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lunes, 8 de septiembre de 2025

Kitty

Tierras quemadas, brotadas de quitameriendas


Durante unos días de este período vacacional me dejaron una gata negra para que la cuidase mientras sus dueñas se iban a refrescar por el mar Mediterráneo. Segundo año que repite en este hogar, ya el anterior estuvo una semana. La memoria de los gatos dicen que es frágil y el estrés que sufren cuando se les traslada a sitios desconocidos aún mayor.

Kitty llegó escurridiza y completamente húmeda. Por el camino, se orinó. Después de ser forzada mimosamente a un baño, se metió debajo la cama y sólo salió horas después, tras escuchar los sonidos de las croquetas de pollo, servidas al lado de la ración de comida húmeda, de acuerdo a las instrucciones de sus amas, tal y como le sirven, todas las noches.

El olfato debió también motivarla. Asimismo los atentos oídos, quizás hartos de escuchar toda la tarde, invitaciones de salir de su escondite.

Después de cenar agarró confianza.  Se quedó olfateando un poco, olió al gato de la casa, que siempre la observó con curiosidad y desdén, y se volvió  a refugiar en el ultimo rincón, debajo de la cama.

Fácil fue descubrir que en la noche y madrugada se convirtió en la reina de la sala de estar, donde se la pasaban los dos felinos jugando, ella siempre dominante y ejecutante de todas las acciones, que invitaban a correr, perseguirse, enfurruñarse y subirse a los muebles.

Durante el día durmiendo y después de las 10 pm, disfrutando de la nocturnidad, a sus anchas.

Son gatos de ciudad, viviendo en apartamentos, vacunados,  esterilizados y tan consentidos  que nos hacen creer que nos pertenecen cuando la verdadera realidad es que somos, sus humanos, siervos y lacayos.

La novedad de Kitty en casa fue una de las atracciones poderosas de este verano. Al regresar a su hogar dejó un vacío y es que la personalidad de su raza egipcia, junto con el poder de su aterciopelado color negro, causó embrujo hasta en mi gato castrado que para superarla cayó en coma de sueño, alrededor de 24 horas.

Todo esto en un verano marcado por el calor, los traslados por Madrid mientras realizan obras por todas partes; jóvenes vomitando y  peleándose alrededor de bares y discotecas.

Se propagaron incendios en muchas zonas, arrastrando desolación y responsabilidades, porque muchos fueron provocados por personas, lo cual desorienta aún más.

Ha sido un verano intenso, con muchos brotes de rabia e incorcordia por doquier, sin avances políticos porque no hay acuerdos entre quienes tienen que trabajar por el desarrollo de las gentes y los pueblos.

El asedio es la marca de la política española, y la verdad, en todos y cada uno de los temas que los medios de comunicación cuelan entre la población, empiezan a camuflarse mentiras y  noticias dirigidas a confundir y obligar a pescar en rio revuelto.

Sin embargo los ciudadanos no son tan frágiles cómo algunos piensan, ni tan tontos, por mas coerciones y arrebatos que se desaten en las televisoras y emisoras nacionales, intentando manipularles.

Se asoman los cambios de temperatura, el bochorno del calor ya pasó, las tierras quemadas empiezan a brotarse de color lila, el inconfundible rastro del quitameriendas. Surgen hojas  en los madroños y álamos temblorosos. 

Mariposas e insectos  demuestran  que saben nutrirse hasta en la más terrible descomposición.

La rutina de anunciar si va o no a llover, si se acerca algún chubasco o alguna tormenta, reconoce esos días que llovía porque si y sin que lo supiéramos, empapándonos de vida y de autencidadad, sin necesidad de guarecernos, porque era maravilloso mojarse, sentir la sorpresa; la ruta marcada por la confianza en todo cuanto sucede.

La misma que tienen los animales en nosotros, con todo y nuestro comportamiento salvaje. 

domingo, 10 de agosto de 2025

Bicicleta blanca




Retomando mi deseo de dar vueltas por el barrio donde vivo, descubro que camino y voy por las mismas calles, por mas que me empeñe en cambiar rutas.

Sin embargo, lo voy consiguiendo. 

Ya he cruzado umbrales un poco mas toscos y también algunos mas sedientos, lo cual me hace entender ese regreso semiconsciente a lo conocido. Y no es que ande temerosa por las calles de Madrid, ni mucho menos, pero la confianza no traduce ligereza. La transparencia de su color es vital, en cualquier parte del mundo; lo hemos reconocido desde que cruzáramos Caracas en maravillosas madrugadas. Otros tiempos. Otros entusiasmos.

Así fue como descubrí, un poco más allá del centro de salud ubicado en una calle ancha y con semáforo,  una bicicleta pintada de blanco y en su asiento unas flores plásticas de colores, atada al poste, con una cadena.

Aunque no sabía el lugar exacto, recordé la noticia del pasado diciembre de 2024. Uno de los chicos, conocidos aquí como riders,  que a las 2 de madrugada iba o venía de repartir comida, fallecía justo en esas cuatro esquinas, arrollado por un automóvil que también a su paso arrancò el buzón de correos, arrastró contenedores de basura, un banco para sentarse y un árbol tuvo que ser podado y desenterrado.

Un suceso  violento e inverosímil como los muchos accidentes que no encuentran palabras con los que explicarse, en una zona residencial, con suficientes testigos para observar la forma como huyeron ilesos, conductor y copiloto del automóvil, aunque al día siguiente, el primero se entregara y después se le diera libertad provisional, bajo la investigación de un delito de homicidio imprudente.

El rider no llevaba identificación ni se ha informado hasta ahora nombre ni nacionalidad. Podía tener una situación irregular al estar trabajando para Glovo, porque a muchos les subarriendan el derecho a usar la plataforma,  convirtiéndose en falsos autónomos, en este cruel juego de sobrevivencia a la que están obligados muchos en esta España, tan ocupada de tantos asuntos, desocupada en tantos otros.

La regularización de los repartidores a domicilio que utilizan bicicletas, motos y hasta patinetes es algo que no esta resultando sencillo.

De origen latinoamericano seguro era este muchacho. Lo mas probable que venezolano. La gran inmensa de nuestros jóvenes han tenido que aceptar condiciones inaceptables con tal de sobrevivir en este país y buena parte de ellos vive por las propinas que reciben mas que por el salario que deberían recibir, explotación mas bien que los ha llevado a reinventarse y buscar soluciones que rozan irregularidades.

Lo cierto es que ese recordatorio que ha quedado allí, esa bicicleta pintada con prisa de blanco, revela que su muerte, anclada en un lugar para él desconocido, busca luz en la oscuridad de su noche.

