La cuarentena que pasó a cincuentena ha presentado escenas surrealistas, reflejo exacto del
pulso de toda esta inédita vivencia humana.
Hemos visto, muy cerca de
casa, como un hombre fue rescatado colgando de la reja del balcón del segundo
piso. Los vecinos como arañas lo descendieron en asistencia oportuna y sólo
recordar un gran susto. Ni siquiera hubo necesidad de rescate por parte de
bomberos. Aunque sí hizo falta el apretón de manos y el abrazo.
Un heroísmo velado.
Salieron jóvenes a hacer
botellón en la primera etapa de la desescalada. ¡Nada más ingenioso que
hacernos los desentendidos, derechitos a nuestros vicios!
Los paseos por algunas
calles parecen el momento del
pistoletazo del maratón de Nueva York por la concentración de personas, muy cerca una de las otras, sin conservar las benditas
distancias de seguridad.
Policías chulescos que han
paseado por los solitarios pueblos cantando y bailando.
Gente que pide más vino y
guasa desde las ventanas.
Pájaros que no visitan los
parques porque no hay personas que les echen migas de pan o galletas
trituradas.
Sin ninguna compañía un
hombre fue multado porque dijo que estaba paseando a su perro invisible.
Los comentarios cargados
en las redes sociales a diario electrocutan al amor, magnetizando al miedo y desesperación que se ha ido batiendo
en este mazacote de ensayo y error que es la pandemia.
Lo más trashumante: un
hombre sentado bajo la silueta del toro de lidia, conocido como toro Osborne, común al paisaje a
lo largo y ancho de sus carreteras españolas, daba qué pensar a quienes lo vieron ese día,
bajo la gigantesca valla. Ya la policía lo había localizado y estaba hablando
con él. ¿Buscaría cobijo? ¿Protestaría? ¿Se estaba rindiendo? Preguntas de
quienes por allí pasaron y vieron la
escena de un desconfinado.
Menos mal que el otro día
no había autoridad alguna que pudiera frenar el abrazo entre una chica y un
chico en la acera de enfrente. Cualquier otro lo hubiese filmado porque fue de
película: largo, copioso, lento. Entendible desde la ventana, multa segura para
las autoridades.
Mientras la Real Academia
Española espera ponerse de acuerdo para incluir en el diccionario palabras como
Coronavirus, videollamada, desescalada, desconfinamiento y el verbo cuarentenar,
asistimos al alargamiento de este obligado reposo, porque Madrid no ha disminuido
contaminados y el número de fallecidos es alto y oscila, sin que se logre absoluto control de toda la
situación
Diario de observación,
lecturas, imaginación y aguante, que extenderemos.
Soy Marisol. Toda mi
fuerza espiritual te acompaña en esta recuperación tuya que tiene la virtud de
tus ganas de salir hacia adelante. Mi gato Chachito duerme. Día de buen clima,
buena luz casi sin gris.
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