Marairé miró de reojo su
alrededor. Nadie la miraba. Con demasiado tiempo siempre contó para hacer y
deshacer. Y eso que en esos momentos no
sabía que el tiempo ni el espacio existían, pero los vivía; así que era todavía
mejor.
El ejercicio había sido
preciso. Soy. Estoy. Tengo. Ahora venía el tercero, que era a sus ojos el más
fácil porque tan solo había que rociarse de todo los que demás desechaban. Lo
que apartaban, lo que miraban de otra forma, se dijo sin más.
Tener. Tengo. Sentir.
Siento. Por eso me metí en un tambor flamenco para intentar de esta manera
neutralizar la efervescencia de este verbo. No estaba rodeada de gitanos ni de
nacionalidades comprobadas del mundo, estaba junto a ciudadanos universales,
esos que tocan con sus manos cualquier instrumento, incluidas las cuerdas
vocales.
Dentro del cajón vio una
playa, arena derretida, es decir, suave a sus pies, que poco conocían la
tierra, y vio piedritas de muchos y diversos tamaños. Se dijo entonces: “este
es el camino, con piedras hermosas que dejar o recoger”. Después del segundo
paso hacía el primero. Por eso se supo distinta aunque no sabía muy bien qué
hacían los otros. Ni importaba.
Tengo tiene que ver con el
deseo.
Deseo todo.
Algo falta.
Pero ella miró alrededor:
tenía colores, voces, amor. Luces y sombras. Miraba lo que estaba alrededor
suyo y supo que había trascendido. Poco importaba porque había que ir hacia más
allá.
El cajón abrió una cueva y
se mojó completamente. Ingenua, como era, creyó que era sudor. No, era agua.
Dulce, transparente, con fuerza de aquella noche que de la oscuridad pasó a la
luz y ésta llegó tan rápido que se rio durante tres meses enteros viendo el
deslizar de las orquestas enemigas.
La resonancia flamenca
tenía una luz… nunca pensó caer en esa geografía tan lejana… Era simple el
método para no recordar.
Las manos estaban
agazapadas y querían de nuevo comenzar a doler. Pero inmediatamente el arco del
dolor. ¡Qué terrible que se nutra de unas partículas anaranjadas! Plenas de
fuerzas naturales! Para decir lo que no puede.
¿Qué no puede el tener si
es una fuerza de por si omnipotente?
Marairé siempre atrajo
peces voladores. Esta vez los vio con alivio y felicidad.
El sonido la hacía escapar
mientras los brazos y las manos se calentaban. Se enrojecían.
Tengo todo. Y tengo además
ganancias añadidas.
¿Los enemigos se ríen?
Dios, (frase repetida);
gracias.
Al final y en definitiva,
te siento.
Centro del universo la
tierra: es posible: Jamás en distrito alguno pudimos encontrar tantos
retorcidos creyendo que su instinto de egoísmo era solo el posible.
Pero como ella trabajó de
albañil supo que la pared podía tener diferentes y diversos tipos de frisos.
Tengo todo. Tengo tu amor.
Tengo tu dicha.
Tengo caprichos con
sabores de pizzas, fuertes o dulces; picantes o recargados. Tengo toda la
fuerza de los sabores y los aromas.
Tengo ser, tengo estar.
En el ser me mantengo con
la fuerza lirica de ni siquiera preguntarme por qué no estás donde se te
dijo, en el tiempo y en la razón
necesaria.
Poco importa porque
vinieron sustituciones mucha más grandes y elevadas en el amor.
Por eso cuando me hablas
miro las luces del escenario y si son diminutas y volátiles te creo. Las
artificiales las deshecho como a mis propios miembros de familia que no
supieron albergar un todo.
Tengo.
He desechado mucho.
No te creas tu propio
egocentrismo.
Las rendijas declaran lo
que está y lo que se resiste.
Por eso miro hacia el
verdadero poeta, no hace falta mirarse en la embriaguez. Cualquier poema sale a
la voz del alcohol. La decencia tiene mucho más que ver con eso.
La ética y el respeto
tienen mucho más que los sentimientos, el mayor tiempo de tener que existe.
Marairé miró con alegría.
El agua transparente llamaba. Era los mismo decir que el amor, la ternura, el
ser, la razón, el estoy en permanente equlibrio, pase lo que pase.
Cuando salió del cajón
sintió que no tenía oídos. Pero recordó que estaba en su ciudad africana,
mirando hacia el Mediterraneo. Descubrió el azul y el plata y se enamoró de
tener algo más, venga o no.
(Notitarde, 10/02/2013, Lectura Tangente).-
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