Todos entendemos un poco la muerte y sabemos que el destino trazado implica la despedida que hayamos firmado. Pero conmueve este absurdo accidente y sus consecuencias para un alma joven, mientras observamos, todas las noches en la discoteca de la esquina, cómo cientos desperdician  la vida bebiendo y vomitando, en las aceras circunvecinas.

Es que además a estos riders venezolanos los vemos a diario por aquí.  Con su desparpajo “para echarle bolas”, a la faena diaria; su sudor ligero mientras pedalean, las chicas ataviadas con franelas manga largas, para no tostarse tanto por el sol “porque venezolana que se respete no pierde nunca el glamour”; sus sonrisas, su resuelve para todo. La energía de unos ancestros que han sido más que sobrevivientes.

Por ese lugar de Moscardó no pasará la indiferencia, ni siquiera en invierno.

Con tribulación, sin conocerte, te recordaremos. 

domingo, 2 de febrero de 2025

Año nuevo

 




Caminando por la acera vi a Mie Ling pasar por mi lado sin verme siquiera. Le llamé y la saqué de su ensimismamiento. Se disculpó, iba abstraída de un restaurante a otro, es encargada de los dos.

Le pregunté cómo estaba, por su padre e hijo, me respondió con la amabilidad que la caracteriza.

Seguí mi camino hacia el supermercado, al que iba buscando cilantro.

Justo esta semana pasada y hoy domingo el barrio de Usera estuvo colmado de numerosos visitantes (más que nunca), porque hubo la celebración del Año Nuevo Chino. Las cantidades de personas que se acercan el sábado al parque Pradolongo y el domingo al desfile o pasacalles impresionan, las familias abarrotan el metro, se arman filas kilométricas de coches por los accesos y hay una ilusión que realmente se vive con alma de niño.

Desde que vivo en Madrid he asistido todos los años a esta fiesta pero este año por razones ya más profundas para revelar aquí, me pregunté qué hacía en un lugar como este, tropezándome con la multitud e insatisfecha más que convencida, porque fue ver un poco más de lo mismo.

El año más raro que por estas calles experimenté fue el 2020, cuando por las razones que después descubrimos vi que los ciudadanos asiáticos no se esmeraron en la festividad y que para nada estaba reflejada la rata en sus celebraciones, portadora de epidemias, como muy bien vivimos, sin más nada que podamos agregar a ese vivencial recuerdo pandemia,

El año pasado vimos el destello del dragón con muchos bombos y platillos, y este 2025 la serpiente parece que va a vislumbrar grandes sorpresas. El desfile fue corto y sin muchos aspavientos. La cultura china es enigmática.

Las pantomimas las protagonizaron los leones y  los dragones, no vimos a nadie disfrazado de serpiente, aunque los que hablan de ella enseguida dicen que atrae la suerte. Ningún símbolo de este reptil entre los artistas que lucieron el colorido de las ropas, rojas, amarillas, verdes; la magia de los abanicos y los movimientos de las distintas disciplinas chinas y asociaciones que se unen a este encuentro

Rodeada de tantas personas, hombres y mujeres cargados con niños en coches, vimos a personas desfilando, esforzándose por dar lo mejor en el pasacalle, pero esta vez no hubo el derroche del 2024. Siempre reparten una especie de careta de cartón del animal del año, este año no la repartieron, por amigable que intentaron dibujar la serpiente en los afiches promocionales. Tampoco hubo cuando se celebró el año de la rata.

En el barrio todos los comercios estaban abiertos, incluso las cafeterías que no abren los domingos estuvieron atendiendo a los convidados y muy llenos desde temprano, con clientes deseosos de apreciar la experiencia en el Chinatown madrileño, que ya me queda deslucido, porque parecía la continuación del año del Dragon. Necesitadas también del cariño de los trapos para sacar brillo y las brochas y la pintura, observamos a algunas carrozas.

Todos los restaurantes chinos tenían largas filas de comensales esperando para entrar a comer. Muchos visitantes al barrio se quedaron sin poder saborear los exóticos platillos, cansados de esperas. Numerosos locales atendían solo por reserva y en estos siguientes quince días, estarán llenos, sin posibilidades de abrir nuevas ofertas a menos que anulen algunos clientes las citas.

Sentada en la cafetería que descubrí solo abre el único domingo de celebración del nuevo Año Chino vi a uno de los artistas de calle tomando un café, ataviado con el típico traje chino. Un hombre mayor, muy serio, antes de tomar el café pidió otra bolsa de azúcar porque se le había caído adentro la primera, que sacó empapada. De un par de tragos, aunque estaba muy caliente, se lo tomó. Pagó y se fue, viendo sin mirar, con una dureza inescrutable.

Tengo un vecino de origen asiático que en estos años que llevo viviendo en el mismo edificio tan solo me lo he cruzado una vez. Sale de madrugada, imagino. Regresa muy tarde también porque nunca más he coincidido con él.

Imaginé cómo estarían de agotados los pies de mi amiga china Mie Ling. Y su cabeza organizada y resuelta, convertida en mecanizado robot. Con los dos restaurantes que dirige, a metros uno del otro, con la demanda irracional de los comensales, en un sin parar en un día de fiesta

¿Para quién?

Los esclavos de pie  atendiendo a los esclavos sentados, sin que nada nos concientice, siempre hambrientos, en esta irracional y desmesurada falsa modernidad que hemos cimentado.

 

 


 

 

 

 

domingo, 27 de octubre de 2024

VISIBILITZART EN BNUDEARTGALLERY SITGES

 

 


El próximo sábado 2 de noviembre en la Galería Bnudeartgallery ubicada en Sitges (provincia de Barcelona, comarca de Garraf) se realizará la exposición VisibilitzART, colectiva de artistas que buscan reunirse para encontrarse y  apoyarse mutuamente dentro del universo LGTBIQ+.

La idea de este encuentro fue del artista y escritor Alfredo Segarra (Al Segar, Al Malenut), colaborador de Bnudeartgallery, vinculado por su oficio a diversas asociaciones solidarias y culturales, con capacidad de reunirles en esta causa vinculante, en la que participan diversos artistas para mostrar sus capacidades expresivas.

Colors Sitges Link, Sant Boi en positiu y Visibles (empleados de la  Transports Metropolitans de Barcelona, TMB) son las asociaciones que se han unido a esta iniciativa.

-     ¿Cómo nació esta exposición?

