domingo, 20 de febrero de 2011

Del amar, dar y evolucionar

A lo largo de cuarenta años se fue forjando este libro: Mujer y nueva humanidad (Del reino de la necesidad al reino de la libertad) escrito por José Manuel Hermoso González.

Es un ensayo que contiene un conjunto grande de temas en los que la mujer está inmersa y la verdad es que pareciese más bien que vive en todos y en ninguno deja de estar.

Edith Elena González Rodríguez, madre de José Manuel, a pesar de tener arraigadas concepciones machistas en la crianza de sus hijos, como él mismo lo asume, fue la primera en hablarle de la discriminación que sufre la mujer. Hay que colocarlo en el verbo presente porque es algo que todavía sucede. A partir de allí vinieron las vivencias, las relaciones, el crecimiento personal, profesional, ideológico a almacenar una memoria que se derrama en este escrito, conceptualmente respaldado por pensadores y estudiosos como Simone de Beauvoir, Erich Fromm, Hebert Marcuse, Carl Gustav Jung, Guy Hocquenghem, Valerie Solanas, Beatriz Preciado y otros autores que sin dedicarse de lleno al tema de la mujer si lo han hecho sobre lo social, lo sexual y las nada fáciles relaciones entre los hombres y las mujeres.

El libro fue escrito dos veces. Cuando Hermoso González en el 2009 venía a entregárselo al editor para que lo imprimiera se encontró con la sorpresa de un grupo de críticos a los que había dado el ensayo para que lo leyeran y diesen el veredicto. La sinceridad, que se agradece siempre por más dura que sea fue tal, que escribió uno nuevo en un año y es el que está completamente terminado. Rompió el anterior.

Cinco capítulos lo conforman: Preponderancia del sexo femenino, Predominio, poder y hegemonía masculina, Características de la civilización patriarcal, la Crisis Global y el fin de la sociedad patriarcal y ¿Qué hacer y cómo empezar?: los círculos de las mujeres.

A modo de presentación el profesor Hermoso González explica: “Es de advertir que aunque este mensaje está dirigido en especial al sexo femenino, dado que su contenido rata medularmente de la liberación de la mujer, no está destinado de manera exclusiva a las mujeres, ello por cuanto estamos consientes de que la liberación de la mujer no puede concebirse como un objeto aislado, sino que, por el contrario, está estrechamente ligada a la liberación de la humanidad. Tenemos la convicción de que sin liberación de la mujer no habrá liberación de la humanidad y sin liberación de la humanidad no habrá liberación de la mujer.”

Somos animales amorosos de acuerdo a Maturana. Desmond Morris dice además que el amor es un hecho biológico. Fromm definía el amor como la actividad del dar. Marcuse habló de la fuerza del amor y junto a Freud hablaron de la integración en unidades complejas que asisten a la prolongación de la vida. Todos los autores utilizados por Hermoso González están conjugados como si los conociese desde hace mucho tiempo y es porque es así. Han sido parte de su lectura de vida.

Por supuesto que se abordan temas como la sociedad patriarcal, se buscan términos que vayan explicando la evolución desde la prehistoria de la humanidad y la forma como hemos llegado a esta sociedad actual, dominada por el dios dinero. Mucho de lo que han padecido y sufrido las mujeres se deben al crecimiento y los cambios sociales que originaron la preponderancia de lo masculino sobre lo femenino.

“El arma ideológica más poderosa de la dominación existente a lo largo de toda la civilización (entre 5.000 y 10.000 años), cuyos fundamentos principales han permanecido incólumes durante estos cinco o diez milenios, es haber transformado a Edipo en una naturaleza social, en una interiorización de la opresión que la deja libre para reconstruirse bajo todas las banderas y credos. Es la educación familiar, idípica, falócrata, la que le impone al individuo la búsqueda de una identidad, escindiendo y castrando el deseo”.

Todo el análisis está concatenado y por razones de espacio iremos hacia el Manifiesto SCUM (Sociedad para hacer picadillos a los hombres) escrito con humor y mucha mordacidad por la muy radical Valerie Solanas quien, apartando los improperios, plantea la muerte del hombre, ideológicamente hablando, que ha causado esa descompensación tan abrumante entre la vida invivible de la vivible.

“Y ¿qué le propone Solanas a la humanidad como salida? Las únicas propuestas que podríamos llamar racionales, futuristas, humanistas o revolucionarias, es decir, propuestas que puedan orientarse a romper la trampa-jaula de la opresión o darnos claves para salir de ella, son fundamentalmente dos, pero muy importantes y significativas: la abolición del trabajo asalariado mediante la completa automatización del trabajo (las máquinas a servicio de la sociedad y no del capital); y la eliminación del sistema monetario, es decir, la abolición del intercambio mercantil y de la mercancía”.

