Alfredo Pietri se fue a Francia en el año 1957 "con una beca de hambre" que en ese entonces le otorgó el gobierno de Pérez Jiménez. Regresa a Venezuela cada vez que puede a encontrarse con sus familiares y su hermana que vive en Valencia.
Hijo del poeta y compositor de mismo nombre, autor del Himno del Arbol, supo desde pequeño que debía luchar contra los prejuicios de una época en la que el ballet clásico no era una profesión bien admitida para los hombres, como bien se lo señaló su padre. Pero él entendió muy joven que era su verdadera pasión por lo que inició estudios con Nina Nikaronova en esta misma ciudad y después perfeccionó su arte con otra mujer rusa que lo acogió en Toulousse, Olga Provajenska, donde inclusive después de años de logros como bailarín y estrella, mantuvo por veintitrés años una academia de danza clásica que llevaba su nombre.
Nina Nikaronova es un pilar de la danza en Venezuela. Con gran cultura y enorme talento no solo con ella se aprendía la danza sino como vivir después.
¿La carrera que hizo allá la hubiese podido hacer aquí?
En Venezuela hay mucho talento, hay buenas bailarinas y buenos bailarines, pero la mayoría de ellos se han ido a vivir a Miami, New York, Bélgica...
¿Por qué no son valorados?
Porque el Teatro Teresa Carreño se cerró... Existe la Escuela... pero no sé cómo funciona ahora. Tuve la ocasión de ver el ballet de Vicente Nebreda. Genial. No tenía nada que envidiarle a los teatros europeos. Hizo un trabajo memorable. La nueva compañía de María Eugenia Barrios está haciendo cosas muy interesantes. Un día aquí tienen que darse cuenta que sin arte un país no puede vivir. Es necesario para la vida de un pueblo.
¿Qué está haciendo en estos momentos?
He viajado mucho para estar al tanto de todas las cosas que hacen en materia de ballet, porque hoy en día uno tiene que estar familiarizado con las nuevas tendencias, para progresar y circunstancialmente les corrijo la variación a bailarines cuando me lo solicitan, porque van a audicionar para alguna obra. También me invitan a hacer coreografías sobre hielo y así me mantengo ligado al que ha sido mi mundo. Claro, no es como antes cuando ejercía mi profesión desde la mañana hasta la noche. Pero es una pasión que nunca muere.
Quedó en mi espíritu, en mi corazón, en mi alma. Cuando veo buenos bailarines y veo que eso funciona me siento en un paraíso formidable.
¿No se ha animado a escribir un libro?
Me lo han dicho. Me gustaría contar con una persona a la que yo le cuente y ella escriba un libro. No sé si el libro que yo escribiría podría interesarle a alguien. Yo me siento joven en el alma porque la edad es un estado espiritual. Cuando me levanto en la mañana digo "gracias Dios mío, tengo dos brazos, dos piernas". El otro día vi por televisión un bailarín con una sola pierna que hace hip-hop, algo verdaderamente admirable.
Hay una diferencia cultural entre los países europeos y Venezuela enorme... ¿qué debemos hacer?
Para empezar, el gobierno tiene que hacer un esfuerzo sobrehumano, dar dinero para la cultura. Después ocuparse de programaciones constantes que interesen a las personas y los motiven a salir de sus casas y dejar el televisor o Internet. Lo bonito de nuestra Venezuela es que hay mucho talento. Yo adoro a mi país y estoy muy triste cuando veo que la cultura no avanza, existiendo tantos autores que lo dan todo, pintores, compositores fabulosos, que son reconocidos en el mundo entero. No tenemos nada que envidiarle a nadie. Se tiene que invertir. Vivo en Toulosse, pero me la paso en París porque es allí donde están los mejores espectáculos y una enorme cantidad de acontecimientos culturales con los que aprender y crecer.
¿Cuándo se convirtió en coreógrafo?