Siempre que he podido o me lo han pedido, he colaborado altruistamente dando apoyo con mis obras a diferentes asociaciones que quieren dar a conocer su labor. Mis obras se han expuesto en ciudades tan dispares como Oslo, Budapest o Bagdad. Han viajado hasta Miami y Detroit, al otro lado del charco; y, por supuesto, también en lugares mucho más próximos.

He colaborado con asociaciones que trabajan en actividades como la discapacidad intelectual, el banco de alimentos,  el síndrome de Rett, el Alzheimer, la recogida de juguetes,  los sin techo y la causa palestina, entro otros.

En esta ocasión, mis obras, destinadas a un público eminentemente LGTBIQ+, las podréis ver allí.  Llevo unos meses colaborando con esta galería aportándole catorce obras elaboradas con diferentes técnicas.

-     Desnudos masculinos para también sensibilizar…

"Black love", por ejemplo, siempre con carácter reivindicativo, revela a dos hombres de color amándose, a sabiendas que actualmente existen países africanos en los que todavía se considera delito ser gay; y que en algunos, incluso, está castigado con la pena de muerte.

-     ¿Donarás las obras?

Se trata de un acto puntual e irrepetible. Tras la expo, las obras las cederé solidariamente para ser vendidas o subastadas para recoger fondos para la asociación Sant Boi en positiu.

 

Galería Bnudeartgallery,  calle Sant Pere, 26  (Sitges)

Sábado 2 de noviembre a partir de las 18,30 horas

 

 

https://www.instagram.com/bnudeartgallery/?hl=es  

https://www.instagram.com/alfredo_segarra_al_segar/

https://www.facebook.com/alfredo.segarra.9/

https://www.ivoox.com/alfredo-segarra-audios-mp3_rf_14958255_1.html


domingo, 21 de julio de 2024

My friend

 

El cultivo de pitaya en España es todo un éxito


Fui a la frutería que tengo más cerca pensando que iba a encontrar la pitaya a buen precio. Resultó que el hombre nacido en Bangladés la tenía más cara de lo normal y le dije que unos puestos más abajo estaba tres euros más barata. En su  dificultoso español me dijo que lo fuera a comprar allí. Le dije que no necesita su consejo: justo me marchaba para allí, otro colmado que me quedaba unas cuatro manzanas más abajo.

Saliendo de la tienda, a la que por segunda vez prometí no regresar, escuché una cantidad de improperios, imagino que groserías, frustraciones y quien sabe qué otra cosa más, en un idioma que lo interpreté tosco, desde luego, porque el hombre lo estaba, vociferando; malgastando en una energía que lamentablemente se la estaban tragando las frutas, para convertirse, más temprano que tarde, en las más podridas de su negocio.

Meses antes entré a este mismo sitio y al fondo divisé a  un hombre con una mirada tan perturbadora que me dije que más nunca regresaría y por ello no volví a entrar, hasta que vi las pitayas, también conocidas por los asiáticos como frutas del dragón, calificadas de exóticas, por lo que hay que tantear precios. Los más accesibles suelen hallarse en las verdulerías de los pakistaníes o bangladesís, porque en los puestos de fruta latinos también la picaresca con los precios altos es una constante. En los supermercados chinos también son más costosas.

Ese día, de regreso al apartamento, pasé por la tienda del insultador, con una pitaya hermosa metida en mi bolsa de tela, que pesó setecientos gramos, con la alegría de haberla comprado más barata. Lo observé de reojo. El ni siquiera me vio, estaba ocupado con una cliente, pesando frutas.

Mi sorpresa fue mayúscula cuando un par de días después, tomando el café matutino antes de empezar la jornada laboral, entró el despotricador apurado, con un billete de cincuenta euros en la mano, pidiendo a una de las dependientas que se lo cambiara para tener canje en su negocio.

La chica que al parecer le conocía le dijo: “My friend… ¿te sirve que te de billetes de veinte y de diez o necesitas de cinco?

El contestó que le diera billetes de cinco y de diez, de una manera nerviosa (había dejado la frutería sola y debía volver cuanto antes),  con un cierto tono de la amabilidad, que por supuesto, desconocía que tuviera.

La muchacha de origen latino, con esa fresca disposición, se entiende con él con medias palabras en inglés y él con medias palabras en español.  Me dijo tras marcharse, que él era de Bangladés y que era un ofensa para ellos llamarles pakistanís.

Cuando le conté mi experiencia con my friend no se lo podía creer.

Le dije que no se preocupara, que conocía el lado positivo de él y yo tuve la experiencia de conocer su dark side…

Nos reímos y me despedí para empezar mi trabajo.

Tunecinos o venezolanos, colombianos o filipinos,  llegamos con la mejor disposición y el mejor hacer, pero hay días apetecibles y otros que despiertan los esperpentos de Valle Inclán que llevamos dentro.

Si Bangladés tuvo alguna vez en mi memoria recuerdo de paz, música, droga y rock and roll, ahora tiene el regusto del calor de este verano, frutas marchitas por voces y energías  que las hacen ennegrecen, sin que pueda hacérselo comprender a my friend.

Justo en estos días el Congreso de España discute una nueva Ley de Extranjería, con los partidos peleados, vociferando como verduleros, que generan un ruido que no permite saber si realmente será más beneficioso para el país y a la vez para los miles de extranjeros que hacen vida, en esta nación.

 

Foto: https://bigjims.co.nz/pitaya-dragon-fruit-white-4l/


domingo, 14 de julio de 2024

Sol sanjuanero



Sol sanjuanero

Me dicen que años antes de la pandemia, Oporto era un destino relajado y tranquilo. Es un puerto muy singular que le rinde tributo a la sardina, aunque por todas partes se coma bacalao, como en casi toda Portugal.

Visitamos los destinos más turísticos, las calles en su mayoría sufrían los rotos de las reparaciones y reacondicionamientos, hubo que esquivar muchas aceras y pasos peatonales, con los ruidos de las maquinarias operando y la cantidad de turistas hambrientos de experiencias, localizando los lugares recomendados por la oficina de turismo y por los advenedizos de las redes.   

Para comer en los restaurantes asequibles y populares, siempre hubo que hacer cita, aunque realmente la oferta gastronómica es buena en casi todos los lugares. A los que le gusten los bolinhos de bacalhau o pasteles de nata estarán en el paraíso y no pasarán hambre, los venden hasta en panaderías y casi en todas partes están buenos 

Coincidió este primer hallazgo de esta zona costera, atravesada por el rio Douro, con puentes enormes construidos para el paso de coches y trenes, con el solsticio de verano, y realmente fue gratificante observar como cientos de seres humanos esperaban la puesta de sol mientras el  blanco Oporto Lágrima fluía por las venas, con paso dulce, asentado.

