Formas y Sonidos del paisaje es el título de la última exposición del artista Rolando Quero en la Galería Rafael Monasterios de la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado (UCLA), Barquisimeto, un total de cincuenta y dos piezas, compendio de sus indagaciones por el mundo del arte que suman más de treinta años, en los que la fuerza del trazo abstracto imagina la figuración del sueño.
Allí el día la inauguración, autoridades de la Ucla, confirieron al artista el Botón de Oro de la institución y le entregaron un libro que cuenta la historia de esta universidad. Es el primer reconocimiento que se le brinda a este creador en Venezuela, tras su regreso, después de permanecer veinte años en Barcelona, España.
Las piezas expuestas, desarrolladas en 2012, tienen sus orígenes en años anteriores. Fue fundamental para Quero el reto de llenar las salas del Museo de la Cultura de Valencia en 2009 con Azul Naranja para desplegar obras de gran formato con las que trabajar su universo cromático y creativo, y también el ser invitado a formar parte de la celebración de los cincuenta años de Brasilia con Sueños de Jungla en 2010, le hicieron acentuar su vuelo de luz y transparencias, de las aguas y sus surcos infinitos, semillas, penachos indígenas, coincidiendo con sus soles, lunas, planetas y las voces esotéricas del universo.
Pero así como el color va representando el relato de las obras de Quero es fundamental la textura. Los pedazos de madera y el aserrín (desechos) de los artesanos que elaboran sillas de montar en Villa de Cura, estado Aragua, son parte de la composición de sus cuadros. Son parte de una piel que necesita verse, tocarse, sentirse. Es allí donde Quero pone en relieve su espíritu necesitado de los asombrosos mundos que encuentran sus sueños y su mente. Sin ellos, el ser humano es un imposible.
En la disposición de esas texturas, en las protuberancias que emergen del lienzo es que el artista siente la comodidad de expresarse al igual que en el lenguaje abstracto, porque lo encauzan hacia indagaciones libres, en constante efervescencia, para denotar también una energía vital que siempre intentará vencer todos los obstáculos.
La libertad también es parte del sueño. De su luz, piel y paisaje.
El escritor José Napoleón Oropeza, a cargo del texto del catálogo, titulado El paisaje se torna remolino, revela: “Cuando me detengo en algunas de las obras que pasaron frente a mí, como una catarata, viene a mi memoria el recuerdo de algunas de las esculturas que admiré en su taller el año pasado. En ellas, también, observé transparencias, veladuras. Formaban parte de una serie llamada Sonido y nacimiento. Tomé varias de las figuras en las manos.
Se advertía en ellas el oficio de “artesano” del cual Quero nos ha hablado mucha veces. Un velo poético permite gozar plenamente del poderoso dinamismo que prevalece en la obra del artista, tanto en los dibujos, en la pintura y en sus esculturas que tejen fantasías y ecos de su infancia, ese eterno paraíso que nos lleva siempre. “La inmensidad íntima”, de la cual habla Gastón Bachelard en El aire y los sueños, pienso mientras recuerdo los trazos gestuales que predominan en la pintura de Quero y que, también, se hacen presentes en las esculturas de pequeño formato en las cuales una sola figura traza el discurso de desdoblarse en una, en otra.
El sueño de un sonido. Nace de la oquedad, pero anida, tanto en la escultura como en sus pinturas, un volumen real y virtual al mismo tiempo. Detallamos el garabato desordenado en la pintura de Rolando, como un gesto que se torna grumo o que chorrea. En los diminutos cuerpos vueltos escultura, el garabato se torna en un detalle móvil, un cuerpo en permanente movimiento. La energía del garabato que explota en la pintura, da paso, en sus dibujos y esculturas, a una oquedad bullente. Pasa ante nosotros un coro de fantasmas transmutados en sonidos, en voces, en ecos, en sueños. Un fantasma de sueño, “un género de vida”, como diría Roland Barthes. El movimiento permanente de las manchas cuyo volumen y plasticidad engendran un universo en permanente gestación. Una soledad compartida a cielo abierto. Por eso hablamos de sonido y nacimiento. De voces y de ecos. Ellas engendran las sombras de otras. Sonidos, sombras, voces. Una permanente apertura y cierre de un infinito círculo. Bello, hermoso, como el festín de la luna y sus mareas tras el juego de los giros de la mancha en sus pinturas”.
Permanecerá Formas y sonidos del paisaje en la Ucla hasta el próximo 16 de abril. Luego tendrá un viaje por la geografía nacional. Emprenderá el itinerario por la Casa de la Cultura de El Tocuyo, el Ateneo Casta J. Riera de Churuguara, Mérida, Trujillo, Nueva Esparta y Valencia (Notitarde, 31/03/2013, LECTURA TANGENTE).-
Enlace: http://www.notitarde.com/Lectura-Tangente/Quero-Parte-del-sueno/articulo/174296