lunes, 13 de abril de 2020

Aranjuez (cartas de apoyo a pacientes Covid)

Otoño en El Jardín de El Príncipe 



Al entrar a Aranjuez hay que cruzar dos puentes: el antiguo del siglo XVIII sobre el río Jarama y un segundo mucho más moderno, sobre el río Tajo. Desde este último ya se ve parte del Palacio Real,  el Jardín de las Islas, la iglesia de San Antonio y la casa de los oficios, sede actual de algunos organismos públicos.

Esos dos afluentes le inyectan un vigor muy especial a este Real Sitio y Villa, patrimonio de la Humanidad desde el 2001.

La primera vez que visité el mercado de abastos de Aranjuez me  invadió la nostalgia y lloré. El hilo musical mientras veía los distintos productos en los puestos de venta, era justamente el Concierto de Aranjuez,  de Joaquín Rodrigo. Una melodía que traspasa sentimientos y geografías.

Pero lo  más maravilloso de este pueblo es poder disfrutar El Jardín del Príncipe. Entrar allí es como pisar un pedazo mágico de tierra. Los platanotes centenarios, las secuoyas y un conjunto enorme de variados árboles y plantas, bien cuidadas, imprimen a los paseos una carga magnética.

Allí se siente una conexión especial con la naturaleza y también se pueden observar saltarines conejos, ardillas, pavos reales buscando alimentarse de las manos de los seres humanos;  ocas estrafalarias y ruidosas, y patos. Si se tiene suerte hasta se pueden ver a los escurridizos faisanes machos.

Sólo por disfrutar este vergel, bordeando El Tajo, bien vale la pena vivir o pasear por este hermoso pueblo, al sur de Madrid.

El paseo por supuesto tiene más que verde y exuberante botánica. Está el museo de las falúas reales, la casa del labrador y un diverso conjunto de fuentes. También un templete chinesco con caídas vaporizadas de agua.

Lo recorrí las cuatro estaciones. No puedo decir cuál es la mejor. Quizás en verano, al llenar de agua todos los rincones, poco a poco, a través de los canales, adquiría ese espejo continuo de ver cielo y árboles, arriba y abajo.

Sin embargo en otoño es hermoso recorrerlo con los colores oxidados de las hojas. La primavera siempre trae multiplicidad de matices. Durante el invierno se puede ver la desnudez combinada con las aguas de El Tajo que por alguna razón se tornan más transparentes, hasta mostrar su fondo de tierra y raíces; y peces.  

Soy Marisol. Mi gato Chachito duerme. La cuarentena lo mantiene más cariñoso. En días encapotados como éste de hoy,  se acurruca y duerme más. 


Carta anterior: 


No hay comentarios: