Nos observan, Rolando Quero |
El verano que más libros
leí fue cuando tenía alrededor de quince años. No recuerdo la razón. La biblioteca en casa era enorme, pero
pedí prestados alrededor de doce y entre ellos estaba “Lo que el viento se llevó” de Margaret Mitchell, libro que a esa edad
causó impresión en mis inexperimentadas emociones.
Recuerdo que lo leí
demasiado rápido; lo devoré, como quien dice. La narración ágil, las
descripciones; incomparables. La imaginación se hacía redonda ante la maestría
de esta periodista convertida en mejor escritora.
Pero cada vez que cerraba
un capítulo, lloraba. Dejaba el libro a un lado y sollozaba recostándome en la
cama, juntándome con el olor a salitre
que había en mis sábanas, porque vivíamos muy cerca del mar.
La oración final del
personaje femenino principal, Scarlett O’Hara, “mañana será un nuevo día” me dejó
desconsolada. Ese dejar para el día siguiente lo que no tenía resuelto en el
hoy, era para mí, un conjunto de sentimientos enredados en una gran bola a la
deriva, que me hacían sentir vulnerable y parte de una historia de impotencia,
confusión y desazón. Como la que creía vivir en ese momento. Con toda la
ignorancia y desconocimiento del mundo.
Por supuesto, al terminar
el verano no solo tenía la magistral pluma de esta mujer sino la de otros
muchos autores en mi cabeza y su huella no fue tan perecedera. Creo haber leído
en alguna parte que ella incluso quiso titular el libro con aquello de “Mañana
será un nuevo día”, pero al final optó
por el que reúne en sí mismo el peso del pasado en la vida de los personajes y
el relato continuo de la guerra de secesión.
Especial ternura me
inspiraba el personaje de Scarlett y una simpatía sin igual Rhett. Historia de
amor y desamor que me maravillaba en la fantasía que se tienen en esos años.
Comprender años más tarde
que la mente es ese continuo viaje hacia el pasado o hacia el futuro ha sido
parte de otro aprendizaje. Sumamente agotador resulta estar en ese paralelismo
continuo. Con una facilidad y rapidez vertiginosa nos adentramos en los espacios
de tiempo, ambos para huir del presente.
Mitchell lo supo expresar
muy bien, quizás sin proponérselo. Su personaje Scarlett huía, porque la guerra
en su alma, era pasado.
Soy Marisol. Hoy el día
está gris. Mi gato Chachito ha dormido poco y jugado mucho, en el pequeño
espacio, especie de terraza, donde se cuelga la ropa. Pendiente de los pájaros
que no logra atrapar. Porque hay rejas. ¡Menos mal!
Pendiente de tu pronta
recuperación, que la alcanzarás pronto: aquí sí vale abrazar el futuro.
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