domingo, 12 de septiembre de 2021

Nueve días


                                                                         

Frente a la Sagrada Familia

                                                                                     

                                                                                        Para Alfredo, primo maravilloso.

A mamá le dijeron que la iban a llevar a un espectáculo con el director venezolano Gustavo Dudamel y ella iba contenta… lo que no entendió fue que era una función virtual.

La experiencia la vivió con alegría y con susto. Mi madre de 91 años asistió al viaje virtual del corazón de la música titulado Symphony, presentado en el espacio de Caixa Forum Barcelona, llamado espectáculo inmersivo, palabra tan envolvente como el arroz al Nori del sushi.

Lo vio de frente, muy cerquita, con esas gafas que estaba al principio negada a colocarse, y se alegró de verle y escucharle como sólo puede contentarse ella, una auténtica catalana venezolana, al sentir el paseo musical con el  director de orquesta más internacional que cuenta Venezuela.

Su mente pudo volar y lo imaginó de pequeño, rulos rubios, ojos claros, como sus mismos hijos; inquieto, alegre, tan vivo como el mar que saboreaban sus sentidos, todas las tardes de calor, en el litoral guaireño.

Tocando todo sin parar.  El plim plim del vaso, el racataclá  del plato, con la botella plástica del refresco… dándole a la mesa, a la cuchara, sancocho toco toco; rompiendo las cuerdas del cuatro y las guitarras… para desmenuzar los sonidos y después juntarlos, en esa algarabía de cuando se es debutante en la vida

Metida como estaba en la virtualidad de la Mahler Chamber Orchestra, más nerviosa de lo que ya es, miró hacia sus pies y fue entonces cuando no los vio y se encontró con el vacío…

-     Nunca había pasado un susto así en mi vida, dijo al salir.

Cerró los ojos instintivamente y la misma música le hizo después abrirlos, para encontrarse de nuevo entre la orquesta.

Viajó al interior de un violín. Intentó no mirar de nuevo hacia abajo, cuando la llevaron al espacio, paseando entre estrellas y nebulosas, en un viaje en el que le hicieron sentir nuevamente en el aire… aunque ya sabía que sus pies descansaban en el piso, suavemente alfombrado.

Las manos de Dudamel dirigían las pulsaciones de la música y volvió ella a verlo chiquitín, dándole con un palito a una lata vieja de leche, para exprimirle sonidos… pin pin pun pan… metal… palo… caballito color coco azafrán…

La mezcla de Beethoven, Gustav Mahler y Leonard Bernstein la envolvían, sin detener su corazón que esa tarde parecía un regordete timbal, tronco hueco de playa; repique mojado de temblores. La lanzaron al espacio, a la lluvia y a la bomba fina que en el pasado la desheredó de la familia, de los afectos… del sublime amor que se le torció… que la colocó en la tonada de una ambigua playa.

La sonrisa de los músicos haciéndola sentir en el centro de la orquesta, le hizo ganar algo de confianza y alegrarse para sus adentros.

Sólo Barcelona le podía regalar algo así: inimaginado. Regresar a ella después de veintitrés años hizo que su rostro transpirara paz y dulzura, tras intensas emociones. 

Abrazó a su único hermano vivo, nuevamente.

Miraba a la ciudad como el cuerpo irreconocible que aún puede palparse con amor. La atmósfera donde vio luz y oscuridad, que le permitió compartir con su padre de 99 años, antes de morir.

-     Viviste una experiencia inmersiva…

-     ¿Y qué es eso?

-     Así le llaman ahora a las salas virtuales, donde te colocan esas gafas para ver otra realidad…

El deseo completado será recuerdo del chapuzón líquido de la vivencia. 

Nadar por el sueño de lo posible hizo de mi madre, luz; en sus nueve días por Barcelona

 

 

 

5 comentarios:

Ricardo dijo...

Hermosa remembranza virtual pero llena de mucha realidad; emoción y ese amor por la tierra a quien ve nacer todos los días y a cada instante; marcando el arraigo en cada corazón como si la misma tierra los ha parido. Un aplauso para ti Marisol; y las gracias por haberme regalado el compartir de tu partitura dirigida por Dudamel. Besos y muchos cariños

Unknown dijo...

Sencillamente, inolvidable experiencia para tú madre. Y gratificante para ti haber podido hacerlo realidad. Felicidades. MPS

Manelal dijo...

Que hermosa historia. Grácias por compartirla Marisol

Multiplicar Voces dijo...

Mi querida Marisol, que maravillosa manera de meternos en la narración uno despegar hasta leerla, deglutirla, disfrutarla. Gracias por tan buena pluma y hacernos partícipe de ella. Felicidades mi Amiga de mi corazón. Un abrazo grande y pública masa menudo.

José Antonio Rosales dijo...

Saludos estimada amiga
que bonita historia llena de mucha afectividad hacia Venezuela y a la música representada mundialmente por Dudamel y felicitaciones a vuestra madre por dejar fluir la experiencia de las nuevas tecnologías en su vida.
Un abrazote a ambas