamos dos días hermosos de sol primaveral aquí en Madrid. Buenas cuarenta y ocho horas para armonizar nuestra recuperación que requiere de equilibrar fuerzas físicas, emocionales y espirituales.

Mi gato duerme, no se ha encontrado muy bien. Ha adelgazado un poco después de dejar de comer unos días. El ayuno siempre sienta bien.


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