Pocas personas lo saben, pero Jorge Véliz, artista plástico, que trabaja desde hace muchos años perfeccionando el arte geométrico, es daltónico.
"El estudio sobre el color me facilita mi visión y yo veo los colores a mi manera. En el color nada es al azar. No soy daltónico completamente pero sí tengo esa limitación... irónicamente".
Dentro de su trabajo, su logro principal tuvo una bolsa de trabajo otorgada por el Instituto Nacional de Bellas Artes en el año 1973. Eso le dio una motivación importante porque se encontraba estudiando. Luego obtuvo otra recompensa en un concurso organizado por la Venezolana de Petróleo. Se ganó un premio en Barquisimeto y una de sus grandes satisfacciones que tuvo fue cuando la exposición de fin de curso de la Escuela de Arte Arturo Michelena fue en su honor. También le otorgaron el Premio de la Asociación de Pintores de Carabobo, las dos condecoraciones otorgadas por la Alcaldía de Valencia.
De una de sus obras, Valencia es testigo todos los días, la fachada de la torre Victoria, en el centro, que ofreció un cambio total al edificio. Es una de las obras más grandes de arte geométrico que hay en Carabobo. Otra pieza suya observa a los estudiantes de la Universidad de Carabobo.
¿Cómo ha logrado esas obras dotadas de una personalidad tan bien demarcada?
Trabajaba siempre el plano, pero la obra empezó a salirse visualmente. En arte geométrico hay que lograr la impecabilidad en los trabajos. Hay que tener una gran paciencia.
¿Cómo logró romper esquemas, utilizar cada vez más el color de formas tan diferentes, qué es lo que fue buscando a lo largo de todo este tiempo?
La luz. La luz es la que me produce el volumen. Trabajo la forma geométrica ya que uno tiene que olvidarse de lo figurativo y trabajar con los elementos creados por el hombre. Como las matemáticas, el color es lo importante. Es como hacer un rostro, todos tienen los mismos elementos, pero ninguno es igual.
¿Cuánto tiempo lleva estudiando el color?
Desde que salí de la escuela. El color viene siendo en mí una obra fundamental. El color es como la música. Dentro de él hay un lenguaje. Es allí donde profundizo cuando hago una obra. Me planteo: voy a hacer una pieza con contraste simultáneo, pongo colores complementarios y voy así en la búsqueda.
Las degradaciones de un mismo tono en sus obras ¿para qué son?
Son para buscar luz, un efecto visual. Allí tenemos el caso de Reverón.
¿Por qué son pocas las obras a las que usted le pone nombre?
No me gusta. Generalmente le pongo nombres que tienen que ver con Valencia: Guaparo, Tacarigua, Urdaneta, que tiene que ver con la calle que se llama así en el centro.
Uno no tiene que ver con lo que está pasando en el momento. Puede haber una guerra, gente pasando por dificultades y muerte, pero la obra geométrica o del arte madi poco tiene que ver con lo que está ocurriendo. Uno como artista puede sentir, pero ello no tiene por qué mezclarse con la propuesta artística. Mi principal objetivo ha sido hacer cosas distintas pero somos muchos los que estamos trabajando con las mismas herramientas y es imposible que no usemos los elementos básicos y hayan ciertas coincidencias.
¿La obra en sí misma es la que entonces cobra valor?
Porque es el pensamiento que debe conjugarse con todos los estudios y los planteamientos de color que forman parte de un lenguaje.
¿El arte no significa?
Claro que sí. Allí está la parte creativa, el hombre por el hombre buscando dejar la huella en la tierra... El cuadrado, por ejemplo, lo trabajo bastante porque fue creado por el hombre, por el arte constructivo. Después viene el arte madi que viene dando libertad, que rompe con el cuadrado.
¿Cómo usted llega a ser uno de los representantes venezolanos del arte madi?
Para mí fue una gran sorpresa que Octavio Herrera me hiciera una invitación para formar parte del movimiento madi. Inconscientemente la había trabajado. No fue por ir detrás de una tendencia sino que nació dentro de mí, dentro de la misma búsqueda de ir renovándome constantemente.
¿Cuál es su visión de lo que está pasando a nivel cultural en Valencia? ¿Con el desarrollo de dos salones Michelena acaso no fue el público el que terminó como perdiendo algo?
A mí me da sentimiento porque en Valencia, Carabobo, cuando las personas asumen un cargo cultural lo toman como una parcela, que ellos son los dueños de ella. Si alguien se les acerca, les dan la vuelta para que nadie pueda surgir aparte de ellos mismos; que no les entorpezcan esa misión. Eso fue lo que ocurrió con el Salón Michelena. El Ateneo de Valencia era de todos y cuando venía el Michelena se involucraba la Escuela de Arte, el ejército, venían presidentes de la República; era como una corrida de toros. Se cerraba la avenida Bolívar de la cantidad de gente, el Perecito era el lugar de reunión y no se podía entrar de la cantidad de personas que buscaban intercambiar ideas.
Abren el Museo de la Cultura con bombos y platillos, en los tiempos del gobernador Oscar Celli y con los cambios de gobierno ocurrieron cosas como que le quitaron el nombre, pues se llamaba "Braulio Salazar" y hasta el busto de nuestro insigne pintor que había en la entrada lo mandaron para el depósito que está en el sótano.
Pasan todas estas cosas y aquí la gente no hace nada.
El dinero que supuestamente iba al Museo de la Cultura pasó a manos del Ateneo de Valencia. Allí donde hubo un interés. Cuando esto ocurrió le dieron las espaldas a los artistas. Se volvió un misterio. Salas RÖmer le hizo el edificio nuevo al Ateneo de Valencia, el que ahora tomó el gobierno regional, para que allí hicieran un Museo. ¿Cuándo abrieron ese museo? ¿Cuándo guindaron esas obras allí? Lo que hicieron fue hacer oficinas por todos lados. Ahora se están viendo las consecuencias de todo lo realizado. Había un rechazo total a los artistas carabobeño y a la prueba me remito, en el penúltimo salón sólo dos artistas carabobeños fueron aceptados. Los artistas de aquí nos cansamos de enviar y no lo hacíamos porque estábamos cansados de ser rechazados. Sólo en este 2008 el Ateneo se volvió "bueno" a raíz de todos los acontecimientos que han sucedido (Notitarde, 28/03/2009, Confabulario).-