Los días de este viaje fueron plagados de efervescencia física y emocional. Otra cosa no es la vida.

En la librería Lello, en honor al personaje de Harry Potter, una vez más, entendimos sin comprender un ápice, que los fenómenos masivos nos retornan proporcionalmente a la ignorancia. Allí no hubo nada más que marketing y tropezones con gente que quizás buscábamos lo mismo, saliendo de allí bien defraudados.

La librería centenaria con un diseño atractivo, escalinatas de madera y hechicero piso rojo,  plagada de libros y ediciones de lujo de grandes clásicos, tiene poco del universo mágico de esta saga de J.K. Rowling.

Largas filas para entrar y para pagar en las cajas no permiten en un espacio tan pequeño disfrutar siquiera de la conexión con los libros, aunque es un punto a favor que por lo menos exista una librería en el destino masivo del turismo.

Oporto desprende aire marino, rio desembocando en el mar atlántico, subidas y bajadas con la intensidad de una ciudad que lucha por mantenerse en calma, mientras los viajeros la llevan a un ritmo que ella intenta desafiar.

Eso me hizo recordar a mis vecinos de toda la vida, Manuel y su esposa Elsa, por allá por Carmen de Uria, dueños del Rey del Pescado. Él un hombre trabajador, discreto, sencillo y diáfano, padre de Tony y La Nena, natural de Oporto, llegado a las venezolanas tierras guaireñas,  en busca de un mejor porvenir. Trabajaba como nadie la carpintería y es que en esta ciudad hay una tradición con la madera,  que intentan mantener todavía, en tímidas tiendas que ofrecen trabajo artesanal.

Y ese sol sanjuanero que dio paso a una luna llena enorme, me recordó también a mis hermanos del alma, José Carlos y Avelino De Nóbrega, a quienes añoro, de padres portugueses, con destino corsario que apalancó mi corazón.

En todas las ciudades y pueblos europeos que he visitado, la arquitectura y vestigios medievales hacen que frenemos en seco nuestras vibraciones; el dolor aún se palpa, cruje y hace aparecer todo tipo de sensaciones.

Me llamó la atención, en la Iglesia de San Nicolau ver a su santo en la fachada, protegido con cristal, mirando hacia la Iglesia de San Francisco, que está enfrente. Su nave sencilla sin más adorno que el gris del cemento (hormigón) y las losas azules, enfatiza su aspecto inusual. Rinde homenaje al obispo de Oporto, Nicolau Monteiro, quien la mandó a construir. Esta capilla pequeña estaba muy sola a la hora de la misa y los que nos asomábamos, queríamos ver el retablo mayor de estilo rococó y la obra de Custódio de Sousa Santos dedicada a San Eloy.

Ese es justamente el desafío de los lugares con turismo masivo: mediar su cotidianidad y salir airosos de la vorágine,  que si bien trae progreso y prosperidad, también quita y resta calidad de vida para sus moradores.

 

 

domingo, 7 de julio de 2024

Carla

 

Obra Black love de Al Segar, a modo de denuncia, porque en 
muchos países africanos es un crimen la homosexualidad, 
exhibida en la Galería Bnudeart, Sitges (Barcelona).

Al llamar debía preguntar por Carla pero la voz del otro lado del teléfono era masculina. Me aclaró que era ella, una mujer transexual. Después de las presentaciones y seguir hablando de lo que nos ocupaba, me dijo que pedía un préstamo para comprarse un autocaravana, porque se estaba cada día volviendo más vieja y la aceptación (de los demás) no había sido ni era camino de rosas. Con la casa rodante, por lo menos, tendría algo de libertad.

Entendí también que mucho de la soledad que por lo menos, en el mejor de los casos, le asegurara algo de paz y dignidad, ajena de tantas miradas.

En Madrid justo esta semana se ha estado celebrando la Semana del Orgullo con las presentaciones, multitudes y algarabía que estas fechas conllevan.  Todos los años se anexan polémicas y en este  los carteles de promoción con los que el Ayuntamiento invitaba a la celebración, no mencionaban las siglas LGTBI+, ni los colores de la bandera arcoíris.

Los carteles propulsaban un fondo multicolor de fuego artificial con una copa, un tacón, un lápiz labial y un condón.

Le faltó a la incipiente creatividad y al pésimo gusto, agregar  emoticones como cara de loco, cara con lengua de dinero o las ya más reconocibles caras pidiendo silencio, boca cerrada con cremallera o con ceja levantada. Para no disimular censura.

Las interpretaciones y críticas fueron como siempre: unas, oportunas-vigorosas-ardientes, en defensa del colectivo, otras menos adecuadas y más políticas, sin nada que sumar a lo que ya todos sabemos: el verdadero fondo es que a la homosexualidad cuesta aceptarla, y cuando medianamente se consigue en personas más abiertas de mente y corazón, todavía tiene que transitar el pasadizo de las formas, las conjeturas, los rebusques y rebuznos de una educación creada (bajo patrón religioso), para juzgar, infundir miedo e intolerancia a lo diferente.

Mucho orgullo tiene Madrid de los derechos que sin ninguna duda ha conquistado, aunque raudamente se desvanece cuando observamos miradas de recriminación en pleno metro o en las calles, cuando dos chicas o dos chicos se besan y abrazan, manifestando abiertamente su amor.

Mi amor no hace daño, tu odio sí, decía uno de los tantos mensajes reenviados para la celebración del Día del Orgullo por el WhatsApp.

Y aún más cargadas esas miradas cuando hemos tenido a un transexual sentado al lado nuestro: avergüenzan los que se dicen llamar normales. Son miradas, gestos y pensamientos que no deberían posarse en cuerpo alguno.

Si el tema de la homosexualidad en una sociedad que se dice moderna ya es complejo, el de las personas transexuales también es complicado, sumando la marginalidad en que lo han querido mantener.

Pese a los esfuerzos y las ayudas que existen, Carla ha decidido comprarse un motorhome, para no tropezarse con tantos vecinos, con tanta gente buena que pueden respetarla o fingir que la respetan, pero que a la final no la valorarán por lo que es: un ser humano, que merece ni más ni menos lo que todos nos merecemos por ser quienes somos, por el simple hecho de nacer y estar vivos.

Mucho es el trabajo por hacer. Educar por y para seres humanos. Empezando por saber desde las cosas más sencillas hasta las más complejas. Desde el amor hasta la sexualidad.

Recuerdo una vez que le contaba a una conocida sobre el caso de un hombre casado y con hijos, que se atrevió a decir que siempre se había sentido mujer y había sufrido mucho, dando el paso hacia adelante, cambiando de sexo para vivir una plena identidad.

