Si las emociones son químicos impresos holográficamente en nuestra memoria como lo sostienen conceptos modernos de la psicología, bien valen los collages de fotografía para intentar mostrar esas imágenes que hablan por sí mismas y que unidas, van contando una historia, reflejando momentos verdaderos e intervenidos, como es el caso del trabajo del joven Napoleón Machado, fotógrafo creativo, también con experiencia en actuación, otro rol que asume con igual placer.
¿Cómo fueron tus inicios?
Desde muy pequeño, en la escuela básica, siempre me llamaba la atención todo lo que tenía que ver con las artes plásticas. La actuación, la música me gustaban pero llegó un momento que tuve que encauzarme hacia el diseño, el arte y la actuación. Cuando empecé a estudiar me di cuenta que era visual por lo que me convencí que era un artista narrativo. Quería buscarle definición a todos los elementos, me apasioné con la fotografía, por lo que le podía sacar mucho provecho en el sentido que es la toma de un momento y tiempo específico...
¿Por qué la actuación?
Porque puedes interpretar un papel con una personalidad que no es tuya, llenándolo de expectativas, vicios y unos matices que no son tuyos y expresarlas hacia un público. Esas respuestas son similares a las que se logran cuando uno hace una exposición de arte, una buena imagen en un cuadro, una buena imagen que la gente la admire. Y si ves que el público es recíproco con lo que se creó, manifestando sentimientos de alegría, llanto, sorpresa, confusión, eso es lo más importante como artista.
¿Cómo llegas al taller de Roberto Mata?
Una vez que descubro que tengo esa vena artística vine hacia Valencia, porque vivía en Cagua, empecé estudiar diseño gráfico. Ya para ese momento sabía que lo que me gustaba e interesaba desarrollar era la fotografía, mucho más que el diseño Web o imprenta. Tuve la oportunidad de estudiar a un nivel más profesional en el taller de Roberto Mata (año 2002) que fue una experiencia enriquecedora porque era la fotografía vista de otra manera, más analítica, con contenido, con prácticas más específicas, menos comerciales de lo que vi en la Escuela de Diseño. De allí el Ateneo de Valencia me otorgó una beca por un año de estudios y me dedico al arte sacro. De esta forma reúno toda la experiencia de los programas de edición y todos los conocimientos fotográficos para hacer mi propuesta.
¿Por qué arte religioso?
Al principio mis tutores pensaron que mi inclinación hacia el arte sacro se debió a que estaba en pleno apogeo el boom de los libros que salieron sobre religiones y diferentes cultos. Pero a mí me gusta porque es un tema interesante, con alto contenido social; que a la gente le llama mucho la atención. Las personas idolatran mucho los iconos, no solamente algo que tenga que ver con moda o religión. Yo quería realmente explorar lo que la gente busca...
¿Y qué busca la gente?
En mi experiencia vi un poco de todo. Vi gente que de verdad tiene conocimientos y muchos otros adoran imágenes porque eso fue lo que les enseñaron desde pequeños. Una especie de adoctrinamiento desde su infancia sin más pasión en muchos casos y sin conocimientos más allá de ello. Otros por moda. Los santeros. La brujería, por curiosidad. Eso es lo que pude entender de los carabobeños que conocí con esas inquietudes para realizar mi exposición.
¿Nada más allá que esa búsqueda que parece banal?
Casi siempre está la búsqueda del confort o la guía que se necesita para enrumbar todos los desvanes que he tenido a lo largo de mi vida y mis actividades. Creo que los medios influyen mucho en lo que es la formación, lo debes ser, usar, ver y tener; lo que debes idolatrar o no. Y creo que existe esa manipulación, aunque existen oportunidades de que la gente se dé cuenta de que eso no es así. Pero estamos ante una sociedad muy manipulable. Sobre todo los jóvenes, con quienes yo me comunico mucho más para saber qué piensan; a nivel de trabajo, de actitudes.
¿Dentro de esa búsqueda fuiste a la montaña de Sorte?
Llegué a ir y vi todo el proceso. Por supuesto al estar en un lugar donde no coincides, igual te da como ese temor a pensar que pueda pasar algo sobrenatural. Presencié un rito como tal, estaban despojando a una persona en su momento. Vi como se montaba la coreografía, por decirlo de algún modo, de la gente que la acompañaba. Lo que más me llamó la atención fue la entrega de las personas que estaban allí. La esencia, la actuación, el carisma que le ponían a eso. Estaban sumamente entregados. Era su religión. Sus ídolos. Me conmovió mucho porque había también mucha sensibilidad, se sentía que la gente estaba ante algo real.
