Isa, no soy tan buena como tu en eso de escribir… pero voy a intentar responderte, con la ayuda del diccionario… porque los errores tampoco contribuirán a expresarme.
Respeto tu decisión de separarte. A ti siempre te gustaron las películas heroicas… lo recuerdo bien cuando íbamos al cine…
Admites que tienes miedo. Eso fue algo distinto a todo lo que he oído de ti, la hermana superpoderosa, la tía justiciera y la madre que muchos anhelaban tener.
No puedo hacer lo mismo. No es que no tenga fuerzas es que la verdad no concibo la vida a solas y a estas alturas tengo hasta flojera de enamorarme de nuevo. Si, aquello de que prefiero lo malo conocido que malo por conocer, se aplica a mi, mas que cualquier otra cosa.
El que te conté es así. Ya me había dicho que lo echaste… se echó toda la culpa, me pidió que interfiriera, que te ama, que se portará mejor… ni siquiera te llame para repetir la historia.
Una vez me dijiste que las verdaderas culebras dejaban la piel en algún árbol o enredadera firme a la tierra y a ti te gustaban más esas serpientes a las que se mordían la cola. Yo estuve meses con esa idea tuya metida en la cabeza sin entender tanto como tú de todas esas cosas literarias que me leías cuando yo intentaba coser en la vieja máquina de mamá, hasta que lo medio entendí y hoy me vino como recuerdo.
¿Repetimos historias? Las dos sabemos que si.
Si hoy te liberas, me alegro por ti.
Me inspiras, pero también me asustas.
Todos, en la familia, te deben estar viendo con los ojos de la “juzgadera” y eso a mi me disgusta tanto como a ti.
Mis ideas de los hombres no son tan fatalistas. Decidí quedarme con el último que tengo porque dentro de lo malo es el menos “peor”. Solo espero que él no lea esto, porque ya sabes como es de impertinente y egocéntrico. La última terapista también la tuve que dejar porque cuando vio que la tipa tenía ideas demasiado avispadas, así como las tuyas, pues me hizo la guerra hasta tal punto que preferí quedarme viendo televisión en la casa cuando no tengo nada más que hacer. Eso ya lo hemos hablado bastante… no sé que más decirte…
Después de varios días de tener estas palabras a medio terminar me dije a mi misma que es bueno que tú sepas que Fernando anda preocupado por ti. Yo sé que eso no es mucho así. Está preocupado porque yo te imite…
En tu lógica mental, porque te conozco un poquito, tu me dirías que él tiene todas las de perder, que tiene más miedo que yo; que es un buen momento para cambiar las cosas…
En mi lógica, de “casa de muñecas”, como tu me has acusado tantas otras veces, esa preocupación me “encanta”. Para mi significa que yo le importo y mucho, y eso ya es bastante, verlo que a ciegas y sin querer lo admita, ante mi sexto sentido… “atrofiado”, por los años, como una vez me dijiste tú, cuando aquella cosa que pasó.
Tu le pusiste un nombre a tu carta: “Lo que escogemos”. Escogí lo más fácil, quizás.
Pienso que para ti es más fácil “salir” que continuar. La convivencia diaria es un arte, “del que no todos salimos bien parados”, hubieses agregado tu.
Escogí seguir no tanto con la esperanza del cambio, más bien con la tranquilidad de lo que conozco.
Creo que hasta aquí, la cosa se entiende,
Inés María (Notitarde, 06/06/2010, Lectura Tangente).-
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