Después del cambio de sexo, se convirtió en una aventajada profesional, defensora de derechos, compartiendo su vida intima con otra mujer, porque así se lo dictó su corazón.

Mi amiga, creía yo, open mind, dijo asombrada: “… no… tanto nadar para morir en la orilla…”,  algo así como para qué hacer todo ese esfuerzo si a la final lo que le gustaban era las mujeres… …

La miré y supe, una vez más, del fracaso de la comunicación.

Lo dijo con otras palabras, mucho más vulgares, porque eso es algo que también se ha aprendido, como no hay respeto, lo fácil es continuar con las descalificaciones groseras, que se han hecho permisivas culturalmente, para definir a las gais y los transexuales.

No entendió nada.

Pudo más su prejuicio que a la final la transexual era lesbiana que reconocer su mérito y fuerza en la lucha por conquistar un cambio legítimo de sexo, por los condicionamientos vividos, durante años, llenos de limitaciones y sufrimiento.

Carla en pleno Madrid se aísla. Ojalá sea feliz. El universo está con ella.


https://bnudeart.com/

https://www.fundacion26d.org/

domingo, 9 de junio de 2024

Esquina caliente

 


Me lo dijo Víctor al mudarme: vas a vivir en una esquina caliente.  La reminiscencia de esos territorios caraqueños conquistados por lo sádicos de turno, asomó en la memoria en esas asociaciones del pasado que intentamos, pero no podemos evitar.

Todas las noches, de lunes a viernes, se reúnen en esas cuatro esquinas hombres y mujeres que salen de un antro que no debe ni tener veinte metros cuadrados, donde bailan y beben, y por las consecuentes visitas de la policía, despachan algo más.

Desde el piso (apartamento) no se escucha nada y tampoco estorban las luces azules de las redadas, ni las vociferaciones por las peleas y los ariscos que no son capaces de ser controlados ni por sus colegas; ni las necesidades fisiológicas que son vaciada en las calles sin ningún tipo de rubor, entre los coches aparcados, porque los servicios de limpieza en Madrid son muy eficaces.

Vemos como las cuadrillas de limpieza muy temprano hacer su labor mirando de reojo, con algo más que desgano y asco, a los hombres y mujeres que se abrazan o no se ponen de acuerdo para terminar de irse a sus casas, cuando ya ha asomado el sol por las calles.

La droga legal genera precipitaciones alucinantes en el trance de la noche vaciada.

Hoy al salir vi a un chico en el portal con su  grupo patota de tres o cuatro, con chicas ligeras de ropa que tenía pintada una media luna rojo carmesí desde la comisura desde los labios hasta la mejilla.

Me acordé del Guasón aunque la mujer que estaba a su lado no se parecía en nada a Batichica: se me quedó mirando. Para ella, la enajenada era yo

Pero lo mejor de todo vino después: en la cafetería donde terminan yendo muchos de los trasnochados a despejarse  con un café, desayuno,  o seguir tomando cervezas,  estaba un hombre sentado intentado demostrar que todos sus sentidos estaban intactos. Lo delataba el licor servido y el juego de las piernas al levantarse de la silla, agarrándose de la mesa, simulando tener más equilibrio del requerido.

Fue a pedir algo a la barra y llevaba puesta una llamativa franela con la imagen del Che Guevara y su icónica foto viendo de lado, con la altivez, la estrella y la boina.

El hombre regresó con un vaso de leche que puso al lado del de cerveza.

No me quise quedar para ver cuál era el que se despacharía primero.

Me fui a votar y esa fue la mejor imagen del día en el que se celebraban las elecciones europeas: los políticos hacen que estemos tan perdidos como ese hombre, exhibiendo inextinguible y confuso ídolo, combinando vasos  de leche con cerveza.


Foto: https://revistacontraportada.com/archivos/6695

lunes, 3 de abril de 2023

Tierra presente

 


Conversaba con una amiga nacida en Galicia sobre sus sensación  en cuerpo y alma de sentirse extranjera en España,  después de haber vivido mucho tiempo en Venezuela, donde nacieron sus hijos y nietos.

Igual le ha pasado a mi madre Rusé, quien a su retorno después de más sesenta años de vida entre La Guaira, Caracas y la Valencia venezolana, no se encuentra a gusto en su país de origen, le es extraño, no lo entiende ni de forma ni de fondo.

Ambas, mi amiga y mi madre, aman a España y lo valoran en innumerables aspectos y vertientes, pero la sienten ajena.

Quizás esa absurda capacidad de dividirlo todo, de colocarlos siempre con separaciones y de tener fronteras que nos colocan siempre en bandos que nos han hecho creer irreconciliables, es que el emigrar viene siendo el misterioso descubrimiento de no pertenecer a ninguna parte y al mundo entero, a la vez.

Los venezolanos que estamos ahora repartidos por el mundo experimentamos lo que tantos sintieron cuando tuvieron que dejar sus tierras por las injusticias de siempre: hambre, guerras pronunciadas o soterradas, dictaduras impuestas o disimuladas, impunidad de los hombres y mujeres en el poder y oportunidades sesgadas por los egoístas de turno.

Nos sentimos extranjeros en el mundo al irnos de nuestra Patria, porque lo somos; aunque ya algunos migramos por sentirnos exactamente así en nuestro propio país: forasteros en una nación que era luz y se volvió claro oscuro, muy a pesar de su eterna belleza natural.

Por Madrid caminamos con mucho acento venezolano por todas partes, pero no estamos por más que nos reunamos y andemos pegados, en Venezuela. Impresiona escuchar en todo momento y casi por todas partes, expresiones de nuestra habla criolla, reconocible y autóctona.

Existen muchos lugares donde encontrar comida de nuestro país y buenos lugares para abastecernos de aquello que supuestamente debemos extrañar.

Pero también encontramos que nada huele ni tiene el sabor que recordamos de allá.

Pero cuando en el país donde nacimos, nos hemos sentido extraños, nace un inmenso y real mundo por descubrir.

Por eso no nos vemos regresando, anhelo que quizás mis padres emigrantes de los años 50’ tuvieron al irse de España, hacia Venezuela.

Sabemos que el retorno puede ser cada vez más cuesta arriba, no porque nos hayan acogido con los brazos abiertos ni mucho menos, sino porque reconocemos que el globo terráqueo no tiene franjas de colores ni líneas divisorias por más noticias diarias que lo recuerden. El mundo es tierra presente y sabemos que habrá puestas en escenas policromadas y variadas, por disfrutar, en muchísimas partes.

