Después de levantarse, Yaralí
siguió la natural guía de su instinto. No se despidió de nadie y tampoco hubo
necesidad porque algunos dormían, otros estaban ocupados en arreglar los
asuntos del nuevo día.
Así como era, dueña de su
destino, decidió ir hacia el pozo azul, subiendo por el costado del rio, hacia
la montaña, fresca y ruborizada como estaba esa mañana de sol reinante; cargada
de una neblina suave y perfumada.
Como iba descalza,
recorría sintiendo a la tierra viviente. Le iba hablando con sus pies de quince
años, murmurando suavemente palabras que le hacían construir un poema que
regalaba a los árboles, mariposas, pájaros.
Miró el cielo azul,
despejado y poderoso, más intenso que nunca. Sus ojos habían amanecido sin
velos aquella mañana. Lo percibió con alegría en su pecho, era una combinación
de lince y águila, que le permitiría ir muy lejos.
Las aguas de pozo azul
estaban serenas, apenas onduladas por la catarata que caía desde la roca jaspe.
Se bañó largamente allí, el cuerpo alborozado por el agua fría, le hacía reírse
con ímpetu, mientras movía brazos y piernas para entrar en calor.
Se sumergió justo en
frente de la cascada, y al sumergirse venció la centrifuga que generab la
fuerza de la caída. Pasó al otro lado para subir rápidamente las aguas y poder
respirar. Ahora estaba detrás del torrente, rodeada del cuarzo rojo, en la
cueva de Janajoró.
Acuclillada, se puso a ver
las pequeñas gotas que se desplegaban como rocío, las paredes mojadas que
parecían lindos cuerpos desnudos, las semillas que habían ido colocando todos
allí, de diversos colores, como si fuesen un tesoro.
Desde dentro, la laguna
era imperceptible. La catarata de agua
abarcaba la boca de entrada y de salida. Era un placer permanecer en la
intimidad del río, naciente de su voz esmeraldina, interpretando la dulzura del
agua. Soñando con los poemas nacidos por sus pies, mariposas inmutables y al
vuelo de ser simplemente Yaralí.
Soy Marisol. La lluvia hoy
ha sido buena e intensa. Aspiramos por tu pronta recuperación. Mi gato Chachito
observa las gotas, imaginando quien sabe qué cosas.
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