Llega la fecha puntualizada, cuando el Palo de Vera se incendia de luz en la resequedad de las montañas para animarnos a resplandecer en ese amarillo, en algunas partes, mezclado con el vibrante Araguaney, que todavía dan muchas más ganas de vivir en esta naturaleza tan asediada e incomprendida por todos nosotros, marchantes de la raza humana.
El espectáculo llega a nosotros, a nuestros ojos, como reflejo de ese otro paisaje interior. Reseca, la tierra aún ofrece sus maravillas, sus alborotos acuarela para recordarnos que la vida es ese mosaico de piezas que engranan con solo pellizcar ese reconocimiento por todo lo que nos rodea.
El Palo de Vera permanece seco. Encogido. Parece tan blandengue que se vaya a caer. Tan endeble que se parta en dos, con el sonido de algo inmaterial. Tan irritante que se quema en sí mismo y todo es parte de un aguante extraordinario, cara a la primera lluvia de mayo que lo hará florecer, y así llenar nuestras montañas de una primavera silente, muy cerca del verano, propio de estos trópicos caribeños, donde la salitre inunda poros y articulan los sentidos en las noches cuando se está muy cerca de la mar.
El ser se inunda en el sencillo acto de reconciliación de la vida.
La luz está. El cielo también. Días lluviosos para ser interpretados como bendición. Fuentes que se abren por todos lados.
La vida se celebra a sí misma en un acto de simple abundancia, con el estreno diario de todos los sentidos hacia nosotros, que hemos sido capaces de realizar los peores actos en una separación existencial que se ha inventado el ego.
Y ella sigue allí, apoyándonos. Perdonándonos.
Y la humanidad luchando contra los fantasmas inventados por mentes obsesivas.
Hay cierta felicidad en ese árbol que se recoge por tanto tiempo para después florecer. Debimos aprender de él puesto que lo tenemos tan cerca y alumbra todas las montañas de nuestro suelo.
Se ha sembrado a sí mismo, siempre está allí, en los litorales, en la aridez más profunda de la que hemos acumulado sin necesidad por siglos.
¿Aprenderemos?
¿Aprenderemos?
¿Miraremos hacia dentro más allá de la forma y de las palabras inútiles que están haciéndonos ver lo que no somos, lo que hemos perpetuado en la inconsciencia?
A pesar de su encanto nunca me cobijaría en un Palo de Vera, a menos que quisiera sufrir, como buena parte del mundo.
A pesar de su encanto nunca me cobijaría en un Palo de Vera, a menos que quisiera sufrir, como buena parte del mundo.
¿Sufrir por desilusión?
Jamás.
¿Cómo puede algo que es desencantar?
Desinfla el ser que no es capaz de ser.
Por eso en este primero de junio miro a la vida con el encanto que brotan de luz del Palo de Vera, mucho más de nuestro Araguaney que por hermoso ha sufrido el egoísmo de su siembra, puesto que necesita del gozo de nuestra vigilancia y cuido.
Existe un país que se llenó de manzanas porque un solo hombre se dedicó a sembrar sus árboles por todo su territorio. Uno solo basta para reencontrarse con la vastedad.
Pero aquí estamos discutiendo por cosas tan elementales como vivir.
Como alcanzar un vuelo.
Como alcanzar un vuelo.
Como vivir siendo quienes somos, con nuestros principios, conquistados de aciertos y errores.
¿No habíamos superado esto siglos atrás?
¿Regresó el pasado?
¿Quién lo trajo sin nuestro permiso o es que acaso viene porque fue ficción el haberlo superado?
La revisión profunda viene del cielo. Pero éste no se encuentra allá arriba ni es reflejo azul. Él está dentro de nosotros. Más allá de la mente estructurada para el fracaso.
La exploración es en dirección a nuestro corazón. Nuestra mente. Nuestro cuerpo. Está más allá de lo condicionado. Está mucho más allá de las quejas y la depresión que causa vernos como nos cuentan las noticias diarias.
El Palo de Vera hoy, esparcido por toda Venezuela, dice mucho más que unos cuantos hombres y mujeres. Es bonito escucharle hablar. Solo hay que agudizar el cuerpo interno de nuestra Alma (Lectura Tangente, 01/06/2014, Notitarde).-
(http://www.notitarde.com/Lectura-Tangente/Primero-de-junio/2014/05/31/330563)
1 comentario:
buenas tardes tengo en mi sala un cuadro del ilustre pintor curarigua rafael torres se llama camino al fraile de 1997 tecnica olio sobre lienzo informo esto como aporte a la cultura y que si hay hombres de buen corazon como rafael torres orgullo de venezuela gracias por todo dios le bendiga
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