En el umbral de la esperanza, Pilar Taboada. |
Tengo una amiga madre de
tres hijos, la última una pequeña que todavía no ha cumplido el año de vida,
por lo que la atención (y tensión) en su casa debe ser enorme en estos
momentos. Los otros dos hijos tienen entre siete y cuatro años.
No la llamo con frecuencia,
porque hace trabajo a distancia desde su hogar. No he ido a su apartamento, no
sé si es pequeño o grande, pero no deseo
siquiera imaginar lo que pueda ser toda esta experiencia. Confinamiento con tres
hijos, marido, ella y su trabajo, es decir, con una legión de personas metidas
telemáticamente, entre ellos sus coordinadores.
Pero desde que la conocí
supe que Sonia no era una mujer sosegada. Todo lo contrario. Mente veloz, ágil
con los números y sin plantearse obstáculos en la vida.
Recuerdo ir juntas a
almorzar, ella con su barriga prominente, a toda prisa, con la mayor de las
energías, para aprovechar cada segundo, del limitado tiempo que nos daban. No
la detenían los lugares distantes con tal de cumplir el deseo de probar esa
comida e inclusive sentarnos en un banco para comer, ahorrando tiempo.
Con ella hablar era
resignarse a un interrogatorio firme, porque no había detalle que se le
escapara a su curiosidad por saber y entender la circulo completo de las
historias. Con igual generosidad contaba las suyas.
Justo al hablar con ella en el día de hoy me dijo lo sospechado: tener
tres niños y esposo en casa no ha sido sencillo, lo complica aún más, que tiene
que estar trabajando desde allí, sin que por parte de la empresa exista comprensión;
sólo tensar la cuerda, con presión y explotación por igual, a todo el grupo que
tienen bajo este sistema laboral.
Pero con todo este
panorama, también conocí hoy una dimensión aún más bonita de Sonia: los días
sábados hace labor social y reparte treinta almuerzos a familias. Recoge la
comida y se va con su coche a
repartirlas.
La imagino serenando su
ser en esas apenas horas de libertad que realiza en su labor solidaria, incluso
recibiendo nuevas fuerzas, para continuar, su dinámica vida.
Soy Marisol, antes de
echarse a dormir mi gato Chachito jugó bastante conmigo. El sol de este día
alimenta tu espíritu intacto. Tu recuperación es un paso suave y firme, para
internarte en la gratificación de sabernos sanos y victoriosos.
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