¿Por qué lo relacionas con el teatro?
Porque es como la experiencia que uno maneja a nivel de teatro. Verlo allí era sentir que estaban sumamente comprometidos. Me di cuenta que a nivel de religión es igual. Así como en la actualidad hay tantas iglesias con diferentes religiones y diferentes dioses, con gente muy entregada a todas ellas, bien sea el pastor, el sacerdote o guía, me llamó la atención esas coincidencias e hice un concepto general: Resumir todos esos códigos y esos enigmas que la gente maneja en una sola imagen, sin dedicarme a un rito específico.
¿Cómo hallaste en el collage tu forma de manifestarte?
Quise hacerlo trabajado en el nivel de los sueños. Allí uno interpreta varias imágenes pero uno tiende a sobre exponerlas, en color o blanco y negro, las relaciones oníricas que uno tiene, quise que la gente viera en cada módulo un compendio de elementos que relataran un solo concepto. Por ejemplo, en "Conversión Falsía de una Magdalena" trabajé la imagen de Cristo con Magdalena colocándole a ella la corona y secándole las lágrimas y sobre esa imagen coloco dos imágenes de una ciudad, dividida, una ciudad limpia y la otra, muy sucia. Como para trabajar la idea del bien y del mal. Que a la final no sabemos si el bien y el mal es algo real.
¿Es importante la sensibilidad de un artista con su entorno?
Como artista narrativo que me encanta expresar, siento la necesidad de estudiar mucho los códigos y los enigmas a nivel introspectivo. Para mí eso es sumamente importante, estudiar a fondo lo que representa un elemento específico en cualquier momento. Si por ejemplo estoy hablando de danza me gusta saber cual es la pasión de esa persona que danza, el tiempo de sacrificio, de preparación. Eso me parece importante. Si estoy trabajando a nivel de actuación el compromiso que debe tener el actor para transmitir una idea. A nivel de las artes todos los estilos, movimientos, manifestaciones, que son tantas, las artes del fuego, la cerámica, la pintura y tienen un mensaje mágico. Todo artista tiene que ser muy sensible y carecer del perfil definido sobre cada tema.
¿Cómo ha reaccionado el público ante tu propuesta?
Dicen que es un trabajo profundo. Que tiene mucho contenido de vida. Es como si creyesen que porque soy joven no puedo reunir tal cantidad de experiencia, porque no he podido superar todavía las diferentes etapas de sufrimiento y recompensas que ofrece la vida.
¿Y tiene un artista que vivir de todo para transmitir?
Creo que no. Con las referencias, lecturas y lo que viven otros se puede formar algo. Lo importante de mi propuesta es que la gente queda con la curiosidad de indagar sobre los temas que propongo.
¿Alguna satisfacción a pesar de esa sorpresa de tener 26 años?
En la última exposición que estuve, que fue en el Ateneo de Caracas, había un grupo de 90 artistas y yo era el más joven. Todos los demás eran de talla grande, con mucha experiencia. Pero fui el único que llevé fotografía intervenida y digital.
¿Por qué intervienes la fotografía?
Yo lo trabajo como un estilo, ni lucho porque todas las fotografías sean intervenidas. Trabajo este genero en estos momentos. En una exposición titulada "Ciudad Compartida", realizada en Valencia, trabajamos elementos que tuvieran que ver con la ciudad y las personas... y no hicimos ninguna intervención porque se trataba de imágenes de personas de la tercera edad y detalles sobre sus rostros y sus manos, gestos.
¿Te sientes más creativo a la hora de intervenir una fotografía?
Sí, porque puedo fusionar los tres medios; el melodrama de un artista teatral como soy, la posibilidad de tener dominio sobre los programas de edición y la fotografía.
¿Qué opinas de lo que está sucediendo en el Ateneo de Valencia?
Creo que los que estamos estudiando deberíamos sacar el mejor provecho de nuestra institución. A nivel de instalaciones es cómoda, muy bien equipada, con información audiovisual, libros y muy buenos profesores, docentes que son prácticos. Más bien, en vez de meternos sobre si es un problema institucional o político, deberíamos sacar el mejor provecho antes de que pase lo que tenga que pasar.
