domingo, 24 de noviembre de 2013

El plan de ayuda



Del capítulo El tesoro del libro El amanecer del amor, de Daniel y Lucía de Wishlet, extraemos apenas un pedazo para invitar a todos los lectores a la experiencia de leerlo e ir mucho más allá: comprender, transmutar y crecer. Su lectura atrae a muchas personas porque revela lo más valioso que permanece intacto dentro de nosotros.

Así lo expresan sus autores: “… Si verdaderamente quieres gozar de estos sentimientos en toda su plenitud es necesario que seas Tú mismo. No permitas que nadie ni nada te lo impida. Para ello, lo primero es empezar a expresarte día a día tal y como eres. Esto, tan sencillo, y al mismo tiempo tan apasionante, hará que te vayas identificando con esa chispa del Amor que habita en tu Corazón. ¡No temas a nada!, ¡no dejes sitio para la duda!, ¡llena todo tu interior de Amor y de Luz, porque eso es lo que te permitirá experimentar lo que anhelas! La vida es un juego: “El maravilloso juego del Amor”.  Todos estamos en él, pero sólo de ti depende que te involucres…”

“… la evolución hacia el Amor de los habitantes de todo planeta tridimensional (rebelado o no) consiste en la superación amplia de las experiencias mortales, tales como las enfermedades, los desastres planetarios, las deficiencias materiales, las enfermedades de la mente (vicios y adicciones), así como la noción equivocada o errónea de la moneda temporal (el dinero).

Como dijo Jesús: “El mal ha de estar junto al bien, así como el trigo crece junto a la cizaña”.

El mal potencial, que es el mal común en las razas mortales provenientes del género animal, es necesario para la plena conciencia del Reino del Amor. ¿Cómo, si no, conseguiría el hombre distinguir el Amor del desamor? Si todo fuese verde, no se podría apreciar la belleza de este color: sólo con la existencia de los otros colores creacionales se puede valorar la existencia individual del verde. Si todo fuese el Bien, no tendría sentido la carrera evolucionaria por la supervivencia en el Amor (que es la primera parte en el juego de la evolución hacia el Amor).

El razonamiento de los habitantes de un mundo incivilizado (se denomina así a un mundo que es de tercera dimensión porque sus residentes no son conscientes del Amor) depende generalmente de la mente. El camino intelectual que siguen los seres mortales, en el que la capacidad de aprender y actuar se basa exclusivamente en los cimientos mentales, es tan sólo característica de la tercera dimensión del Amor.

La transición de un planeta de la tercera a la cuarta dimensión depende de la capacidad de sus habitantes en el discernimiento de las realidades espirituales supremas y palpables. De que su Ser sea el que piense, y no su mente mortal. La mente ha de acallarse y limitarse a llevar a cabo la acción de aquello que piense el Ser.

Por lo tanto, el Reino del Amor en un planeta evolucionario se establece definitivamente cuando los habitantes de ese planeta se reconocen como Amor y aceptan al Todo que les rodea como la manifestación única y omnipresente de su naturaleza individual amorosa.

Para que un mundo de la tercera dimensión evolucione, aquellos que lo habitan han de ser conscientes de su verdadera naturaleza: el reconocimiento de que son hijos de un mismo padre, y por lo tanto, de que son hermanos. Sólo y tan sólo cuando los seres mortales se identifican como hermanos e hijos de la misma deidad, cuando se establezca definitivamente la paz entre los hermanos y la buena voluntad en sus intenciones, el establecimiento de la supremacía del Amor es legítimo y eternamente fructificante.

Por ello, las religiones y las sectas no tendrán sentido, pues cuando se reconoce la hermandad entre los hombres y la paternidad del Supremo, no se necesitan ni religiones, ni ideologías, para hacer factible la relación con el Padre Universal y las Verdades de la Creación. En ese momento, las personas dejan de guiarse por las doctrinas de la mente, para hacerlo con la sabiduría que fluye de sus Corazones.

A pesar de los indicios de desamor que todavía permanecen en las personalidades terrestres, del vasto Universo emanan las Verdades para la salvación de las personas. La “salvación” consiste en la identificación voluntaria y consciente con el Amor, no en falsas ideas arraigadas en el egoísmo. A la salvación no se llega por confesar los pecados a otro hermano: al Amor se llega amando, no con comodidades que te garantizan el cielo sin el menor esfuerzo personal.

La relación y la Voluntad del Padre del Cielo para con sus hijos terrenales jamás podrá ser monopolizada por la voluntad del hombre. La relación de un hijo para con su Padre es íntima y personal. Es incoherente e inmaduro fosilizar el vínculo entre Padre e hijo, pues esta relación, que eleva la visión humana a la pretensión de los valores supremos, es viviente y real.

El Padre es Amor, y así lo hizo saber Jesús, y nadie tiene el derecho de monopolizar el Amor.

Cada vez se está recibiendo más Luz en este mundo. De hecho, hay un plan de ayuda integrado por Seres de todo el Universo.

Este planeta es un Ser Vivo, y como tal, ha de ascender en la escala evolutiva. El plan de ayuda tiene como objetivo principal la evolución de este mundo a la cuarta dimensión del Amor.

Aquellos habitantes terrestres que estén preparados para pasar a ella, evolucionarán con el planeta, pero aquellos que se resistan a admitir la Verdad del Amor, serán trasladados amorosamente a otros planetas en correspondencia con su nivel evolutivo.

Este Libro forma parte de la revelación de la Verdad. La Verdad Viva de las Realidades del Universo. Estos escritos se suman a la literatura que desde hace ya algún tiempo surge en defensa del Amor, del respeto, y del conocimiento de las Leyes Creacionales.

No es el primero, ni será el último, sino que integra la manifestación ante los ojos terrestres de la Verdad Universal.

La forma de mostraros este conocimiento es siempre respetando vuestra libertad, pues el respeto del libre albedrío es una de las Leyes Fundamentales del Universo. Por ello, quien lea este Libro con el Corazón verá en él la Verdad de la Luz. Por el contrario, quien lo lea tan sólo con su mente, únicamente apreciará la audacia de la imaginación de quienes lo han escrito.

Es libre vuestra elección, tenéis un cincuenta por ciento de posibilidad de elegir el Corazón, y otro tanto de hacerlo con la mente.

De vosotros depende la aceptación o la humillación de la verdad…”

En el capítulo La Plena Conciencia - El nacimiento de la Nueva Era: “El Amor se recibe en el centro de comprensión donde reside el Ser, siendo el propio Ser el que lo percibe, no la mente.

La Conciencia del Amor en los Seres evolucionarios está regida por dimensiones y planos en este Universo Local. A medida que el Ser va ascendiendo estos planos y dimensiones, aumentará su capacidad de ser consciente del Amor. Ser consciente del Amor es la extravaganza lírica del Alma, es decir, la explosión de los sentimientos del Alma, y por lo tanto, la capacidad de discernir, de percibir y de adaptar la Energía por excelencia de la Creación (el Amor) a la vida cotidiana.

… la Energía Amorosa que percibes del exterior lo que hace es aumentar tu capacidad de disfrutar de la conciencia del Amor. Por ello, el Amor que disfrutas es el que está en ti, tu propio Amor, no el que viene del exterior…”(Notitarde/Lectura Tangente, 24/11/2013).-



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