La lealtad |
Lita Cabellut hace alucinar al espectador con su propuesta en gran formato sobre Los Disparates de Francisco Goya.
En el espacio de la
exposición, la oscuridad del mismo recinto afloja la escasa luz de los grabados
del pintor aragonés y las reinterpretaciones de esta artista visual, cargados
de la raza humana más grotesca y negativa: virada hacia la servidumbre del
sexo, los desmadres, la violencia, las
injusticias; los esperpentos del miedo disimulados en hipocresía y penitencias
mal conjugadas.
Fariseo baile que no deja
dudas: “Mísera humanidad: tú tienes la culpa”, nombre de la muestra y afirmación de la
artista.
Cansados ya como podemos
estarlo, de tantas vueltas sobre el mismo cegado sinsentido de destruirnos, amputados
más socialmente que nunca, el que esta artista multidisciplinaria se haya
bañado en el barro y tinta de esas obras para reconstruir parte de los lienzos,
los personajes goyescos en máscaras y esculturas,
que imponen y oscurantizan todo alrededor, revela una necesidad de expresar que
el pasado a cuestas es un presente que vamos extendiendo, como el mismo aire
que se respira cuando se entra a la Real Academia de Bellas Artes de San
Fernando
Cabellut desgarra los
disparates en el formato grande a la que nos tiene acostumbrados y es quizá
cuando encuentran contemporaneidad y sentido, también por el tono del sepia, el
barrido marrón y negro; sin escapatoria.
Difumina los fondos, hace
crecer la desdicha, traza líneas negras y las redondea con la misma fuerza,
contenida en los grabados de Goya, con
ella, en libertad expresiva.
Los personajes son esos
garabatos que fueron pintados con lucidez. Se dimensiona a la mujer en su desfase sexual, su libertinaje, madurez
seductora y acopio, hasta dejar de ser en si misma. El fraile enjuiciador es
hueco mórbido al que nadie toma en cuenta por muy bien posicionado que esté en
la escena, los devoradores de vida y muerte campan sin esperar nada más que la
derrota, en un carnaval tan antiguo que genera pena y cierto asco devocional.
Quizás el vuelo de ese
pájaro absurdo, jalando cuerpos desnudos, sea lo único que permita una salida
alada, ese blanco que intenta brindar esperanza en lo escaso, un poeta intenso
que no ve ningún rasgo distintivo de la humanidad que observa, desde la herida
profunda.
El nombre de la muestra no
puede pasar desapercibida. La educación enseña a saltar y salvarnos de muchos compromisos,
pero directamente Cabellut señala la culpa individual como parte de la social y
esa responsabilidad apremia, mucho más cuando la
tierra europea sigue siendo campo de guerra, con interior minado por doquier.
El ser humano vislumbra e
insiste en derramar más sombras sobre luz. Eso lo captó Goya y lo dejó
grabado para la posteridad, para intentar despertar conciencia.
La conciencia y la
responsabilidad que hoy nos demanda Cabellut, quien lo ha sabido descifrar como nadie hasta ahora.
Los que asistan a esta exposición
no pueden perderse el vídeo de la propia
artista explicando todo el proceso creativo, registro documental que cobra
fuerza en sí mismo.
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