José Coronel al pie de una de sus obras |
Cuando entré al taller de José Coronel olía a pintura nueva. El aire acondicionado y los extractores hacían su labor pero difícilmente pueden borrar la inquietud por hacer que tiene este artista. Su obra es diaria, continua. Sus ojos revisan las piezas que apenas han nacido y que necesitan el reposo, el respiro necesario para terminar de configurarse en el paraíso del lienzo. Por eso va haciendo, dejando, retomando; observando, añadiendo su cosmogonía.
Al permitir que estuviésemos allí mientras trabajaba sentimos el universo mágico que lo envuelve. La música de los grandes clásicos del rock, nada estridentes, más bien los viajeros del tiempo y del espacio, que hicieron conocer otras dimensiones creativas, lo acompañan y son parte importante del desplazamiento enérgico de sus ojos que van capturando los colores que se requieren, las profundidades que se deben alimentar de la nada; las transparencias que se derraman en ese altar de puentes que es su obra.
La fuerza de sus manos al momento de tomar los colores y plasmar el expresionismo lírico que una vez dijimos creaba, tiene mucho que ver con esa fuente, a veces limpia, otras veces turbia, que reposa en las entrañas. Desde allí se pinta, se escribe, se inventa; desde allí también se mata. De aquí que los hacedores (los meditadores) transformen diariamente la neurosis en canto y la vida en liberación.
Encuentro en las últimas piezas de Coronel mucha más luminosidad. Él mismo como ser humano así se encuentra en esta faceta de la vida. Con una conciencia nueva nacida de esa fuerza interior, que los que le conocemos de cerca sabemos qué tiene, para salir de todos los acontecimientos de la vida.
Encuentro en las últimas piezas de Coronel mucha más luminosidad. Él mismo como ser humano así se encuentra en esta faceta de la vida. Con una conciencia nueva nacida de esa fuerza interior, que los que le conocemos de cerca sabemos qué tiene, para salir de todos los acontecimientos de la vida.
En la exposición "Recreación de lo Visual", inaugurada a mediados de este mes en la Casa de la Cultura "Aldemaro Romero" de San Diego, contiene alrededor de quince piezas de gran formato, dominadas todas por el poder de los sentidos, despiertos en los colores, en las vibraciones que emiten cuando se juntan, para despertar los más diversos sentimientos.
Coronel da rienda suelta a ese chorro de luz que son los diversos matices y sus pigmentaciones pero también sabe muy bien refinar sus pasiones en el Tributo a Giovanni Battista Piranesi (1720-1778) con una combinación de tonos que innovan bifurcaciones flamantes de las delineaciones creadas por este arquitecto y grabador italiano.
Durante el proceso creativo, José Coronel calla pero también habla. El presente solo tiene una oportunidad y en su obra poco se advierte del pasado aunque las formas de los puentes, los arcos, los desplazamientos tanto a derecha o a izquierda, con diferentes colores, se perciban como un guiño hacia el futuro. Por ello decimos que forman parte de esa reverencia necesaria a la vitalidad que se desplaza fugaz por todo ese escenario que él recrea en su trabajo, en el taller.
Paredes y piso manchados van delatando la continuidad al igual que los lienzos con o sin marco que llenan las paredes. Las manchas que por momentos se ven tristes en el piso gris, barridas y desplazadas por las pisadas, cobran aún mayor sonoridad en sus cuadros.
Coronel solo está conforme cuando sus ojos oscuros que resaltan aún más ahora que su barba es blanca se encienden ante esa obra que devuelve, con gratitud, luminiscencia pacífica al nervio airado.
Joan Esteban De Mercado, especialista en arte, escribió sobre el trabajo de este artista: "Su obra es como una danza inacabable. Una danza llena de movimientos, de trazos tranquilos y violentos. No quiere que se escapen ningún registro cromático ni ninguna forma.
Joan Esteban De Mercado, especialista en arte, escribió sobre el trabajo de este artista: "Su obra es como una danza inacabable. Una danza llena de movimientos, de trazos tranquilos y violentos. No quiere que se escapen ningún registro cromático ni ninguna forma.
Han de estar allí en una intensa coreografía.
Sus colores aparecen orondos y llenos de saturación, presentes, acompañados por el gesto, son plenos, contundentes, huye de los matices o las medias tintas. Son colores que son ahora, son ya.
Sus colores aparecen orondos y llenos de saturación, presentes, acompañados por el gesto, son plenos, contundentes, huye de los matices o las medias tintas. Son colores que son ahora, son ya.
Y el negro y el blanco están: Vida, muerte.
Busca la respuesta del alma ante el baño de color y formas que propone.
La consistencia tonal de sus claroscuros enfatiza el esquema de las pinceladas que borran la distinción entre los trazos y el fondo.
Establece linaje con la pintura expresionista abstracta neoyorquina, pero la supera desatando los valores que plantea al llevarlos al extremo. Todas sus huellas están presentes en el autor, quien reúne materia y color para ofrecernos una obra de gran intensidad comunicativa, de impacto inmediato por el hábil manejo de los recursos pictóricos, matéricos y compositivos.
Sus cuadros son como el ave ígnea, Fénix, que renace de sus cenizas. Marcan siempre el resurgimiento del ser humano y su capacidad de vencer y salir airoso a través del tiempo" (Notitarde, 28/09/2014, Lectura Tangente).-
http://www.notitarde.com/Lectura-Tangente/Coronel-Altar-de-puentes/2014/09/27/356811
http://youtu.be/QLJgx4yB2rw