La nostalgia por Venezuela por supuesto que a veces invade como a mi madre por España cuando estaba allá y por la tierra del Arauca vibrador, desde que está aquí. Pero si bien es un instante, horas o días de saudade, el corazón reconoce también su expansión hacia un crecimiento sensible y mucho más armónico con el universo.

Nace dentro de cada hombre y mujer alejados del terruño que les vio nacer y crecer, una conciencia más amplia, de solidaridad y amplitud, en concordancia con las leyes del universo.

El paisaje interior vuelca los sentidos. Sabemos que Venezuela es mucho más que el Cerro Ávila y su guacamayas multicolores, que está más acá de la mariposa azul que vuela por las montañas escondidas de Yaracuy; que las playas siguen tejiendo sueños y sortilegios en las panzas de los niños y niñas, tejedores de  redes y nasas. Que la tierra de los médanos tiene una revancha  existencial, porque un día acompañó a un río tan ancho como cristalino como el Orinoco.

Un desquite que esparce con la arena, imitando la orilla del mar, que saca todos los desperdicios por la noche.

Nada más escuchar un compatriota y saber de qué estado o región exactamente es, se abre la puerta multidimensional del pico Espejo, Carora, San Cristóbal, Cubiro,  Canoabo, El Tigre, Porlamar, Tucupita y El Paují, haciendo un remanso de recuerdos, cometas con rabos roncadores, para hacerse notar en el volar.

Nos olvidaremos que los papagayos también pueden ser zamuras.

Venezuela es tan inmensa que hasta en la añoranza se crece y no permite calambres de dolor, porque para eso están los artistas con sus creaciones,  música, bailes, obras de teatro, pinturas, esculturas, artesanías, libros y sus intérpretes maravillosos que han creado todo tipo de sonidos e ilusiones, para elevar la energía de todas nuestros entusiasmos.

Y si cambiamos en el párrafo de arriba que empieza con Venezuela y ponemos cualquier otro país, igual corresponderá el sentimiento porque en todos los rincones de las llamadas naciones igual permanecen los cultores de todas partes y de todos los lugares, para hacernos fieles y magnánimos a nuestras raíces.

Anclaje que no tiene por qué ser divisorio ni hostil. Ni triste ni apesadumbrado, todo lo contrario.

La diferencia cultural da como resultado la unión porque reconoce la misma y única huella por la que todos acompasamos este baile por el planeta azul de interminables caminos e insondables enigmas.

viernes, 31 de marzo de 2023

Balanza emocional

Ojalá la guerra quedé ya en la memoria de los museos

Justo el domingo 12 de marzo, antes de la entrega de los premios Oscar mi madre y yo vimos la película alemana Sin novedad en el frente que terminó ganando cuatro los nueve de galardones a los que estaba nominada.

Mi madre reconocía la película porque enseguida que se la nombré quiso verla (creo que confundiéndola con otra), más aun cuando le dije que se podía llevar varios premios.

Sin embargo ambas rompimos una promesa: no volver a ver películas de guerra.

El remake de esta cinta antibelicista está, por supuesto, muy bien logrado, y mientras la veíamos si sabíamos que iba a ganar la banda sonora. Todo un acierto capaz de esbozar múltiples emociones, cuadro a cuadro.

Pasó igual cuando dijimos que ya no íbamos a ver más largometrajes sobre el genocidio judío después de la cinta de Steven Spielberg, La lista de Schindler (1993), obra maestra para cerrar tanto sufrimiento. Años después reincidimos al ir a ver el dolor de El pianista (de Román Polansky), en 2001.

Sin novedad en el frente enseña hoy más que nunca la inutilidad de una guerra y la inconciencia de los hombres en puestos de mando.

La nueva adaptación de la novela homónima del escritor alemán Erich Maria Remarque, cuenta la historia que ya todos conocemos desde un realismo sobrecogedor que solo permite vaciar la mirada para entender lo que hoy por hoy se vive en Ucrania y demás países de la tierra,  donde han distribuido armas para mantener a mafiosos, milicias al margen o no de la Ley, y todas las variantes posibles de batallas que arrastran lo peor de la llamada condición humana.

Si se entiende que todas las películas son antibelicistas habrá que entender muy bien que en nada nos ayuda la animación constante sobre conflagraciones.

Ver cintas sobre guerra no nos hace más pacíficos así como el constante tema sobre la venganza no nos ha hecho más compasivos. Por el contrario, forma parte del virulento desarrollo de lo que parece ser una infección trasiega y contagiosa, repetida por todos los medios que van diseminando y aumentando semillas de nuestra  violencia y propia confusión.

Casi todo lo que hemos creamos (libros, pinturas, música, obras de teatro, joyas y hasta comida) están  basados en lo mismo: guerras, historias truculentas, egoísmo ilustrado, conspiraciones y represalias.

Las historias que empiezan a marcar diferencias, hablan de cómo alcanzarnos en nuestra verdadera dimensión, llenan de optimismo nuestra inestable balanza emocional.

Pero mantenemos un desbordamiento patético: inundados de películas de guerra ansiando la paz y creyendo que con libros que recrean la misma miseria podremos encontrar la tan deseada armonía vivencial.

Escuchando la otra noche en los espacios de Santana Art Gallery, al profesor Juan Ignacio Hernáiz Blásquez (autor de Los ojos de Velásquez) su charla sobre Francisco Goya y después de repasar todas sus obras, sus grabados excepcionales, la inmensidad de sus pinturas negras y sus famosos lienzos sobre El 2 y 3 de mayo en Madrid, tuvimos el imperioso ruego de que las guerras solo queden como recuerdos en Museos…

Pero también sabemos que ni siquiera estarán allí en la trascendencia que tarde y temprano nos alcanzará.

Así como hemos ahondado en el dolor, tendremos que socavar al amor, que además nos sostiene, día a día.

domingo, 19 de febrero de 2023

Desamor

 

La alegría de hace cinco años, durante el pasacalles de Usera 

El mes de enero 2023 pasó a alta velocidad, como lo hace el tren Ave por algunos pueblos de España. Los vecinos de la Republica China  iban a celebrar el nuevo año este mes de febrero, pero hubo un adelanto en la celebración, este ciclo del Conejo, bastante improvisada por las calles del barrio chino de Madrid.

Marcaron el pasacalles hace ya un par de semanas y aunque hubo un buen desfile y  muchas carrozas, no se repartieron mascaras del conejo como en otros años del tigre o del perro, ni tampoco los pasaportes para entrar a degustaciones gratuitas por los restaurantes.  

