Vemos en la televisión, esa invitada deseada o no en casi todos los rincones del planeta, a un hombre que ensimismado con su móvil, ni siquiera se percata de la entrada del atracador que conmina a todos los que como él están en una cafetería, pasa por su lado, se lleva todo el dinero de la caja, se regresa, para buscar la salida, otra vez muy cerca de él y sale con el botín. Mientras los asustados clientes se van incorporando, el seducido por esta tecnología sigue allí, absorto en la pequeña pantalla, sin siquiera enterarse de lo ocurrido.
Intuida la anécdota cada
día más común en nuestros días, la vemos reflejada en la obra de Ginette Durr, Alineación, expuesta en el Circulo
Recreativo de Lalín (Pontevedra) en su exposición Huellas en el tiempo,
conjunto de cuadros de diversas épocas que manifiestan su fuerte deseo por
trabajar ideas, desde su mente y su corazón.
Los colores de esta enajenación,
de este sinvivir con las redes y toda su
infección social, los deja reflejados en anaranjados y azules, con manos
desesperadas, rostros enloquecidos y mecanizados. Nada más hay que observarnos,
desde dentro, para reconocer que un poco de la cordura se sienta, ahora, a
nuestro lado. La sacamos y la colocamos allí, sin percatarnos, que este medio comunica y a la vez distancia. Hace que
entremos en una realidad que nos separa de lo tangible. Provoca que perdamos
observar el vuelo de un pájaro, para adentrarnos un poco en la demencia sistemática
que parece unir, pero separa aún mas.
Alineación |
Ginette Durr es una mujer
sugerente, amable en gestos, busca la precisión de sus palabras. Tiene la
mirada intuitiva, limpia; con un halo triste. Ella lo achaca a su espíritu francés;
esencia europea a fin de cuentas, tierras plagadas de historia dura sobre la
humanidad. Esperanzas casi carcomidas por el dolor.
Hay que reconocer, no
obstante, que todo guerrero, sale invicto de cualquier batalla; gane o pierda.
Pero ella juega bien a
componer tanto los espejos del padecimiento como de la fuerza natural de la
luz, del sol, la luna, la tierra y las aguas que cada día nos van diciendo las
cosas que la mayoría de veces la tecnología arruina.
Desesperación |
Los fondos de sus lienzos
son clásicos y a la vez liberadores. Si en sus ideas no puede plasmar luz por
lo menos hace que la travesía hacia sus personajes se complete en la
contemplación del espectador.
La también artista Pilar
Taboada, curadora y autora de los textos de esta exposición, en la presentación
de Durr asoma ciertas claves de su personalidad y su obra: “… posee un
pensamiento dinámico, integrador y vitalista en relación con el ser humano y su
entorno…”
MP:
¿De dónde nació ese deseo de expresarte?
GD: Soy
autodidacta, todo lo aprendí de mi misma. No conozco corrientes o maneras
académicas de pintar. Observando y a través de libros, porque antes no era
común el aprendizaje por Internet, en fascículos y manuales, experimenté pintar.
MP: ¿Qué
necesidad sentías de expresarte con un lápiz, con los colores?
GD:
Desde niña dibujaba. Con el tiempo fui comprando los implementos, la acuarela y
no fue sino a los treinta y tantos años que comencé con el óleo.
MP:
Constantes en tus obras son las figuras y su reflejo en unos ojos muy bien
trabajados, penetrando el alma…
GD:
La fotografía es un retrato muy fiel de la persona, por eso no necesitas
pintar. Cuando pinto un retrato que me gusta es para buscar lo que tiene
detrás. La expresión de los ojos me atrae mucho, también el lenguaje del
cuerpo, los gestos. Buscar la
particularidad de la persona, porque la fotografía ya lo hace mejor.
Retrato de familia |
MP: ¿Cuánto tardas en
plasmar en un lienzo eso que tanto buscas?
GD:
Tardo en dibujar… ¿sabes qué es lo qué pasa?, tratar de llevar al lienzo lo que
tengo en mi cabeza, lleva su tiempo. No trato dibujos que son normales. Tengo
ideas, dejo de dormir, para ver cómo llevarlos al lienzo. Mi pintura no es
abstracta entonces es difícil presentar, con mi estilo, esas ideas que tengo en
mi mente: el paso del tiempo, el futuro, el sufrimiento del mundo; ese tipo de
cosas.
De forma natural no soy
muy alegre, veo mucho las cosas negativas… Y es que hay mucho dolor y me atrae más
la denuncia, aunque sea poco… apenas en un lienzo.
MP:
¿Es una realidad que has enfrentado, en los países que has vivido?
GD:
Viví en Francia, Alemania, Italia, un poco Brasil y ahora España. Retratar un
poco el sufrimiento de la tierra; la destrucción. Etapas de la vida.
MP:
En tu obra se siente una desilusión por la vida que contrasta con los colores
vivos, ¿es un propósito para despertar?
GD:
Quizás es la influencia de los impresionistas que me gustaron mucho cuando tuve
la oportunidad de verlos en París fue muy importante porque me gustaban desde
siempre. No se si tenga que ver con mi alma francesa, no lo sé…
Detener el tiempo |
MP:
¿Algún milagro en tu vida?
GD:
No creo mucho en los milagros, la verdad… ¿por qué la pregunta?
MP:
No lo digo en sentido religioso… Un milagro pueden ser tus obras, una hija,
hijo; nieto…
GD:
Todo lo que has nombrado no son milagros… son cosas de la vida… milagro sería para mi saber si tenemos algo
más allá de la vida… Si no hay nada después lo que hacemos aquí, bien o
mal, no tiene sentido…
MP:
Para ti entonces hay algo después…
GD:
No lo sé… estoy buscando la respuesta…
MP:
¿Y tú pintura es parte de esa búsqueda?
GD:
Sí… ya que hablamos mucho de milagros, y esas cosas…
MP:
¿Quieres seguir siendo autodidacta? ¿Prefieres seguir en esta búsqueda por ti
misma?
GD:
Si, en este sentido si, porque mi manera de pintar es diferente y puede que lo
pierda metiéndome a estudiar en una academia; es el principal motivo porque no
deseo ponerme a estudiar allí. La medalla tiene dos lados: positivo y negativo.
El lado negativo es que llevo más tiempo y
me tengo que esforzar más por hacer lo que deseo, pero aunque sea así,
lo prefiero.
El objeto de mi trabajo artístico
… es el ser humano, sus sueños felices y sus pesadillas, sus pasiones, su
destino, sus intentos desesperados por dejar sus huellas en el ambiente, su
herencia más allá del tiempo… viaje existencial del único ser consciente de su
muerte, su desafío a la naturaleza hasta la última consecuencia: su propia
destrucción.
Hay además frescura en sus
lienzos, en las expresiones de amigos, seres queridos, desconocidos que
encuentra como el garimpeiro de Brasil o los relajados ciclistas que se reúnen en
el bar después de la carrera. El perro animado y feliz junto a la persona que
lo cuida con amor.
El garimpeiro |
En palabras de Taboada: “…
no estamos ante los cuadros de una pintora más, estamos ante la propuesta
formal de una artista que desde niña es poseedora de ese don especial: talento
y creatividad. Su gran mérito reside en dedicar toda su vida a desarrollar el
talento para legitimar el genio…”.
Huella en el tiempo
estuvo abierta al público entre el 7 de septiembre y el 12 de octubre de este
2018.
Amistad |