¿Cómo fueron tus inicios?
Desde muy pequeño, en la escuela básica, siempre me llamaba la atención todo lo que tenía que ver con las artes plásticas. La actuación, la música me gustaban pero llegó un momento que tuve que encauzarme hacia el diseño, el arte y la actuación. Cuando empecé a estudiar me di cuenta que era visual por lo que me convencí que era un artista narrativo. Quería buscarle definición a todos los elementos, me apasioné con la fotografía, por lo que le podía sacar mucho provecho en el sentido que es la toma de un momento y tiempo específico...
¿Por qué la actuación?
Porque puedes interpretar un papel con una personalidad que no es tuya, llenándolo de expectativas, vicios y unos matices que no son tuyos y expresarlas hacia un público. Esas respuestas son similares a las que se logran cuando uno hace una exposición de arte, una buena imagen en un cuadro, una buena imagen que la gente la admire. Y si ves que el público es recíproco con lo que se creó, manifestando sentimientos de alegría, llanto, sorpresa, confusión, eso es lo más importante como artista.
¿Cómo llegas al taller de Roberto Mata?
Una vez que descubro que tengo esa vena artística vine hacia Valencia, porque vivía en Cagua, empecé estudiar diseño gráfico. Ya para ese momento sabía que lo que me gustaba e interesaba desarrollar era la fotografía, mucho más que el diseño Web o imprenta. Tuve la oportunidad de estudiar a un nivel más profesional en el taller de Roberto Mata (año 2002) que fue una experiencia enriquecedora porque era la fotografía vista de otra manera, más analítica, con contenido, con prácticas más específicas, menos comerciales de lo que vi en la Escuela de Diseño. De allí el Ateneo de Valencia me otorgó una beca por un año de estudios y me dedico al arte sacro. De esta forma reúno toda la experiencia de los programas de edición y todos los conocimientos fotográficos para hacer mi propuesta.
¿Por qué arte religioso?
Al principio mis tutores pensaron que mi inclinación hacia el arte sacro se debió a que estaba en pleno apogeo el boom de los libros que salieron sobre religiones y diferentes cultos. Pero a mí me gusta porque es un tema interesante, con alto contenido social; que a la gente le llama mucho la atención. Las personas idolatran mucho los iconos, no solamente algo que tenga que ver con moda o religión. Yo quería realmente explorar lo que la gente busca...
¿Y qué busca la gente?
En mi experiencia vi un poco de todo. Vi gente que de verdad tiene conocimientos y muchos otros adoran imágenes porque eso fue lo que les enseñaron desde pequeños. Una especie de adoctrinamiento desde su infancia sin más pasión en muchos casos y sin conocimientos más allá de ello. Otros por moda. Los santeros. La brujería, por curiosidad. Eso es lo que pude entender de los carabobeños que conocí con esas inquietudes para realizar mi exposición.
¿Nada más allá que esa búsqueda que parece banal?
Casi siempre está la búsqueda del confort o la guía que se necesita para enrumbar todos los desvanes que he tenido a lo largo de mi vida y mis actividades. Creo que los medios influyen mucho en lo que es la formación, lo debes ser, usar, ver y tener; lo que debes idolatrar o no. Y creo que existe esa manipulación, aunque existen oportunidades de que la gente se dé cuenta de que eso no es así. Pero estamos ante una sociedad muy manipulable. Sobre todo los jóvenes, con quienes yo me comunico mucho más para saber qué piensan; a nivel de trabajo, de actitudes.
¿Dentro de esa búsqueda fuiste a la montaña de Sorte?
Llegué a ir y vi todo el proceso. Por supuesto al estar en un lugar donde no coincides, igual te da como ese temor a pensar que pueda pasar algo sobrenatural. Presencié un rito como tal, estaban despojando a una persona en su momento. Vi como se montaba la coreografía, por decirlo de algún modo, de la gente que la acompañaba. Lo que más me llamó la atención fue la entrega de las personas que estaban allí. La esencia, la actuación, el carisma que le ponían a eso. Estaban sumamente entregados. Era su religión. Sus ídolos. Me conmovió mucho porque había también mucha sensibilidad, se sentía que la gente estaba ante algo real.
¿Por qué lo relacionas con el teatro?
