Del capítulo El tesoro del
libro El amanecer del amor, de
Daniel y Lucía de Wishlet, extraemos apenas un pedazo para invitar a todos los
lectores a la experiencia de leerlo e ir mucho más allá: comprender, transmutar
y crecer. Su lectura atrae a muchas personas porque revela lo más valioso que
permanece intacto dentro de nosotros.
Así lo expresan sus
autores: “… Si verdaderamente quieres gozar de estos sentimientos en toda su
plenitud es necesario que seas Tú mismo. No permitas que nadie ni nada te lo
impida. Para ello, lo primero es empezar a expresarte día a día tal y como
eres. Esto, tan sencillo, y al mismo tiempo tan apasionante, hará que te vayas
identificando con esa chispa del Amor que habita en tu Corazón. ¡No temas a
nada!, ¡no dejes sitio para la duda!, ¡llena todo tu interior de Amor y de Luz,
porque eso es lo que te permitirá experimentar lo que anhelas! La vida es un
juego: “El maravilloso juego del Amor”. Todos
estamos en él, pero sólo de ti depende que te involucres…”
“… la evolución hacia el
Amor de los habitantes de todo planeta tridimensional (rebelado o no) consiste
en la superación amplia de las experiencias mortales, tales como las
enfermedades, los desastres planetarios, las deficiencias materiales, las
enfermedades de la mente (vicios y adicciones), así como la noción equivocada o
errónea de la moneda temporal (el dinero).
Como dijo Jesús: “El mal
ha de estar junto al bien, así como el trigo crece junto a la cizaña”.
El mal potencial, que es
el mal común en las razas mortales provenientes del género animal, es necesario
para la plena conciencia del Reino del Amor. ¿Cómo, si no, conseguiría el
hombre distinguir el Amor del desamor? Si todo fuese verde, no se podría
apreciar la belleza de este color: sólo con la existencia de los otros colores
creacionales se puede valorar la existencia individual del verde. Si todo fuese
el Bien, no tendría sentido la carrera evolucionaria por la supervivencia en el
Amor (que es la primera parte en el juego de la evolución hacia el Amor).
El razonamiento de los
habitantes de un mundo incivilizado (se denomina así a un mundo que es de
tercera dimensión porque sus residentes no son conscientes del Amor) depende
generalmente de la mente. El camino intelectual que siguen los seres mortales,
en el que la capacidad de aprender y actuar se basa exclusivamente en los
cimientos mentales, es tan sólo característica de la tercera dimensión del
Amor.
La transición de un
planeta de la tercera a la cuarta dimensión depende de la capacidad de sus
habitantes en el discernimiento de las realidades espirituales supremas y
palpables. De que su Ser sea el que piense, y no su mente mortal. La mente ha
de acallarse y limitarse a llevar a cabo la acción de aquello que piense el
Ser.
Por lo tanto, el Reino del
Amor en un planeta evolucionario se establece definitivamente cuando los
habitantes de ese planeta se reconocen como Amor y aceptan al Todo que les
rodea como la manifestación única y omnipresente de su naturaleza individual
amorosa.
Para que un mundo de la
tercera dimensión evolucione, aquellos que lo habitan han de ser conscientes de
su verdadera naturaleza: el reconocimiento de que son hijos de un mismo padre,
y por lo tanto, de que son hermanos. Sólo y tan sólo cuando los seres mortales
se identifican como hermanos e hijos de la misma deidad, cuando se establezca
definitivamente la paz entre los hermanos y la buena voluntad en sus
intenciones, el establecimiento de la supremacía del Amor es legítimo y
eternamente fructificante.
Por ello, las religiones y
las sectas no tendrán sentido, pues cuando se reconoce la hermandad entre los
hombres y la paternidad del Supremo, no se necesitan ni religiones, ni
ideologías, para hacer factible la relación con el Padre Universal y las
Verdades de la Creación. En ese momento, las personas dejan de guiarse por las
doctrinas de la mente, para hacerlo con la sabiduría que fluye de sus
Corazones.
A pesar de los indicios de
desamor que todavía permanecen en las personalidades terrestres, del vasto
Universo emanan las Verdades para la salvación de las personas. La “salvación”
consiste en la identificación voluntaria y consciente con el Amor, no en falsas
ideas arraigadas en el egoísmo. A la salvación no se llega por confesar los
pecados a otro hermano: al Amor se llega amando, no con comodidades que te
garantizan el cielo sin el menor esfuerzo personal.
La relación y la Voluntad
del Padre del Cielo para con sus hijos terrenales jamás podrá ser monopolizada
por la voluntad del hombre. La relación de un hijo para con su Padre es íntima
y personal. Es incoherente e inmaduro fosilizar el vínculo entre Padre e hijo,
pues esta relación, que eleva la visión humana a la pretensión de los valores
supremos, es viviente y real.
El Padre es Amor, y así lo
hizo saber Jesús, y nadie tiene el derecho de monopolizar el Amor.
Cada vez se está
recibiendo más Luz en este mundo. De hecho, hay un plan de ayuda integrado por
Seres de todo el Universo.
Este planeta es un Ser
Vivo, y como tal, ha de ascender en la escala evolutiva. El plan de ayuda tiene
como objetivo principal la evolución de este mundo a la cuarta dimensión del
Amor.
Aquellos habitantes
terrestres que estén preparados para pasar a ella, evolucionarán con el
planeta, pero aquellos que se resistan a admitir la Verdad del Amor, serán trasladados
amorosamente a otros planetas en correspondencia con su nivel evolutivo.
Este Libro forma parte de
la revelación de la Verdad. La Verdad Viva de las Realidades del Universo.
Estos escritos se suman a la literatura que desde hace ya algún tiempo surge en
defensa del Amor, del respeto, y del conocimiento de las Leyes Creacionales.
No es el primero, ni será
el último, sino que integra la manifestación ante los ojos terrestres de la
Verdad Universal.
La forma de mostraros este
conocimiento es siempre respetando vuestra libertad, pues el respeto del libre
albedrío es una de las Leyes Fundamentales del
Universo. Por ello, quien lea este Libro con el Corazón verá en él la Verdad de
la Luz. Por el contrario, quien lo lea tan sólo con su mente, únicamente apreciará la
audacia de la imaginación de quienes lo han escrito.
Es libre vuestra elección,
tenéis un cincuenta por ciento de posibilidad de elegir el Corazón, y otro
tanto de hacerlo con la mente.
De vosotros depende la
aceptación o la humillación de la verdad…”
En el capítulo La Plena
Conciencia - El nacimiento de la Nueva Era: “El Amor se recibe en el centro de
comprensión donde reside el Ser, siendo el propio Ser el que lo percibe, no la
mente.
La Conciencia del Amor en
los Seres evolucionarios está regida por dimensiones y planos en este Universo
Local. A medida que el Ser va ascendiendo estos planos y dimensiones, aumentará
su capacidad de ser consciente del Amor. Ser consciente del Amor es la
extravaganza lírica del Alma, es decir, la explosión de los sentimientos del
Alma, y por lo tanto, la capacidad de discernir, de percibir y de adaptar la
Energía por excelencia de la Creación (el Amor) a la vida cotidiana.
… la Energía Amorosa que
percibes del exterior lo que hace es aumentar tu capacidad de disfrutar de la
conciencia del Amor. Por ello, el Amor que disfrutas es el que está en ti, tu
propio Amor, no el que viene del exterior…”(Notitarde/Lectura Tangente, 24/11/2013).-
Acceso directo al libro:
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