"Cuando escribes, no te propones deliberadamente escribir sobre tu pueblo, las calles, o algo así. Lo haces sólo porque estés dedicada a confeccionar un trabajo sobre ese espacio, con ese propósito. Sin embargo, terminas un poemario, un artículo de opinión, un relato y cuando lees, ya sin la tensión de volver y volver sobre la página, aprecias cuanto de lo visto, de lo vivido ha aflorado en esa escritura. También sucede que esos sentimientos y visiones atesoradas sobre lecturas, lugares, personas, frases van empujando, es como si quisieran una nueva oportunidad para vivir. Te quieres hacer la loca, porque presumes que puedes hacer algo diferente o en otro momento. Te empeñas en no escuchar, quieres obviar sus aguijones, pero insisten hasta que te desvelan, es intoxicante y tienes que llevarlos a la página. Eso me ha ocurrido varias veces".
Quien así se refiere a su obra es la escritora y editora Rosana Hernández Pasquier, a quien entrevistamos en su casa de Villa de Cura, pueblo tranquilo de los rincones aragüeños, donde se siente la pasmosidad de la vida, en tardes donde se juntan, lluvia y sol, en un solo suelo.
Fundadora del Grupo Cultural Zamora. Participó en talleres literarios auspiciados por la Secretaría de Cultura del estado Aragua y desempeñó el cargo de directora de Cultura del Municipio Zamora. Colaboradora asidua de publicaciones a nivel regional y nacional. Aparece en la antología Poesía de Aragua 1966-1996, compilada por el poeta Efrén Barazarte. Su obra está recogida de igual manera en la antología øPor qué escriben los escritores? de Petrusca Sinne, ediciones Fundación para la Cultura Urbana, Caracas, 2005.
Ha publicado los poemarios Ceremonia del horno (La Liebre Libre, 1993), El envés de los días (Secretaría de Cultura del estado Aragua, 2005) y Astilla de la Noche, plaquette de quince poemas pertenecientes al libro Aposento de lo Cotidiano (Editorial la Espada Rota, 2006).
En el 2008 se hace acreedora del premio mención dramaturgia en la bienal nacional de literatura Augusto Padrón con su monólogo Al tibio rescoldo de la noche.
Actualmente dirige el sello Blacamán Editores. Poemarios inéditos: Huerto de Lirios (ilustraciones Keyla Holmquist). Aposento de lo cotidiano. Alforja de vocablos. El cuerpo de la transparencia.
"Todo el objeto de la escritura está allí, en la realidad. Borges dijo que la realidad supera la ficción y Juan Calzadilla afirmó: el principal foco de influencia ha sido la realidad. Ella está en todas partes, incluso en la literatura. Escribo poesía para nombrar, decir la realidad, que no es otra que la realidad de cada quien. Perdona la expresión manida, todo está escrito, sólo que quien se dedica al oficio tiene la necesidad de nombrar para poder hacer, crear. Allí va el acento, la fuerza de la voz de cada uno y eso es una huella personal indeleble, el sello del escritor.
El poemario Ceremonia del Horno fue mi primera publicación. Es un libro sobre la casa, la casa grande. Esa que arde en la memoria, la infancia con sus nombres y cruces de esquinas. El libro está conformado por un poemario, Aparecido de oscurana y un opúsculo, Ceremonia del Horno. El primero es un poema cargado de nostalgia.
La entrañable compañía de mis hermanos, la familia, los tíos desaparecidos. Alguna leyenda, el guiño de la muerte. Es la casa grande que emerge en los versos. En Ceremonia, no es el tránsito por la cocina, el fogón, no. Es la vida amasada, cosida y cocida al fuego lento y permanente de los afectos, de los sabores y sin sabores de la cotidianidad. En casa se quiere, se ama, se habla y se calla desde ese espacio. La cocina arde en el corazón, literalmente.