Toda la lectura del libro editado por Protagoni C.A. va llevando a la profunda necesidad de cambio, a las injusticias del mundo, mas presentes cada día, a la recuperación del rol de la mujer, del amor, de la justicia social y la especie de círculos de transmutación que deben conjugarse para obtener una mejor tierra, más humana y más libre. Para amar y amarnos mutuamente (Notitarde, 20/02/2011, Lectura Tangente).-


domingo, 13 de febrero de 2011

Carta a Valencia de Ulises y Artemis

Durante años dejamos nuestra alegría de vivir en el Acuario de Valencia. Día a día dicen que aprendimos del arte del entrenamiento, pero nuestra madre agua nos dio en los genes ese aprendizaje ancestral al que nos rendimos con amor y juventud eterna.

Para nosotros la rutina era fuente de constante renovación. Nuestras lágrimas jamás se notaron porque se confundieron con el limite fijado por el estanque de color pastel que atrajo a numerosas familias y a los niños que con tanto gusto bendijimos con cada salto, con cada beso, con cada pelota y agua que les esparcimos para que tuvieran un poco de ese elemento que toca las pieles y las transforma para siempre.

En nuestro corazón siempre reinó la luz de las estrellas que nos acompaña. En los ríos nuestra vida es otra cosa. Somos libres aunque alejados de la bella presencia humana, que tantas contradicciones aguarda en mente y corazón.

Dimos lo mejor de nosotros. La fulminante miseria no acobardó nuestras fuerzas lineales de ir, desplazándonos rápidos, fuertes y vigorosos, hacia el mismo regocijo corpóreo de los pequeños a los que les brillaban los ojos cada vez que nos veían jugar; armonizar el espacio; hacer más gustosa su existencia en la tierra.

No podremos enumerar los brincos que hicimos cada vez más altos, más hermosos, más perfectos. Nos debemos a la gente buena, a los que sonríen con facilidad, a los que no guardan rencor en su alma.

Dejamos atrás el rio porque en nuestra memoria también estaba el azul que exhalan algunos hombres y mujeres, aunque sea, muy momentáneamente, cuando nos miran.

Dejamos atrás los morichales, la pureza, la fuerza dulce de Ochún, los cantos inquebrantables de los pájaros desde el amanecer que también entonan distinto cuando su casa es la selva.

Dejamos mucho antes la mar para volvernos rosados como la energía transmutadora del amor. Nos volvimos más tiernos, más hermosos mientras fuimos aceptando la noble misión de ir hacia los niños, por ellos, con ellos; para sacar lo mejor que tienen en su imaginación y actitud.

Nuestra tarea de reyes en la tierra la cumplimos con enorme gusto. Allí, en esa piscina verde claro esmeralda, había un momento para disipar el odio, las tensiones, los malos pensamientos; la volátil visibilidad de la violencia que tenían algunos. Se perdonaban al vernos, evolucionaban en la complicidad de saber que el mundo puede ser cambiado siempre y cuando se trabaje en el bien de todos, sin despreciar o negar la existencia de nadie.

La falta de confianza de los seres humanos en ellos mismos no amilanó nuestra intuición de trabajar por un mejor universo. Nuestros cuerpos, perfectos, fuertes, capaces de detectar cualquier cosa que se presente a kilómetros de distancia, fueron instrumento de luz, por sobre todas las cosas, por sobre todos los seres que nos vieron, aún con sus limitaciones y carencias.

Sentimos el amor hacia nosotros todo el tiempo. Fuimos besos para nuestros entrenadores, para los niños que nos sentían con igual pasión y para los adultos que llegaron a enternecerse con nuestro común destino.

No inventamos venganza alguna. No hablamos mal de nadie. No planificamos ningún mal. No hubo corrupción en nuestros actos. No construimos ningún arma de guerra. No traicionamos ni inventamos falsos testimonios de amigos o enemigos. No transmitimos injusticia alguna. Esa oscuridad que rondaba las cabezas, algunas veces por encima de nosotros, la sedujimos con cada salto, con cada chipotazo de agua que lanzamos a los muchos que fueron a vernos y descubrieron que la vida todavía es mejor de lo que creen.

Fuimos el fuego en el agua. Canela en rama sobre la transparencia. Somos el amor que no morirá porque no somos olvido.

Fuimos ruido de agua salobre. Recorridos miles de constelaciones hacia el retorno a nuestra madre, la mar, que nos recibió, con flores, esencias cristalinas; ternura en su luz y en el manantial de tesoros que hoy volvemos a resguardar como la misma fe con que deben cultivar los seres humanos su trascendencia en el planeta.

Nuestro corazón, tan grande y profundo, como el conjunto de océanos que circundan la tierra, guarda todos los rostros y todas las sonrisas que se vuelven uno solo, porque un solo es el semblante humano feliz, gozoso, complacido con el bien y la prosperidad de este mundo.

Somos el espíritu intacto del que nacimos. Somos el guiño emocionado que intentamos dibujar en nuestro rostro.

¡Qué bueno que nuestras lágrimas se confunden con el agua!, porque hoy son luz liquida en forma de lluvia que regresa.

Vivimos del amor de ustedes y por ello sabemos de su trascendental, invaluable y tenaz potencial.