Empecé a estudiar coreografía aunque eso realmente no se estudia porque es un sentimiento que uno lleva, años después de actuar en muchos espectáculos. Hice varios montajes de ballet que gustaron mucho y poco a poco, porque la carrera de bailarín es muy corta, me convertí en profesor de danza. Formé bailarines y realicé muchos espectáculos. Es verdad que al principio la cosa fue dura, pero cuando se es joven se siente todo como más sencillo.
¿Venezuela es conocida en el mundo por sus artistas?
Sí, eso es lo que me gusta. Hay bailarinas de aquí que han dado renombre al país. Eso es muy importante. Quizás en este momento estamos pasando por una crisis un poco difícil, sin querer hacer comentarios desagradables sobre las personas. Pero creo que hay que despertarse. Es como si le hubiesen dado a una parte de mi país la "burundanga", que la gente está como dormida; aceptando todo lo que se está haciendo.
¿Ha tenido el deseo de regresarse a su nación?
He tenido otras veces ese deseo de venir y quedarme siempre en mi país. Pero si vengo aquí en estos momentos mi gran pregunta es ¿qué voy a hacer? Los bailarines y actores hacen algo por Venezuela y no los ayudan. En cambio ir y venir es formidable porque uno se da cuenta de lo que pasa. Tengo una gran esperanza. Tengo fe y hay que pedir paciencia.
¿Visita las iglesias del pueblo en el que vive?
Creo mucho en Dios. Sin esa fe nada podría mantenerse. Respeto mucho todas las religiones pero sé que hay un solo Dios para todos. Soy católico a mi manera. Me gusta ir a los templos cuando hay poca gente. Allí realizo un acto de constricción. Al salir siempre me siento ligero, en paz.
¿Qué recuerdo tiene de su padre, Alfredo Pietri?
Yo tenía un libro de poemas de mi papá que no se publicó que se llama "Parnasiana". Una persona amiga lo leyó y me dijo que quería hacer un libro de mi papá. Tengo muchos poemas de él y tengo el recuerdo de que fue mamá y papá pues a mi progenitora no la conocí, murió cuando tenía un año de nacido. El no quiso casarse más, me dijo que ella había sido "el amor de su vida" y aunque yo le insistí en que encontrara pareja, para que no estuviera tan solo, se mantuvo soltero. Hoy por hoy sé que hay que aceptar las cosas como son y como Dios nos la envía.
¿Cómo ve usted a la juventud hoy en día en Europa?
Creo ha dos tipos de juventud. Unos jóvenes son formidables y otros no tanto por falta de educación básicamente. El problema aquí es la enorme cantidad de hijos que se tienen en hogares que apenas pueden mantenerse. Al vivir apenas subsistiendo se crean todas unas circunstancias que en nada nos hace crecer y progresar como nación. Cuando leo la cantidad de personas que mueren cada fin de semana, me digo a mi mismo que no es posible. En todas partes roban y se leen cosas muy desagradables en los periódicos, que tienen toda su razón al publicarlas. De no ser así, no nos enteraríamos de lo que está sucediendo.
¿Se ha perdido la franqueza en el mundo?
Yo abro mi corazón para decir lo que siento. Es como un grito de amor pero de desesperación también, quisiera que mi país cambiara el sentido del arte. Cuando uno viaja se da cuenta que la cultura esta en primer plano, hay subsidios, ayudas; eso es muy importante. Viendo nuestras bellezas naturales y la generosidad de la tierra fecunda, el clima perfecto. Tenemos que sacudirnos y ayudar a cambiar todo esto. No juzgo, pero tenemos que vivir en democracia, en libertad. No podemos vivir en un país con miedo, pensando que nos pueden robar, asaltar.
¿Qué tiene que tener adentro un buen bailarín?
Amar lo que uno hace. Para mí la danza es como el verdadero amor que uno siente por una mujer. Eso está anclado dentro de uno. Tienen que tener los sentimientos para poder exprimir todo lo que uno lleva adentro en el escenario. Hay bailarines que son técnicos, pero son vacíos. Olvidan lo esencial que es el alma y el espíritu. No todo es hacer piruetas (Notitarde, 25/11/2008, Confabulario).-