Porque es como la experiencia que uno maneja a nivel de teatro. Verlo allí era sentir que estaban sumamente comprometidos. Me di cuenta que a nivel de religión es igual. Así como en la actualidad hay tantas iglesias con diferentes religiones y diferentes dioses, con gente muy entregada a todas ellas, bien sea el pastor, el sacerdote o guía, me llamó la atención esas coincidencias e hice un concepto general: Resumir todos esos códigos y esos enigmas que la gente maneja en una sola imagen, sin dedicarme a un rito específico.
¿Cómo hallaste en el collage tu forma de manifestarte?
Quise hacerlo trabajado en el nivel de los sueños. Allí uno interpreta varias imágenes pero uno tiende a sobre exponerlas, en color o blanco y negro, las relaciones oníricas que uno tiene, quise que la gente viera en cada módulo un compendio de elementos que relataran un solo concepto. Por ejemplo, en "Conversión Falsía de una Magdalena" trabajé la imagen de Cristo con Magdalena colocándole a ella la corona y secándole las lágrimas y sobre esa imagen coloco dos imágenes de una ciudad, dividida, una ciudad limpia y la otra, muy sucia. Como para trabajar la idea del bien y del mal. Que a la final no sabemos si el bien y el mal es algo real.
¿Es importante la sensibilidad de un artista con su entorno?
Como artista narrativo que me encanta expresar, siento la necesidad de estudiar mucho los códigos y los enigmas a nivel introspectivo. Para mí eso es sumamente importante, estudiar a fondo lo que representa un elemento específico en cualquier momento. Si por ejemplo estoy hablando de danza me gusta saber cual es la pasión de esa persona que danza, el tiempo de sacrificio, de preparación. Eso me parece importante. Si estoy trabajando a nivel de actuación el compromiso que debe tener el actor para transmitir una idea. A nivel de las artes todos los estilos, movimientos, manifestaciones, que son tantas, las artes del fuego, la cerámica, la pintura y tienen un mensaje mágico. Todo artista tiene que ser muy sensible y carecer del perfil definido sobre cada tema.
¿Cómo ha reaccionado el público ante tu propuesta?
Dicen que es un trabajo profundo. Que tiene mucho contenido de vida. Es como si creyesen que porque soy joven no puedo reunir tal cantidad de experiencia, porque no he podido superar todavía las diferentes etapas de sufrimiento y recompensas que ofrece la vida.
¿Y tiene un artista que vivir de todo para transmitir?
Creo que no. Con las referencias, lecturas y lo que viven otros se puede formar algo. Lo importante de mi propuesta es que la gente queda con la curiosidad de indagar sobre los temas que propongo.
¿Alguna satisfacción a pesar de esa sorpresa de tener 26 años?
En la última exposición que estuve, que fue en el Ateneo de Caracas, había un grupo de 90 artistas y yo era el más joven. Todos los demás eran de talla grande, con mucha experiencia. Pero fui el único que llevé fotografía intervenida y digital.
¿Por qué intervienes la fotografía?
Yo lo trabajo como un estilo, ni lucho porque todas las fotografías sean intervenidas. Trabajo este genero en estos momentos. En una exposición titulada "Ciudad Compartida", realizada en Valencia, trabajamos elementos que tuvieran que ver con la ciudad y las personas... y no hicimos ninguna intervención porque se trataba de imágenes de personas de la tercera edad y detalles sobre sus rostros y sus manos, gestos.
¿Te sientes más creativo a la hora de intervenir una fotografía?
Sí, porque puedo fusionar los tres medios; el melodrama de un artista teatral como soy, la posibilidad de tener dominio sobre los programas de edición y la fotografía.
¿Qué opinas de lo que está sucediendo en el Ateneo de Valencia?
Creo que los que estamos estudiando deberíamos sacar el mejor provecho de nuestra institución. A nivel de instalaciones es cómoda, muy bien equipada, con información audiovisual, libros y muy buenos profesores, docentes que son prácticos. Más bien, en vez de meternos sobre si es un problema institucional o político, deberíamos sacar el mejor provecho antes de que pase lo que tenga que pasar.
Hizo teatro en el Ateneo de Valencia y en el Instituto de Artes Escénicas Valencia. Coordina el departamento de diseño y publicidad del Grupo Empresarial Chamos. Ha presentado por diversos lugares sus propuestas artísticas de arte sacro "sectario" y "Conversión Falsía de una Magdalena" (Notitarde, 30/06/2007, Confabulario).-