¡Llenen su estanque de él! (Notitarde, 13/02/2011, Lectura Tangente).-


Ulises y Artemis, fueron dos toninas que murieron en el Acuario de Valencia, estado Carabobo (Venezuela) por razones que aún se investigan. Semanas después murió Penélope.




lunes, 7 de febrero de 2011

SOBRE AZUL FORTALEZA ROSANA HERNÁNDEZ PASQUIER

Sin miedo, lo malo se nos va volviendo bueno
Las calles se confunden con el cielo
Y nos hacemos aves, sobrevolando el suelo, así
Sin miedo, si quieres las estrellas vuelco el cielo
No hay sueños imposibles ni tan lejos
Si somos como niños
Sin miedo
Rosana

Es el nombre de una publicación de la amiga Marisol Pradas, excelente periodista, quien incursiona en el mundo de las letras con este su primer libro. Es, tal y como ella me dijera, una escritura autobiográfica.

Días antes de comenzar adentarme en esta lectura, había visitado a la también escritora y amiga Petruska Simne. En la conversación de ese día Petra había puesto sobre la mesa el tema de la historia personal. Mientras repasábamos momentos de nuestras vidas y retazos de las vidas otros, Petra afirmaba, palabras más, palabras menos, que parecía que ésta carecía de importancia, o que no se le prestaba la atención que verdaderamente merecía.

Pasaron los días pero había quedado inmersa en ese tema. Entonces llegó Marisol Pradas con su Azul Fortaleza para ratificar, por si existía alguna duda, que Petruska tenía toda la razón porque la historia personal es de una gran fuerza. Para contarla no se necesita ser renombrado, acreditado ni que tu nombre encabece la lista de los primeros en tal o cual cosa. Pues creemos que sólo los famosos gozan de la posibilidad de contar sus vidas. Lo verdaderamente imprescindible es tener valor. Porque de estas historias, las que habitan tras da porta, está hecha la urdimbre de las grandes tramas, esas que nos dejan con los ojos fijos en el techo como dos huevos fritos.

El libro trata, o parece tratar, sobre la fina daga de la tragedia. Ese filo que no sabemos de dónde sale, pero que nos alcanza y nos tasajea. Es la historia de una joven familia que lucha por lograr sus sueños, alcanzar las metas, mientras intentan mantenerse juntos. El esposo, un hombre amoroso, con éxito y conciente. Ella, la compañera, la esposa, la yunta, la que ampara, protege. El hijo, un pequeño, un ser inocente que quiere disfrutar más tiempo con el padre. Luchan por tenerse el uno al otro. Aspiran con esfuerzo lo mejor, trabajan para ello. En estos afanes se encuentran cuando llega la dama, la señora a la que no se puede renunciar: la muerte. Ella, con su guadaña como de luna nueva, todo lo hizo añicos.

A muerto Martín, el esposo de Marisol, en un aparatoso accidente de tránsito y la relación con la empresa transnacional para la cual trabajaba en un alto nivel gerencial, la relación con sus colegas, con esas personas con las que hasta hacía nada compartía su afecto y sus proyectos comienza a enlodarse. Truecan esas relaciones para dejar al desnudo las miserias humanas. Las ruindades enmascaradas sobre las que se pretende edificar. La empresa, empecinada en robarle, lo referente al seguro, esos cobres bien ganados, al difunto. Los compañeros en hacerse los de la vista gorda para no perder la desdichada condición de vivir a la sombra. Y así, sumando páginas, va calando una tristeza honda y una rabia de las buenas frente a la mezquindad y al dolor por el que atraviesa Marisol, y seguramente hay miles de Marisoles en el país y eso da más dolor o más iracundia. Porque Marisol en medio de la pérdida de este ser tan querido y con características tan claras y hermosas, tiene que sacar fuerzas para enfrentar a esta poderosa empresa y a la oscura conducta de quienes eran sus representantes.

Y ciertamente parece que de esto trata, pero no. Trata de cómo levantarse con decoro. Trata de quien, como bien lo dice el poeta José Joaquín Burgos, procede con un respeto irrestricto a la dignidad humana, a la vida, a los valores esenciales del espíritu. Y con un manejo inobjetable del oficio, una escritura limpia, precisa, y una lección de lenguaje reveladora de la densa formación intelectual de Marisol Pradas, de su inteligencia y de su serena belleza interior, escribe esta historia y ha construido con ese material su vida y la de su hijo.

La escritura, la confección del libro es de mucha valía. Es un libro elocuente, lleno de confianza y de dignidad. Su autora comienza a levantarse de este episodio trágico y topa con la muerte de su padre. Luego el deslave de Vargas arrasa con las vidas de su hermano y su cuñada. No queremos dar más detalles, aspiramos a encender la llama del interés para que lean, o relean quienes ya lo conocen, la Azul Fortaleza que edificó esta valerosa mujer venezolana, quien no tuvo miedo y no permitió que pisotearan sus convicciones apuntaladas en nobles valores de amor e inquebrantable esperanza.

Este libro que cuenta una historia personal, una historia además bien escrita, deja en sus lectores un poderoso conocimiento: existe la oscuridad, pero todos los días se hace la luz sobre la faz de la tierra. Podemos escoger. Marisol Pradas nos señala el camino de la luz que sale del corazón. En Azul Fortaleza, el amor todo lo puede. Amén.