De la ceremonia de las lámparas de deseos en la laguna del parque Pradolongo sólo se pudo disfrutar el gran despliegue de luces artificiales, porque contadas linternas de fuego flotaron encendidas por las aguas.

Los tiempos cambian y seguramente los trabajos de recuperación ambiental tuvieron algo que ver con esta celebración que sí ha contado con un lleno total en los restaurantes de comida china, teniendo que hacer reservas con más de una semana de antelación y colas a las puertas de ellos para entrar, demostrando el interés gastronómico que despierta este barrio, sencillo y práctico para vivir y deambular.

El barrio de Usera tiene la distinción de tener el que está catalogado como uno de los mejores lugares para consumir comida cantonesa, visitado inclusive por los reyes de España.  

Desde la época de la pandemia fueron muchos los negocios que cerraron aunque rápidamente la mayoría fueron sustituidos por otros que permanecen en una coexistencia revitalizante que se observa en un constante trajinar de camiones de reparto de mercancía.

Mientras Madrid se levanta con la energía de la liebre, con el frío y las constantes noticias de cambios meteorológicos, los termómetros subiendo y bajando, acompañados de borrascas y fenómenos atmosféricos; en las radios se sigue escuchando la canción de Shakira y Bizarrap, record en semanas en el primer lugar del top ten.

La primera vez que escuché hablar de BZRP Music Sessions #53 estaba a la siete de la mañana en una cafetería y un hombre  alardeaba de haberla escuchado ya tres veces, hablando de la letra e indirectas a Piqué, a los que le seguían con enorme interés, dando también sus opiniones.

Me sorprendí un poco que a esa hora de la mañana alguien tuviera un tema tan farandulero como diríamos en Venezuela. Casi siempre las conversaciones tempranas giran banalizadas alrededor del tiempo,  la guerra, el trabajo; a ritmo de imágenes de los noticieros de la tele.

Pero cuando un matrimonio de famosos sucumbe y más si han tenido líos con Hacienda (como casi todos por aquí),  y en este caso con tercera persona incluida, el espíritu culebrón hace de las suyas.

El mundo de los artistas de la música se mueve con los hilos de una potente industria. Para nadie es un secreto, aunque los detalles de todo ese cosmos lo viven quienes se mueven en ellos y tienen la fortuna de contar con el contacto, el apoyo y el momento oportuno para “pegar en la radio” y “ganar… (su) …primer millón”, como atrevidamente lo reveló Bacilos, hace años, con vivaracha gracia.

Las manifestaciones a favor del mensaje de Shakira son una revelación también de los tiempos que vivimos. Hemos leído como mujeres famosas -y no tanto-  apoyan su canción, sin ahondar un poco en ella. Por supuesto que está bien expresarse ante una infidelidad, pero en el caso de la gente que es parte de la denominada opinión pública, deberíamos ser un poco más exigentes.

Sabemos que el mal de amores producto de un “cacho” (poner los cuernos) o del desgaste de una relación o lo que sea que ocurre para finalizar una vida entre dos, una vez superada, es una de las cosas por la que no deberíamos dedicar segundos, ni horas: mucho menos días y hasta años, de este rayo de luz llamado vida.

Debemos entender que las uniones son transitorias, de aprendizaje y que solo en el mejor de los casos, cuando son profundo y verdadero amor, perdurarán.  Incluso en la separación. Y ese sentimiento cuanto más sólido más libre es, por lo tanto, despojado del egoísmo que en buena mayoría de los casos los sostiene.

La música de las emisoras de radio son canciones pegadizas, fáciles y que ahora componen entre cuatro y cinco personas para lograr que se convierta en el codiciado éxito del millón. El mismo tema del desamor repetido hasta la saciedad, con las renovadas interpretaciones de gente joven, reconociendo y expresando el dolor; también la sexualidad y los ritmos que se acoplan a la época de los cuerpos; son exaltados por los artistas.

Shakira, la joven que se abrió paso con sus pies descalzos, tan posesionada dentro de la producción musical, que aun dedicándose más a sus hijos que a la música, no dejó de tener ganancias y  continuidad en sus éxitos,  se descubre al mundo con una muy fácil rima “las mujeres facturan”.

Justo por facturar para poder sobrevivir en un mundo donde aún no se sabe muy bien cómo hacer el amor con el sexo, es que las mujeres son tildadas con el peor insulto que normalmente es utilizado para hacer daño a la madre de los otros, porque nunca creemos que es a la nuestra, en absoluta ignorancia.

Pero sabemos muy bien a lo que se refiere. Ella sin duda facturó más que él. También que ha tenido la inteligencia de pactar un tema que la llevará a obtener ganancias que serán una vez más repartidas en esta unión que se alarga, aunque ahora no de forma conyugal, protegiendo además a los hijos.

Pero la cuenta también es emocional. Venganza, en otras palabras. Tengo que decirle al mundo lo que a mí me pasó, como mujer famosa que soy, no me puedo quedar con eso. El ego no admite la desproporción de la infidelidad. Porque para las célebres o desconocidas es el mismo dolor: la traición atraviesa corazón y deja a la mente “ciega, sorda, testaruda”.

Pero insistimos: de todo lo que se vive en la vida, lo menos importante es deshacerse en búsquedas de porqués y en culpabilidades de las trampas del desamor. Nos merece la pena. El que rompe la relación abre una puerta mucho más importante para el otro: la libertad de ser y de sentir sin la pretensión virulenta del amarre y la posesión. Y cayó en el timo de una nueva relación que ya empezó contaminada, sin la frescura, honestidad y espontaneidad de todo comienzo. Marcada casi para sucumbir igual. Con muchas y honrosas excepciones, claro está, que no son la norma.

Mientras los diales de radio van haciendo lo suyo,  con bachatas lastimeras, electropop diss track,  dance pop, funk, reguetón, R&B, soul, swing, rock  y sinfín de estilos, la invasión o guerra Ucrania ya cumple este 24 de febrero, un año.

No sabremos si cuando la comenzaron ya sabían que iba a ser larga o la terminarían en la primera semana. Lo que sí reconocemos es que lo que se sufre en este lugar, parece importarle a muy pocos. Por aquí han estado pensando enviar tanques de guerra a petición del presidente Volodímir Zelenski. Lo curioso de la noticia es que pronto entendieron que había que enviárselos, pero los que les quieren destinar están destartalados y sin funcionar, por lo  que al menos más de cuatro meses durarán las labores de arreglo y mantenimiento hasta que lleguen, si lo hacen, a Ucrania. Un canto de hipocresía total. Nacimiento de un nuevo despropósito.

