martes, 6 de agosto de 2024

Desembucha Maquiavelo (con relación a Venezuela)


                                    

Los que estamos viviendo fuera de Venezuela, porque nos tocó sin quererlo ni soñarlo, desde el momento que nos dimos cuenta que el alma no podía más, ver lo que está sucediendo después del 28 de julio, es una concatenación de lo que hemos ido observando allí, desde aquí,  a lo largo de este obligado destierro, desde hace ocho años.

Veinticinco años han servido para reconocer la impronta de un estado delincuente que además de abusar y pervertir todo a su alrededor, ha generado una de las actuaciones más violentas que pocas naciones pueden reconocer: la indolencia social, causa de las muertes de sus coterráneos y de un conjunto de atrocidades que se han generado por doquier.

Porque después de la certeza de que los primeros asesinatos de manifestantes fueron perpetrados por francotiradores cubanos, ahora reconocemos un Estado desvalido, que no solo permitió la total impunidad en su suelo, sino que ha exportado miseria y dolor a todo su alrededor, obligando a auto expulsarse a sus ciudadanos, quienes en su mayoría, al huir, han tenido que caer en las peores redes delictivas: la explotación laboral y sexual, el tráfico de personas, la violencia y la discriminación, entre otras muchas pervertidas consecuencias.

La indolencia va más allá del consentir todo lo que ha ocurrido, es querer continuar que se mantenga el dolor de las mujeres (también hombres) que han sido violadas por los  traficantes coyotes, de las que han sido obligadas a prostituirse (niños y niñas también); familias que lloran la muerte de sus hijos ahogados en el ríos de las huidas; los que han tenido que soportar vejaciones también dentro de Venezuela, donde siguen torturando y asesinando a los que piensan distinto.

Todo justificado por mantenerse en el poder, porque no hay ideología posible que salvaguarde al cartel de los soles narcotraficantes (militares) y sus políticos  ladrones, violadores, asesinos y seres deshumanizados. Los de izquierda que crean que deben apoyarlos porque son sus mismas ideas, no solo están equivocados, es que además son cómplices de una nación que tiene lo peor de Macondo y la guerra de los Canudos, de las novelas Cien años de soledad y La guerra de fin de Mundo (de Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa).

Realismo mágico perturbado por una verdadera historia de pobreza espiritual y creencias desfiguradas.

Si para el mundo, veinticinco años no son suficientes para saber que es la trampa la que ha imperado en el Consejo Supremo Electoral, desde el minuto uno que fue electo como presidente Nicolás Maduro, es  que estamos ante la más grande confabulación de este siglo. Y no quererlo reconocer, les debe y les ha generado grandes beneficios.

Vergonzante es para una nación como España que aún tenga como observador de los procesos electorales venezolanos al expresidente Rodríguez Zapatero, quien todavía no se ha pronunciado sobre lo que está ocurriendo en Venezuela. Por supuesto que tiene derecho a estar de vacaciones en este agosto, en las Islas Caimán o en Málaga, pero este mutis lo compromete aún más, si es que acaso alguna vez él se sintió comprometido con un país, más que con los amigos chavistas que fue haciendo por el camino.

Es el único integrante del Grupo de Puebla que acudió a Venezuela para las elecciones del pasado 28 de julio y no exige la revisión de las actas, tal y como  se lo reprochó el también expresidente socialista Felipe González, quien considera que debería realizarse pronto una verificación del resultado electoral en Venezuela, mediante una organización internacional independiente, porque el Gobierno de Maduro trata de alterar el sistema acta a acta mediante un grupo chino, de acuerdo a fuentes descubiertas hace ya varios días, anunciadas a todo el mundo.

El actual presidente de España, Pedro Sánchez, con una serie de pactos y luchas personales dentro del ejercicio del poder que implica su cargo, firmó junto a los otros miembros de la Comunidad Económica Europea, la necesidad de revisar actas y la transparencia que debe obedecer todo ejercicio de votación en un país, que quiere demostrar al mundo que es tan democrático como cualquiera.

Una semana después, viene esta respuesta en principio firmada  por España, Italia, Francia, Alemania, Países Bajos, Polonia y Portugal, aunque la noticia global es que ha sido certificada por los veintisiete países de la Unión, (hubo un ruido con respecto a Hungría).

Ver como la izquierda trata de justificar que Maduro ganó las elecciones porque “la derecha siempre canta fraude cuando no gana” es patético. Alguno por aquí lo ha hecho.  Pero el asunto venezolano no es de derechas o de izquierdas, es de dignidad,  de ética y de justicia.

En el sentido macro, lo que sucede en Venezuela es en buena parte lo que refleja el mundo: nada y todo prevalece. Todo poco importa y todo vale en nombre de cualquiera cosa que sea negocio, y por ello la guerras de Ucrania y Palestina son lo que son: olimpiadas de barbarie.

En el sentido micro, vemos como la ofensiva del desnaturalizado de Maduro (ahora que el mundo lo señala como lo que es), va en contra la debilidad de las familias venezolanas, persiguiendo a sus hijos chamitos, de entre catorce y dieciocho años (nacidos en estos años de oscuridad), para acosarlos, torturarlos y sembrarles (en caso que la familia se resista o no pueda pagar el chantaje), participación en actos de terrorismo y traición a la Patria.

Desembucha Maquiavelo, te quedaste corto ante estos engendros.

Si la Santa Iglesia Católica y Apostólica fuera un verdadero poder moral, impediría guerras, pero en nombre de no sé qué las ampara, las esquiva, las dispensa, les reza; las confluye en una pérdida de fe absoluta hacia lo humano.

Los tramposos buscarán que el tiempo esté a su favor.

Aunque también sabemos que la lista de los valientes asesinados son fuerza viva en la conciencia de los seres humanos nacidos en Venezuela. La sabia herencia ancestral sabe exactamente como redimirse ante los monstruos.

Mientras el mundo pide que se enseñen las actas de votación, con la certeza de unas elecciones fraudulentas, han asesinato más de una veintena de personas, cuarenta jóvenes los han desaparecido, miles han sido arrestados y la represión sigue ya no en manos de cubanos –que también- sino de los mismos venezolanos que se han identificado todos estos años con esta crueldad, con este ejercicio cobarde de ejercer el poder.

No queremos ver a los ojos del verdugo. Sabemos de sobra cómo mira. Queremos abrazarnos a esa mujer o a ese hombre que sufrió lo indecible y asegurarle de que venimos del mismo pacto de esta noble tierra, cortina vegetal de mantos verdes y azules, paz de humedales, ríos y morichales; luz deshaciendo la incultura de sus cuatro puntos cardinales. 

Mar sortilegio del alma. 

 

Muy breve bibliografía para entender lo que sucede en Venezuela:

https://editorialdahbar.com/libros/el-gran-saqueo/

https://editorialdahbar.com/libros/estado-delincuente/

https://www.amazon.es/invasi%C3%B3nconsentidaCr%C3%B3nicaPeriodismo/dp/8418006706

https://www.buscalibre.es/libro-la-intervencion-de-cuba-en-venezuela-una-ocupacion-estrategica-con-implicaciones-globales/9781652248767/p/53442107

 

Foto: https://www.vaticannews.va/es/iglesia/news/2019-01/venezuela-obispos-conferencia-politica-violencia-respeto.html