Mi mamá Ana, mi abuela materna, hacía un plato, un panecillo, una guarnición, un postre o dos o tres, no se cansaba, para complacer el gusto de quienes venían a visitarnos, la familia, los primos, los hijos. Mi madre tiene mucho de ella. Te cocinan lo que te gusta para demostrarte que te aman. Te atienden todo el día sin parar. øQuieres esto? øQuieres esto otro? Eso ha marcado mi vida profundamente. Vengo de una casta de mujeres de amasijo, todas han hecho pan y horneado pan en cantidad. La barriga del pan recién horneado sobre la mesa, es algo inolvidable. Adoro la cocina, soy ritualista y comparto este refinado sentir con la querida amiga y mejor poeta Tibisay Vargas Rojas. Una mujer de alto vuelo poético y una conocedora del arte culinario en grande abundancia.
Ceremonia del Horno se escribió a finales de los años 80' y lo publicó la Editorial La Liebre Libre en 1993, en la colección Cantos Iniciales. Confieso que no conocía a Laura Esquivel, no había leído aún su excelente libro Como agua para chocolate, pero me había encantando el desenfadado lenguaje de la poeta norteamericana Erica Jong en su libro Frutas y Vegetales. Un libro habitado por un humor muy fino, por zanahorias fálicas y bueno cualquier fruta o legumbre era objeto de un erotismo muy bien tratado.
El poeta Jesús Morín, con quien compartí hace poco una lectura, leyó un poema, mejor dicho un ars poética donde decía más o menos que cuando un poema es malo el te va avisando. Te lo gritaba a la hora del café. Bueno estas no son las palabras, lo que quiero significar es que es muy cierto. A veces uno se empeña inútilmente en remendar, en zurcir eso y francamente no es posible, lo mejor es arrojarlo y comenzar de nuevo. Cuando escribes rompes, botas, borras, desmochas. Creo que es obsesivo hay cantidad de escritores que han hablado del asunto. A veces uno pasa más tiempo limpiando que escribiendo.
El año pasado, en septiembre, se conmemoraba el centenario del natalicio del poeta Miguel Ramón Utrera, oriundo de San Sebastián de los Reyes, por tal motivo desde inicios del año anterior estaba acariciando el sueño de hacer posible un documental sobre este hombre, esta importante voz de la literatura venezolana. Hice una propuesta por aquí otra por allá, pero no gozábamos del apoyo que para estas empresas brinda el dinero. Semana tras semana reuní material fílmico, libros, entrevistas y comencé a leer y a releer al poeta. Llegó un momento en que estaba llena de él. Tenía que hacer algo y no sabía cómo comenzar. Empecé a escribir, un poco sin rumbo, sin un norte y fue surgiendo un trabajo que más tarde tuve la seguridad que sería un monólogo: Al tibio rescoldo de la noche.
La pieza trata de la vejez. De un hombre cercado por limitaciones corporales. La artritis lo ha entumecido, está casi ciego, solo, en una casa enorme donde tiene por compañía los retratos de sus poetas preferidos y con ellos establece una relación vívida. Conversa, les cuenta, los interroga. En ese año 2007 mi padre, estaba acorralado también por una depresión desgarradora. Encerrado en sí mismo, confinado por voluntad propia a su habitación de la que sólo salía por pequeños ratos. Mi madre, a Dios gracias, con amoroso empeño lo hacía comer en la mesa con la familia. No encontrábamos las rutas, una trocha para llegar a su yo. Había mucho silencio en él y en septiembre de ese año se fue de esta vida. Todo eso se mezclaba. Habían muchas imágenes de esa última etapa de la vida, unas muy felices y otras verdaderamente tristes. Cuando terminé el trabajo sentí un enorme alivio. Este es el primer monólogo que he escrito, me encantaría escribir algunos más. Fui gratamente sorprendida con el premio de la Bienal de la Alcaldía de Girardot, el cual contempla publicación, y eso me alegra mucho porque en estos momentos es difícil publicar. Tengo cuatro libros de poesía inéditos. Estos hijos, como dice el querido y siempre leído poeta Alejandro Oliveros, deben salir de mis brazos para que vean la luz".
Dejamos sus palabras expresadas así sin la intervención de las preguntas del periodista porque creemos que una escritora se cuenta mejor a sí misma.
Mantiene la página www.rosanahernandezpasquier.blogspot.com/ en la que se pueden leer sus poemas y conocer todo su tranquilo pero a la vez inquieto mundo creativo, como el que habita en su pueblo natal, lleno de rituales (Notitarde/Confabulario, 25/04/2009).-