Mientras se puedan caminar, las ciudades son disfrutables. Se van conociendo sus paisajes, sus rincones, sus bondades y sus vergüenzas. Tienen una iluminación, un olor, un tacto febril tanto en sus épocas de verano como de invierno. A veces están calmadas, otras tantas veces temerarias. En otros ciclos se siente su ansiedad, también su miedo.
Brasilia es efervescente e ilimitada, es tan larga y tan enorme que provoca esguarecerse en un árbol para leer su grandeza. Allí el ser humano es miniatura y el chubasco siempre sorprende porque el cielo no avisa. Está justo donde comienza la redondez del mundo.
Miami siempre vuele a incertidumbre. Barcelona a mar ancestral. París es de una elegancia que enmudece. Omaha es portentosa. Dallas vive de orgullo perdido. Santo Domingo es un ruido renaciente de energías.
¿Pero qué aguarda Valencia hoy en día?
“Vida cerrada” es el nombre de la exposición de fotografías que permanecerá hasta el 2012 en Espacios Atenea, en plena avenida Bolívar Norte, justo donde maquinarias, hierro y la fractura de una vía por las obras del metro, rompen la cotidiana forma de relacionarnos con Valencia, porque a partir de esa ruptura se tornó caótica, dejó de ser amable; liberó un paisaje que tiene a sus habitantes congelados en acción, como bien lo describen los autores de esta propuesta, Domingo De Lucía y Edmundo Vargas.
Toda obra de enorme magnitud exige sacrificio. A juzgar por todo el espectáculo que ofrece la avenida Bolívar de Valencia pareciese que ha sido demasiado grande el exigido a todos los que a diario necesitan transitarla para poder desenvolverse y vivir a través de ella.
Las fotos de la muestra encierran el caos. Rejas. Candados. Abandono. Basura. Pasillos por lo que obligan a caminar a los transeúntes, angostos y rudos. Edificios habitados cuando fueron partidos por la mitad. Abandono. Maquinarias. Demasiado metal alrededor de una vía que pareciese “una ciudad bombardeada, por momentos un campo de concentración, sin haber sufrido guerra alguna”, dijo De Lucía.
Después de estudiar la propuesta, los artistas, decidieron llamarla así agregando una letra a uno de los tantos letreros que colocaron en muchos lugares que simplemente decía “Vía cerrada”. De esta forma al entrar en el salón de la exposición se observan las fotos de mediano formato que van enrejando el lugar como si el espectador, tanto afuera como adentro no tuviera escapatoria; la ciudad lleva años deslucida, triste; víctima de un deterioro que deja en quienes la habitan esa sensación de entumecimiento, de aceptación.
Tanto De Lucía como Vargas reconocen que el desorden del tráfico, el colapso de la economía de los múltiples negocios existentes, de los mismos centros comerciales y el abandono que alimenta también las acciones delictivas contamina la actitud de los valencianos que la transitan a diario ante la indulgencia de quienes tienen la obligación de hacerla más humana.
“Valencia tiene a un gobernador de la oposición y a un alcalde oficialista pero a la final los dos están de acuerdo en algo: no se ocupan de sus responsabilidades con la misma justificación legal, no les bajan los recursos. Ambos trabajaron en sus campañas ofreciendo iguales promesas. La principal de ellas: calidad de vida. No han cumplido y mientras tanto los ciudadanos siguen pagando sus impuestos”, sentenció De Lucia, al momento de explicar este trabajo realizado con Vargas.
Algunas fotografías son grandes y otras están colgadas como solían hacerlo al momento del revelado los fotógrafos en sus laboratorios. Todo ello da la sensación de estar inclusive en el mismo territorio de la ciudad, guindada en un conjunto de fealdades.
La conceptualización de esta propuesta que busca despertar un poco la conciencia de todos tiene un trabajo audiovisual e intervenciones directas de Vargas tanto en fotos como en los videos que pueden verse.
Uno de ellos se llama “Urdaneta resiste” porque justo frente a Espacios Atenea está este héroe nacional perdido y atrapado en torres de hierro y aunque afortunadamente, hasta ahora, parece que no ha sufrido su escultura daño alguno, luce desvencijado, irónicamente digno.
A partir de enero del 2012 se realizaran con esta exposición de fondo una serie de conversatorios con profesionales de la sociología, psicología, ingeniería, derecho, arquitectura y urbanismo para entender cómo afecta el panorama nuevo de Valencia en la vida de los ciudadanos y qué se puede hacer para que el impacto vaya disminuyendo.
De la indolencia no queda nada positivo.
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