sábado, 8 de mayo de 2010

Rolando Quero expuso en Brasilia "Sueños de Jungla"




Brasilia conmemora este 2010 cincuenta años de fundada y pese que todas sus festividades no han podido celebrarse con toda la grandeza que merece esta glamorosa capital, el artista venezolano Rolando Quero fue invitado para participar a unirse a esta especial fiesta que en Brasil significa aprender todos los días más del universo cultural del hombre.

En la sala de exposiciones del Templo de la Buena Voluntad (Templo da Boa Vontade) estuvo el pasado mes de marzo la muestra “Sueños en la Jungla”, un conjunto de treinta obras de gran, mediano y pequeño formato que pudo apreciar el publico de esta nación, precedida de una concurrida inauguración respaldada por la Secretaria de Cultura de Brasil, la Casa de la Cultura de América Latina, el Instituto de Cultura y Apoyo Social (Incas), la Asociación tiempo de Arte y la ONG, Ecodata.


Tres donaciones fueron entregadas la noche inaugural, una de gran formato del propio Quero, una obra del maestro Ramón Belisario y otra del artista cusqueño John Padovani, quien a principios de este mismo mes de abril, dentro del marco de esta misma celebración, inauguró también la instalación “Cargador Andino”, en el Memorial de los Pueblos Indígenas.

“Sueños de la Jungla” contó con la suerte de estar en uno de los lugares más visitados de Brasilia, llamado también Templo de la Paz o la Pirámide de los Espíritus Luminosos, abierta al mundo en 1989, donde se reúnen las religiones ecuménicas del mundo, para el llamado de un renacimiento espiritual. Allí quedaron representados los tres artistas, dos venezolanos y uno peruano, en una invitación que los enaltece como artistas, abiertos a ser observados por todos los que diariamente van allí a encontrar respuestas tanto culturales como místicas.

En “Sueños en la jungla” Rolando Quero se expresa con la luminosidad de los colores que dan fe a la vida, esparcidos en la selva a los que se regresan una y otra vez después de sentirlos y visitarlos a través de las visiones que permiten los recuerdos, una vez que se ha viajado por el interior del natural mundo que cobija la tierra.

El ímpetu de este artista plástico recorre, con elasticidad y fuerza versátil, la principal vena que recorre la jungla, el agua, construida desde todos sus orígenes, ofreciendo la infinita variedad de proporciones que se hacen anchas y gratificantes en el lienzo, como néctar vivo que fluye en la imagen abstracta con la que ha soñado.

Los elementos están balanceados con los movimientos circulares, las fuertes líneas de expresión y todo el tejido cromático con que el artista va dejando en su paso, tan inspirado como debió de ser la misma creación de las junglas, avasallantes y poderosas.

La obra de Quero es visualmente energética. Se va cargando en una legítima proporción de equilibrios. La fuerza del color, los mandalas de luz, los movimientos que van entregando él ánimo de cada pieza, los trazos que convergen en una inusitada narración de principios estéticos que ha encontrado a través de los años y que le han dado viscosidad y relieve a sus obras.

La selva se compacta en una dimensión que se le hace cómoda. El agua, detenida como viento. El fuego, avivada como agua. La corriente, espesada como tierra. El tronco, secreto del cielo. El afluente, tesoro y espejo. Los dioses convertidos en hombres siderales.

En la jungla no hay angustias ni deslices. Quero lleva al espectador a un cosmos alucinado con la impaciencia de un rayo. Rompe las formas, atrapa con la vistosidad de los colores y las líneas que van inaugurando los encuentros con la energía de la vida y la misma creación.

En la exposición que realizó en Valencia (estado Carabobo, Venezuela) a finales del 2009, titulada “Azul Naranja” decíamos que ese trabajo tomaba “Los mundos, los planetas, los fugaces rumbos de las tardes hacia las noches, los pájaros que dejan sonidos en los lienzos. Toda esta cosmogonía de la obra del artista la conocíamos bien dentro de su refulgente enmarcado de petróleo, como referente de una nación, de una gota dispersa en millones de ellas, a través del universo.

Dentro de Azul Naranja, colores predominantes, se encuentra un canto onírico presagiando y conduciendo todo el conjunto de manifestaciones que le nacen en arraigado contraste. Así vemos el árbol de la vida en azul y naranja, dirigiendo toda esta puesta en escena, desde un díptico. Su tronco es severo, desnudo y carcome el horizonte que trae un conjunto de presagios que denotan la morada en esta tierra”.

Con ello queremos enfatizar que la obra de Quero, en permanente búsqueda después de treinta años de intenso trabajo, continúa. Esa es su gran vitalidad. Acepta los nuevos retos con la fe que solo puede nacer en la jungla renovadora y aunque sus trazos se reconocen a lo largo del tiempo, después de encontrar la voz de un universo propio, siguen desafiando y hallando la renovación que solo nace cuando el tesón guía la sensibilidad del artista.

Numerosos artistas, agregados culturales y expertos en arte quedaron entusiasmados con la propuesta de Quero al tiempo que fue invitado a exponer en la sala de exposiciones de la Cámara del Senado de Brasilia para finales de este mes de mayo 2010 (Notitarde, 02/05/2010, Letra Inversa).-

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