Apenas unos días antes
de florecer los almendros por toda Madrid anunciando la proximidad de la
primavera, cerraba Arco 2017 en su 36aedición, llena de entusiasmo, si bien los más
escépticos solo se animaran a decir que el negocio del arte empezaba a mostrar
signos de recuperación, tras un par de años de holgura reservada.
Lo cierto es, que si
bien los dos pabellones de Ifema no mostraban el esplendor de otros años cuando
eran cuatro los que reunían lo mejor del arte contemporáneo mundial, el
despliegue por toda la capital española en galerías, museos y espacios
alternativos (antes y después de la cita artística) fue capaz de nutrir la
apuesta genuina de los artistas que hacen olvidar miserias y recordar
contrastes de la humanidad.
Arco 2017 ha
conseguido superar la cifra de 100.000 visitantes y ha contado con un
presupuesto de 4,5 millones de euros, números ciertamente similares a la
edición anterior.
Para el presidente del
Comité Ejecutivo de Ifema, Clemente González Soler, la edición constituyó la
consolidación de la proyección latinoamericana de la feria.
“La vocación latinoamericana de Feria Internacional de Arte
Contemporáneo ha constituido uno de los ejes vertebradores de la feria a lo
largo de sus 36 años de trayectoria. Por ello, el que Argentina sea el país
invitado de honor en esta edición tiene un significado especial… la
constatación del creciente peso que tiene Arco en Iberoamérica”.
Todo ello quedó
plasmado con la participación de 43 galerías de nueve naciones latinoamericanas
(del total de 200) de 28 países, que impregnaron de vibraciones creativas los
espacios concurridos a todas horas de la exposición.
Como en todas las
exhibiciones hubo asombros y menudencias. ¿Cómo no maravillarse ante las piezas
de Joan Ponç y Alexander Calder, presentadas por la galería Mayoral, logrando
diálogo único y conexión extraordinaria entre estos dos artistas con el puente
generacional que les tendió Miró?
Afirmar que The Red
Base (1969), de Calder, fue vendida por 2.5 millones de euros es aumentar (y
resquebrajar) el gozo que produjo esta obra en la mayoría de los espectadores,
seducidos por la simple movilidad de los colores y las formas que fue capaz de
sintetizar este maestro norteamericano.
El Triunfo de
Nautilus, de Salvador Dalí, fue exhibido por la galería Leandro Navarro en un
esfuerzo por darle a este encuentro fuerza a la pintura.
Cinetismo venezolano
Cómo no sentir
emociones al ver a los maestros del cinetismo venezolano, Jesús Soto, Carlos
Cruz-Diez y Francisco Salazar tan bien representados en las galerías
participantes como Denise René, Cayón, DAN Galería, León Tovar Gallery,
Guillermo de Osma y Raquel Arnaud.
Una de las obras de Jesús
Soto, con un precio de 700 mil € y vendida con orgullo antes del cierre de la
feria por la galería Denise René, se sintió como una recompensa, nacida hace
sesenta y dos años cuando esta galerista brindó su apoyo incondicional al
artista en París.
Obras destacadas
Como prestidigitador
de emociones, Julio Le Parc acaparó la atención de todos los visitantes de Arco
con su Sphère Blanche, realizada con placas acrílicas blancas suspendidas por
hilos de acero y aluminio. El artista estuvo representado por diversas
galerías: Del Infinito Arte, Fernández-Braso, María Calcaterra y Nara Roesler.
Otra obra, también
presentada por la Max Estrella, Paisaje Móvil (de Eugenio Ampudia) provoca la
reflexión sobre la desterritorialización, una de las consecuencias más graves
de los cambios sufridos por la crisis actual, y alude a la necesidad de
recuperar las identidades y valores locales.
A la galería Elvira
González se le debe el honor de haber conseguido atrapar todas las miradas con
la obra Global Cooling Lamp de Olafur Eliasson, una circunferencia de 140
centímetros de diámetro con 35 bombillas halógenas verdes dentro de un “marco
geodésico hemisférico” que permite ver su estructura interna. Una instauración
hipnótica.
Y, sin duda, muy
necesaria la crítica que suscita el trabajo de Eugenio Merino en ADN, Home
Security. A través de una alfombra agujerada que simula una reja ha conseguido
abordar de forma convincente el problema de los refugiados.
Distractor 3 del
peruano José Carlos Martinat, escultura concebida con leds y ventiladores,
puntea con el dedo desde su centro a la sociedad superflua que inevitablemente
la hiere, puesta en escena por Revólver Galería.
Escuela de Cálculo
De gran valor también
ha sido la propuesta de la galería José de la Mano, dedicada a los históricos
de la Escuela de Cálculo, a través de una selección de piezas de 4 artistas que
formaron parte de este movimiento.
Adquisiciones
En cuanto a la
adquisición de obras, la Fundación Arco ha comprado los trabajos de 7 artistas
por valor de 146.000 euros, que se alojarán en el Centro de Arte Dos de Mayo de
la Comunidad (CA2M) de Madrid.
Por su parte, el Museo
Nacional Centro de Arte Reina Sofía ha adquirido un total de 18 obras de 12
artistas, por una suma de 389.200 euros. Entre ellas cabe destacar la obra de
carácter histórico perteneciente a la Escuela de Altamira de los artistas Eloy
Laguardia y Mathias Goeritz.
Argentina: país invitado
Se puede decir que el
mercado del arte en Argentina, aunque se ha reactivado en los últimos años,
tiene por delante aún mucho que hacer. Gran parte de la creciente repercusión
fuera de las fronteras patrias es debida a Eduardo Constantini, coleccionista y
fundador del MALBA (Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires). Su
trascendente labor ha sido reconocida este año por la Fundación Arco con el
premio A al Coleccionismo por difundir el Arte Latinoamericano.
No se hace el mismo
diagnóstico con respecto al arte, que goza de vitalidad, y por ello ha sido una
oportunidad conocer algunas de las propuestas presentes en la feria. Haciendo
justicia a la calidad artística debemos destacar la obra de Alberto Greco,
autor destacadísimo del arte conceptual, Eduardo Stupía, referente del dibujo
en Argentina, y Pablo Accinelli, quien establece a través de sus trabajos una
relación sugerente entre el objeto y la herramienta.
Queda mucho por decir
sobre Arco 2017. El arte con su variedad siempre es efervescente apertura. Una
feria de arte no puede sintetizarse por las matemáticas de los negocios. Las
emociones galoparon por los hacedores y por los espectadores con mucho mayor
ahínco. Las novedades se fusionaron con lo convencional, por igual. Una
revitalización necesaria. Y como siempre, el ser humano reconoce la calidad en
el tiempo y el espacio que le toca protagonizar (Marisol Pradas / Javier Romero, trabajo publicado en edición aniversaria de Revista Artefacto).-