Si se quiere acabar con esta invasión o guerra, no se puede estar enviando tantas armas pero si se mandan son para usarse revitalizando el muy fértil negocio de las armas que nadie quiere abandonar. Es un asunto de locos.

Las mismas trampas del desamor, a otra escala.

El otro día un medio de comunicación anunció que de acuerdo a Reuters News Report un treinta por ciento de  los españoles ha dejado de tener interés en noticias porque hay demasiada política (un 43 %), tienen un efecto negativo en su estado de ánimo (un 36 %), porque sus noticias son sesgadas y de poca confianza (un 29 %), se desgastan por la cantidad de noticias (un 29 % también), les lleva a discusiones que prefieren evitar (un 17 %) y no pueden hacer nada con la información (un 16 %). Nada que pueda extrañar.

En horas tempranas del metro de Madrid en muchas de sus entradas hay repartidores del periódico gratuito 20 minutos. Buena mayoría de gente pasa delante de ellos sin tomar el diario y muchos de los que lo cogen, lo echan en la primera papelera que encuentran. Amontonados se quedan en la cesta antes de pasar por los tornos de accesibilidad.

Los medios de comunicación no han podido ni quieren reinventarse producto de la misma inmediatez de las tecnologías y las amplias posibilidades que existen de estar conectado a las muchas plataformas de juegos, videos, información y los gustos y las necesidades de todas las individualidades. Dentro de esa incapacidad hay además la cómoda postura de ir por el camino fácil, continuar por lo que hasta ahora les ha rendido ganancias económicas, en detrimento de la cultura y la misma e imperiosa necesidad de comunicar con amplitud humana.

Porque existen formas de significar para trascendernos a nosotros mismos.

Mientras tanto, no queda sino cambiar de emisora. O buscar la también pegadiza canción de Miley Cyrus, Flowers. Igualmente, facturando en el negocio de la música, de rima fácil, con un mensaje bien distinto al de Shakira. Con sentido de amor propio.

De ella no hablarán en las cafeterías.

Pero incluso, lo mejor es apagar la radio para escuchar y conectarse al verdadero amor que respira, viene del universo y ha hecho posible este mundo visible.

 

 

sábado, 4 de febrero de 2023

La impronta del corazón

 

Ani Choying Drölma rodeada de niños

A principios del mes de diciembre del pasado año 2022, la ciudad de Madrid brindó un regalo inesperado a todos aquellos que tuvimos la suerte de enterarnos y asistir a un concierto benéfico de  Ani Choying Drölma, quien se convirtió en inspiración para el resto de nuestras vidas al llenarnos de su sencilla y amorosa presencia.

Pocas veces hemos sentido lo que allí experimentamos, la calidez de una emoción nueva, cargada de mucha sutileza, con canciones nepalíes que nunca habíamos escuchado y mantras desconocidos y tan universales como Om Mani Pedme Hung, cierre de esta velada, en la que invitó a cantar a un tímido público, que pronunciaba  sin fuerza las silabas sagradas, conmovido por su actuación.

En ese momento, ella pidió energía y nuestras voces se explayaron en la sonoridad de la sala grande donde se presentó para dar nuevamente entrada a esas simples letras que unidas, purifican, salvan y transforman, honor a  Chenrezig, el Buda de la Compasión.

Tres músicos nepalíes la acompañaron: Umesh Pandit (flauta) Gopal Rasaili (guitarra) y Manish Gandharva (sarangui), en un evento organizado por el Centro de Retiros Arya Tara.

Fue una experiencia agradecida. 

Al concierto benéfico lo llamaron Mantras del Corazón y fue verdadero su título: los que allí asistimos advertimos que nuestro corazón bailó en la dulzura del amor.

Vimos rostros embelesados ante este ser espiritual, llorando en silencio hombres y mujeres,  miradas que se llenaron de quietud, gratitud y bondad.

El repertorio de apenas siete u ocho canciones tuvo invocaciones a Guru Rinpoche, Padmasambhava; a Tara Verde,  y el mantra Namo Ratna Trayaya, de Avalokiteshvara, entre otros temas; pero las canciones nepalíes llenaron de ternura y afecto maternal. Ella misma explicó que son las que escuchan los niños en esta nación que aunque distante y lejana, tiene una gran repercusión en todo el mundo.

Sencilla y diáfana, guiándose un poco por el móvil, pero sobretodo, por su guía interno, Ani Choying Drölma, supo llenar de magnitud el momento, con su voz que sale de su garganta, casi sin gesticular los labios, concentrada y serena.

Hizo que viajáramos a cuando éramos niña y veíamos el mundo con una fuerza extraordinaria. Nada podía detenernos y todo tenía el encanto de lo nuevo, de la magia de un mundo multicolor a nuestros ojos.

La energía de los niños siempre es hermosa. Vinieron pensamientos sobre los hijos  e hijas del planeta azul, pues una vez que hemos sido madres, bien sea al parir o al adoptar, sentimos como nuestros todos los niños y niñas nacidos en este plano terrenal.

Recordamos la pureza de nuestro hijo. Lo que hubiésemos cambiado de haber aprendido las cosas que ahora sabemos. Nos conmovemos aún de recordarlo apenas al nacer, con luz suave de atardecer, rosado y azul pálido difuminado. Sus pasos. Sus sonrisas. La vitalidad que  demandó para existir a sus anchas.

Cuánto de agradecer a los ancestros que hicieron lo mismo y se enfrentaron a circunstancias que no tuvieron la benevolencia actual.

El mundo gira en torno a lo mismo y lo único que muda su piel en la visibilidad de los tiempos, es la impronta del cambio, siempre buscando la felicidad, que no está en otro lugar más que en el corazón.

Sabiendo que todos los seres humanos inquirimos lo mismo, la educación en la niñez es más que fundamental para lograr seres humanos plenos, libres de los venenos que alimentan la mente:  la ignorancia, el apego, la rabia, el ego y los celos, nacidas del miedo.

La paz  instalada en el corazón puro de los niños, no se curtiría con tanta facilidad si las enseñanzas fueran guiadas siempre de la mano del amor.

La tarea del mundo que parece tan grande, a la vez tan ínfimamente pequeño, es unificar los métodos que permitan robustecer el crecimiento de todos los niños, llamados a la evolución verdadera.

Mar profundo eterno transparente.

Eso fue lo que percibimos en Ani Choying Drölma. 

Que buena falta hace que se escuche en las todas las emisoras de radio del mundo.

 

https://craryatara.org/

https://craryatara.org/biografia-breve-de-ani-choying-drolma/

Foto:

https://elbiensocial.org/mujeres-que-mueven-y-conmueven-capitulo-2-ani-choying-drolma/