A Silvio
¿Cómo no iba a besarlo? Y se me ocurrió que ese beso podía escribirse con esta “v”… pero… para qué romper esquemas si estamos en una sociedad bordeada de ella. Me quede tranquila y llevé todo mi torrente a su cuerpo frágil… no puedo negarlo… es delgado… bastante mas blanco de lo que me hubiese gustado… dulce… no me recuerda a nadie… ¡gracias!
Y la pasión llevó a todo aquello más o menos ilustrativo; dependiendo de las mentes.
Te miro y eres mi mejor poema.
Así de cursi estaba yo el día ese en que me dejé tornear como la mejor pieza de fuego. Juro, que después de mucho filosofar, te he reencontrado más ataviado que nunca. Pero me sigues encantando.
Te creé hace tanto tiempo que no admito demoras en este nuevo encuentro sobre la platabanda de mi casa que es y está siempre abierta a las estrellas. ¡Cuantas estupideces se han inventado desde ese entonces!
Típico de él: me llevó a su pasillo. Me dejé llevar, frágilmente, dulcemente; me entusiasmaron los olores del geranio que despedía un macetero. ¡Te grito que te amo, sobre todo ahora que reaccionaste, después de tanto tiempo! ¡Qué bueno que no hayas engordado! Escuché todos los roces, la diana, el arpa, el lamento druida, el tambor celta. ¿Puedo creerte? Utilizaste tus mejores armas, pero no por ello me dejé seducida por tu voz y tu sonrisa.
Pronunciaste ese idioma que me maravilla y te respondí para tu asombro. Me preguntaste por una amiga. ¡Estos hombres! Te bebí como un sorbo de vino.
Por más lento que lo haces, pasa.
No tuve otro remedio que agitar la armónica y pedirle a un instrumento que atacara sin misericordia mi encuentro para convertirlo en exactamente lo que necesitaba. Utilizo la última palabra como un avestruz. No me mires.
Desnuda desde hace rato estoy.
¡Cómo te he celebrado! A lo largo de los años me he maravillado de ti. Una y otra vez te he amado. Hasta en mis días más difíciles y en el saber que había gente que cuando te oía lloraba.
No he orado por ti. He tomado tu cuerpo tal como es. ¡Qué absurdas sensaciones se hacen los abarrotados de esquemas! No te critiqué en estos años, ¿Para qué hacerme sufrir?
Te deseo, y aunque no te lo creas, con el corazón. Vengo con todo, pero no te asombres si en el ultimo momento me acurruco en el pasillo donde nacen tus sonidos y te diga que te amo sin cuerpo, porque el que tengo está prestado a otras cosas que ni entiendo.
Eso lo entendió muy bien Manuel Bermúdez, hace mucho tiempo atrás, cuando me confesó que su nariz ancha era producto de los golpes que como boxeador se daba en el bajo Apure, donde el río, el siglo pasado, mostraba el secreto que a ti hoy, se te ha develado.
Dio varios golpes. Miró al contrincante. Vio que ganaba y perdía. Dominaba todo. Es lo que has hecho tú a lo largo de la vida. ¿Eres mío? Mientras te abrazo; sí. No pretendo poseerte. La hembra maduró. Evolucionó. Le quité una letra a esa palabra. Lo entenderás mejor que nadie.
¿Por qué naciste de un abrazo? Porque primero nos besamos.
No busques tu pasado. No fui alguna de tus prostitutas. No me hubiese gustado. Vi las manchas de tu piel hace mucho tiempo. Casi se asoman.
No has visto mucho el sol.
Ahora que estoy en tu atajo secreto, de sonidos y cruces, no me abandones… las caracolas tiemblan… tu mejor que nadie… lo sabes...
No hay comentarios:
Publicar un comentario